Ricardo
Ravelo.
Periodista
desde hace cuatro décadas, propietario del sitio web El Demócrata Norte de
México, colaborador de distintos medios informativos de Coahuila y Durango, Juan Monrreal López está en peligro de
muerte por ejercer el periodismo en la región donde vive: la zona conurbada
Torreón-Gómez Palacio, Durango, una de las demarcaciones más invadidas por el
narcotráfico y grupos empresariales ligados a la delincuencia organizada.
Monrreal ejerce el periodismo de manera
diferente que el resto de sus colegas de la región: investiga, cuestiona y toca
los intereses más sensibles de los políticos y empresarios presuntamente
ligados con el narcotráfico y el lavado de dinero. Al amparo de la impunidad y
el ejercicio desmedido del poder, muchos de ellos han acumulado fortunas
descomunales. Y con poder político y dinero se sienten dueños de la vida de los
otros.
Las amenazas de muerte y/o de
encarcelamiento en contra de Juan Monrreal derivan precisamente de haber tocado
los intereses de una familia poderosa: los hijos del
empresario finado Carlos Herrera Araluce, quien fue alcalde de Gómez Palacio,
Durango, en dos ocasiones, dueño de la empresa Chilchota, quien en 2007 estuvo
a punto de morir ejecutado cuando un grupo de sicarios presuntamente
relacionados con “Los Zetas” lo atacó a balazos junto con su esposa. Como
consecuencia del atentado, Herrera Araluce perdió tres dedos de una mano. Desde
ese momento vivió encerrado en su residencia de la colonia “Las Rosas” hasta
que murió en marzo de 2016.
Herrera
Araluce fue un empresario muy emprendedor en la década de los setenta:
construyó el Parque Industrial que ahora lleva su nombre, impulsó su empresa
–Chilchota –una de las más boyantes productoras de quesos en la Laguna y fue precandidato
fallido a la gubernatura de Durango. Sin
embargo, su exitosa vida en los negocios siempre estuvo bajo sospecha: en no
pocas ocasiones se le relacionó con el narcotráfico y el lavado de dinero,
actividades que él siempre negó, pero tuvo que cargar como un estigma.
Tras su
muerte en marzo de 2016, el poder
empresarial y político lo heredaron sus hijos Carlos Manuel, Ernesto y Leticia
Herrera Ale, ésta última actualmente es alcaldesa de Gómez Palacio, Durango.
Ella ejerce el poder al más puro estilo de su padre, según cuentan quienes la
conocen: con prepotencia, con abusos de autoridad, con imposiciones y hasta con
desprecio hacia los propios miembros de su partido, el PRI. Es el trato que
saben dar quienes no sólo carecen de todos los valores sino que se sienten
intocables.
En su afán de ser candidata al
gobierno de Durango, se ha peleado con el presidente del PRI, Enrique Ochoa
Reza, también con el Gobernador de Durango, José Rosas Aispuro, quien como
candidato cargó a cuesta la mala fama –en buena medida promovida por Leticia
Herrera –de tener vínculos con Emma Coronel, la esposa de Joaquín Guzmán Loera.
Según Monrreal, Leticia Herrera se encargó de circular la versión de que debido
a ese vínculo Rosas Aispuro dispuso de mucho dinero en su campaña política.
Según las
investigaciones periodísticas de Juan Monrreal, Leticia Herrera se quedó con
las ganas de ser la Gobernadora de Durango, pues no pudo doblar al entonces
mandatario Jorge Herrera Caldera. “Leticia
no era gente de las simpatías de Jorge Herrera”, dice Monrreal, por lo que la
hija de Carlos Herrera comenzó a golpear a los aspirantes que le llevaban
ventaja, entre ellos a Esteban Villegas, delfín de Herrera Caldera, quien
perdió la gubernatura.
La pugna
política llegó hasta el gabinete federal, particularmente hasta el entonces
secretario de Hacienda, Luis Videgaray, quien a través de sus contactos metió
orden en ese grupo político. El manotazo
de Videgaray fue tan severo que les mandó decir a Leticia Herrera que si no se
disciplinaba ordenaría una auditoría a la empresa Chilchota y que acabaría con
la compañía en 30 días, aludiendo presuntos malos manejos fiscales, por decir
lo menos.
