martes, 24 de marzo de 2020

El virus de la desconfianza - Empresarios contra AMLO - Cervecera, coronavirus, rescate - Presidencia: primero los pobres.


Julio Astillero.

Son tres los más recientes motivos de enojo de los grandes capitales contra el Presidente de México. Sumados a la constante insatisfacción de la mayoría de los empresarios por las políticas de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), arrojan como resultado un activismo mediático y político, ya nada disfrazado, que busca presionar y chantajear al titular del Poder Ejecutivo Federal para que cambie o matice su ruta de trabajo o se atenga a las consecuencias de una cantada crisis económica que podría ser acentuada o magnificada por relevantes personas de negocios.

Concentrado en Mexicali, pero con pretensiones de que tenga repercusiones internacionales está el caso de la cervecera Constellation Brands, cuya inversión de unos mil 400 millones de dólares quedará en el aire si se cumple el resultado de una consulta pública realizada en la capital de Baja California que rechazó la continuidad de la construcción de esa planta productora de cerveza, a la que se ha acusado largamente de atentar contra el derecho colectivo al uso del agua regional.

El aplastante triunfo de la voluntad popular contra dicha cervecera se dio a pesar de las maniobras de partidos y gobiernos, entre ellos, el morenismo estatal, que buscaban la aprobación de la construcción. Ayer, en la conferencia mañanera, se informó de manera oficial el resultado de la consulta y la aceptación de los resultados, aunque se habló de negociar daños causados a la firma trasnacional, lo cual debería ser al revés, pues dicho proyecto se aprobó a partir de maniobras típicas del pasado reciente, en este caso el del priísmo peñanietista. En realidad, Constellation Brands debería indemnizar a Mexicali, como ya exigen grupos de defensa del interés popular.

Las cúpulas empresariales, sin embargo, están utilizando lo sucedido en Mexicali para lanzar señales de alarma y advertencias claras de que los capitales podrían asustarse o replegarse ante la falta de certidumbre jurídica en México.

Otro de los temas que están impulsando de forma crítica los empresarios es el relacionado con las políticas de salud pública destinadas a tratar de paliar el contagio masivo del coronavirus. Hay una corriente de comentaristas y declarantes que denuncian con alto sentido de gravedad la conducta personal del Presidente de la República (el Detente religioso, el mantenimiento de giras por diversas poblaciones de la nación y la contradicción de no frenar el contacto físico, cuando la Secretaría de Salud y varios gobiernos, entre ellos el de la Ciudad de México, apremian en sentido contrario).

A ese antiobradorismo epidemiológico resultan chirriantes las actitudes y discursos de López Obrador y en las redes sociales se ha incrementado la carga explosiva de troleadores y cuentas robotizadas que esparcen acusaciones, insultos y descalificaciones hasta en términos de salud mental contra el político tabasqueño.

A esos fervores en cabalgata contra López Obrador ha de agregarse como elemento acelerante la declaración mañanera de este lunes, cuando el Presidente estableció que su prioridad es la protección de los segmentos sociales más desprotegidos, los pobres, y no las cuentas de los empresarios deseosos de incentivos, compensaciones, descuentos y arreglos bajo la mesa al estilo del Fobaproa, como ejemplo histórico. Con ese tono que tanto irrita a sus adversarios, el Presidente de México advirtió: ya nada de rescates al estilo del periodo neoliberal, que le daban a los bancos, a las grandes empresas. No: que ni estén pensando en que va a haber condonaciones de impuestos, otros mecanismos que se usaban antes. Si tenemos que rescatar, ¿a quién tenemos que rescatar? A los pobres, por el bien de todos, primero los pobres.

Tres ingredientes recientes (la cervecera, la política contra el coronavirus y la negativa a los rescates empresariales) que avivan las divergencias ideológicas y la desesperación de las cúpulas económicas.

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