Alfredo
Jalife-Rahme.
El histórico
G-20 de Osaka –por sus cumbres al margen, más que por su ausencia de
concreciones consensuadas– no fue un punto de inflexión, sino que acentuó la
dinámica de las tendencias de la arquitectura estratégica global
(https://bit.ly/2Y22epH) y/o de la estabilidad estratégica tripolar de
EU/Rusia/China.
Dos días
después de la cumbre del G-20 en Osaka, se celebró en Pekín el segundo Diálogo
Wanshou de Seguridad Global, donde concurrieron connotados académicos, cuyo
tema nodal consistió en elucidar cómo serán definidas las relaciones de China y
EU en los próximos 10 años: por conflictos o por sus esfuerzos para superarlos
(https://bit.ly/30PL7UL).
Uno de los
asistentes fue el británico Martin Jacques, becario senior de la Universidad de
Cambridge y quien publicó hace 10 años el visionario libro Cuando China
gobierne al mundo: el fin del mundo occidental y el nacimiento de un nuevo
orden global (https://amzn.to/2YfzmWd), quien adujo que la relación de China y
EU fue relativamente estable en los pasados 40 años, pero que ya concluyó
debido a razones fundamentales.
Arguyó que
sí habrán tensiones y conflictos, por lo menos en los próximos 10 años hasta
que EU acepte el hecho de que China se encuentra en una posición igual (sic) y
que ya EU no es más el exclusivo primer país del mundo.
Sentenció
que el tiempo unipolar de EU acabó, y hoy nos encontramos ya en el tiempo
bipolar (sic), pero tampoco debemos subestimar la dificultad que tendrá EU para
cambiar (sic) cuando encuentra dificultad para reajustarse conforme va en
declive.
Según Martin
Jacques, EU creó y está destruyendo ahora el presente orden global que sustenta
el multilateralismo y la globalización, por lo que el nuevo orden no advendrá
en el corto periodo de tiempo, por lo menos no en los próximos 20 años, aunque
el viejo orden es débil y ya no es más sostenible.
A su juicio,
existe un nuevo orden incipiente dentro del concepto de la Ruta de la Seda
debido a su escala y por las ideas que representa, como el ganar-ganar,
cooperación y elevar los niveles de vida de los países pobres
(https://bit.ly/2OeGiD8).
Martin Jacques,
pese a su pasado marxista (o quizá debido a ello) y a su amistad con uno de los
máximos historiadores de Occidente, otro marxista singular Eric Hobsbawm, no
toma en cuenta en su nuevo orden global a Rusia, a la que Trump maneja con sumo
respeto, no se diga China.
El consultor
especial del anterior presidente Reagan, Douglas Bandow, becario de CATO
Institute – think tank de extrema derecha neoliberal, fundada por el polémico
empresario Charles Koch: décimo primero en el ranking de Forbes con una fortuna
de más de 50 mil millones de dólares (https://bit.ly/2GqSQkr)–, discrepa de la
teoría de Martin Jacques debido a que existen todavía muchas incertidumbres
cuando Pekín y Washington se han percatado del peligro de los conflictos y
desean trabajar seriamente para realizar compromisos (sic).
Zhao
Susheng, profesor de la Universidad de Denver, señaló que aunque China y EU no
nacieron para ser socios, tampoco nacieron para ser enemigos y que será
imposible (sic) de que ambos emprendan una guerra fría similar a la de EU y la
URSS.
Global Times
narra que para algunos académicos, las dos superpotencias deben, y sobrevivirán
este periodo de conflicto, ya que el precio de no hacerlo sería
inaceptablemente elevado.
No faltarán
quienes se rebelen de que no aparezcan la Unión Europea (UE) ni India.
Sucede que
Europa desde la Segunda Guerra Mundial fue apéndice de EU y hoy empieza a
liberarse de tal yugo geoestratégico al riesgo de ser balcanizada, mientras que
India –quizá por la característica politeísta de la mayoría
nacionalista/teológica hindú– busque una equidistancia acomodaticia entre la
anglósfera, que la dominó, y el núcleo euroasiático del triángulo RIC
(Rusia/India/China).
El gran
defecto de un G-2 entre EU y China, que se ha alejado relativamente en las
fechas recientes por la intensidad del conflicto tecnológico, es que no
considera el otro pilar del verdadero orden tripolar: Rusia
(https://bit.ly/2FNcqqT).
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