De esa manera se puso fin al
conflicto político. La gubernatura la ganó Rosas Aispuro y a Leticia Herrera le
concedieron la presidencia municipal de Gómez Palacio, posición
que se ha convertido en un feudo familiar. No conforme con ello –cual ave
de tempestades –tan pronto llegó al
poder abrió otros frentes de guerra, ésta vez en contra de los tres
expresidentes municipales Ricardo Rebollo Mendoza, Rocío Rebollo, y José Miguel
Campillo. A todos ellos Leticia Herrera los acusó de haber incurrido en actos
de corrupción y enderezó en su contra una dura campaña en medios de
comunicación deslizando amenazas e intimidaciones.
Parece claro que lo que Leticia
Herrera quiere es más poder y dinero, pues logró negociar con José Miguel
Campillo, quien le habría entregado bienes patrimoniales del municipio de Gómez
Palacio, entre otros, terrenos, edificios y la hacienda pública. Y todo ello se
hizo como si se tratara de una transacción entre particulares.
Al igual que
su padre, Leticia Herrera ya arrastra
con una muy mala fama por rodearse de presuntos pillos. De acuerdo con las
columnas de Juan Monrreal, está rodeada de personajes relacionados con el
crimen organizado. Un caso escandaloso – dice — es el de Francisco Bardán,
Oficial Mayor del Ayuntamiento de Gómez Palacio.
Este
personaje tiene historia: En el año 2000
fue detenido por la Procuraduría General de la República (PGR) con cocaína,
mariguana, droga sintética y rifles de alto poder. En ese tiempo fungía como
director de Alcoholes del Ayuntamiento de Saltillo, Coahuila, y operaba bajo
las órdenes del entonces alcalde Oscar Pimentel, quien al darse cuenta de la
aprehensión de su empleado procedió a darlo de baja.
Bardán negó
estar ligado al narco, a pesar de las evidencias que lo relacionaron con el
narcomenudeo desde la Dirección de Alcoholes. Dijo entonces que los “lenones”
de la zona de tolerancia de Saltillo donde él operaba le habían sembrado droga
y armas en su camioneta. La versión no fue nada creíble, pero le bastó para
librar el embrollo.
Tras salir de la cárcel, Francisco
Bardán se ligó al grupo político encabezado por la familia Rebollo, tan
perniciosos como los Herrera, pues ambas familias rivalizan por el poder, los
negocios y todo lo relacionado con el crimen organizado. Más tarde, Bardán brincó al “clan” Herrera, donde Leticia lo acogió como su hombre
de confianza y operador. Por órdenes de los hermanos Herrera, fungió como jefe de
campaña del candidato del PAN a la alcaldía de Gómez Palacio, José Miguel
Campillo.
Otro de los
principales operadores de Leticia Herrera es José Lorenzo Natera, quien es síndico del Ayuntamiento de Gómez
Palacio, un personaje con antecedentes de porro universitario y quien ahora
opera como informante y negociador: se encarga de conseguir expedientes para
denostar a funcionarios y políticos enemigos de sus jefes para después
exhibirlos públicamente. Es una manera de mantener bajo control a los personajes
que ellos quieren dominar.
Justamente por publicar esta y otras informaciones
que ponen en evidencia a la familia Herrera Ale, las amenazas en contra de Juan
Monrreal se agudizaron desde mediados del 2016. Fue por esa razón que el
periodista presentó una denuncia en contra de Leticia, Carlos Manuel, Ernesto
Herrera Ale y varios de sus operadores por amenazas de muerte.
Según Monrreal López, de todos estos
antecedentes tienen conocimiento la presidencia de la República, la Secretaría
de Gobernación, la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la Legislatura y el
Tribunal Superior de Justicia de ese estado. Recientemente, el periodista puso
en conocimiento del Gobernador de Durango, José Rosas Aispuro Torres, todos
estos hechos. Aispuro le ofreció atender el caso. Al parecer sostuvo un diálogo
con la alcaldesa de Gómez Palacio, pero el hostigamiento contra el reportero
continúa.
Para colmo de males, es la fecha que
ninguna de las dependencias ha tomado cartas en el asunto, salvo la Secretaría
de Gobernación que, hace algunos meses, le ofreció protección con escoltas y
vehículo blindado, previa firma de una carta de aceptación. Lo que a la
Secretaría de Gobernación parece no quedarle claro es que con su trabajo
periodístico Monrreal López se está enfrentando a grupos empresariales
presuntamente relacionados con la delincuencia organizada. Nada menor.
En su
denuncia, cuya copia se dispone, Monrreal afirma que acude a dichas
dependencias para denunciar los hechos y al mismo tiempo solicitar garantías
suficientes “para ejercer mi profesión de manera libre y sin amenaza alguna,
como la que existe contra mí, mi familia y los colaboradores de la Revista
Demócrata Norte de México”.
En su relatoría de hechos expone que
Juana Leticia Herrera Ale, alcaldesa de Gómez Palacio y su “clan” empezaron a
amenazarlo después de varias publicaciones en las que exhibió sus nexos
criminales y abuso de poder con el que se manejan.
Detalla que
fue en mayo de 2016 cuando le ordenaron
a Sergio Uribe Rodríguez (diputado local) y a Jorge Clemente Mojica Vargas,
director del periódico “Victoria de Durango”, propiedad de la familia Herrera
Ale, “investigar al periodista Juan Monrreal López para cuando menos meterlo a
la cárcel, como si las leyes, las instituciones y las autoridades fueran de su
propiedad”.
Ante esto,
Monrreal dice sorprendido: “Si lo menos
que quieren es encarcelarme, qué será lo más: ¿Agredirme?, ¿secuestrarme?,
¿matarme?…No creo que sea algo menos que eso. Por esa razón temo por mi vida y
la de mi familia”.
En su
denuncia resume las causas de las amenazas que recibe: “A la presidenta electa le encabrona lo que el reportero escribe y como
lo escribe”. Así de simple. Y así de grave.
Según la
denuncia del periodista, los personeros
de Leticia Herrera se dieron a la tarea de visitar a una buena cantidad de
alcaldes, sin ser autoridad pero ostentándose como enviados de los hermanos
Herrera Ale, en particular de Leticia, para rastrear información “y encontrar
algo” que pudiera usarse en contra del periodista para acusarlo y encarcelarlo.
Monrreal relata que la investigación
ordenada por los Herrera “atropella sus derechos como informador, el derecho de
informar y ser informado”, con sagrado por la Constitución.
Luego de
disponer de mayores datos sobre las pesquisas en su contra, Monrreal publicó un
texto en su sitio web con el siguiente encabezado: “Alcalde priista, Leticia Herrera Ale y Jorge Mojica Vargas investigan
al director de la revista Demócrata Norte de México “para cuando menos meterlo
a la cárcel”.
En dicho
texto, el periodista denuncia la actitud
que él mismo califica de “intimidatoria, de amenaza y de persecución que la
presidenta municipal electa, Juana Leticia Herrera Ale, ha puesto en marcha en
nombre del clan Herrera Ale, que involucra a sus hermanos Ernesto y Carlos
Manuel”, afirma.
Y enseguida
el periodista lagunero enlista los encabezados de los textos que, según él,
causaron el enojo de Leticia Herrera: “Francisco “Paco” Bardán Ruelas,
coordinador de campaña de Leti Herrera, fue detenido por la PGR por posesión de
drogas”, “Juana Leticia Herrera Ale, en su cierre de campaña, prometió todo,
menos seguridad”, entre otros.
– ¿Temes por
tu vida?—Se le pregunta al reportero vía telefónica.
–Sí, temo que me maten. Y quiero
dejar en claro que si algo me pasa culpo directamente a Carlos Manuel, Ernesto
y Leticia Herrera Ale. Ellos serían los únicos responsables de mi muerte y que
esto quede claro ante las autoridades estatales y federales que ya conocen los
antecedentes de este conflicto”.
Y añade: “Por desgracia, las persecuciones y
asesinatos de periodistas en Durango existen. Algunos crímenes contra
informadores siguen sin aclararse. Y los acosos de algunos políticos y
autoridades permanecen solo porque los reporteros no escriben ni difunden lo
que los hombres del poder público quieren escuchar, leer o ver”.
Al referirse
a su caso, Juan Monrreal afirma que
Leticia Herrera piensa que vive en los años setenta, que la correlación de
fuerzas en el país y en el estado de Durango no ha cambiado y ella intenta
imponer en Gómez Palacio un régimen cerrado y autoritario donde los derechos
sociales y humanos sean autorizados y manejados por ella misma y los poderes
fácticos que la rodean. (Esto) es un total contrasentido que está fuera de las
leyes”.
A pesar de
las denuncias públicas de Monrreal y la supuesta intervención del Gobernador
Rosas Aispuro, el martes 30 de mayo el
Cabildo de Gómez Palacio acudió a la Fiscalía de Durango e interpusieron una
denuncia en contra de Juan Monrreal bajo el argumento de que el periodista “se
excede al ejercer su libertad de expresión”, lo califican de ser un
pseudoperiodista, según los denunciantes, porque no suele asistir a la presidencia
municipal ni presentarse ante los funcionarios municipales, como lo hace el
resto de los reporteros.
Algo
verdaderamente inusual fue el hecho de que al presentar la denuncia contra
Monrreal, los funcionarios municipales
convocaron a los medios de comunicación ante quienes se quejaron se der
víctimas de una campaña de desprestigio orquestada por el periodista, lo que
dijeron que no pueden permitir, ya que aseguraron que “la señora Leticia
Herrera tiene mucho amor por la ciudad de Gómez Palacio”. Un argumento absurdo
y no menos cínico.
También exigieron públicamente que el periodista
revele las fuentes que le proporcionan la información que publica, algo
verdaderamente imposible porque ninguna autoridad –incluyendo el presidente el
presidente de la República –puede exigirle a un periodista tal barbaridad.
Juan Monrreal es un periodista hecho
en casa y a mano, como decía Manuel Buendía, forjado en la brega diaria. No se
ostenta como genio de la comunicación ni muestra alardes de influyentismo como
otros reporteros atenazados por el protagonismo y la fanfarronería.
Monrreal
sabe que este oficio se ejerce con valor y asumiendo a cada momento el
ineludible compromiso social de informar. No
de balde se ha metido entre las patas de los caballos investigando nexos de
políticos y empresarios con el narcotráfico en la Comarca Lagunera –corazón del
llamado Triángulo Dorado del Narcotráfico – donde la clase política y el
narcotráfico son exactamente lo mismo.
Justamente
en La Laguna emergió en los años setenta Amado Carrillo Fuentes, “El Señor de los
cielos”. En ese territorio se asoció con Rafael Aguilar Guajardo y con Manuel
Bitar Tafich, cerebro financiero del cártel de Juárez, quien ahora se dedica al
negocio hotelero.
En La Laguna hoy existe una disputa
atroz por el control de la plaza entre Los Zetas y los cárteles de Juárez y
Sinaloa, guerra que ha cobrado unas cincuenta vidas mensuales en los últimos 24
meses.
Para sorpresa de muchos, a la Comarca
Lagunera regresó un personaje que por cierto es muy cercano a los Herrera Ale.
Se llama Arturo González Hernández y le apodan El Chaky. Fue pistolero de
Vicente Carrillo Fuentes y se asegura que ahora opera para Ismael “El Mayo”
Zambada, quien le pidió que se metiera a La Laguna para controlar la plaza.
Este
personaje opera entre Torreón, Gómez Palacio y Lerdo, Durango, el llamado
corredor del narco y de la muerte, donde están instaladas las empresas más
importantes del país y, paralelamente, los grupos políticos y empresariales
relacionados con el narcotráfico y el lavado de dinero. En
este escenario se mueve el periodista Juan Monrreal López, quien a pesar de
haber puesto en conocimiento de las autoridades estatales y federales su
situación personal, nadie ha hecho nada, por el contrario, las presiones en su
contra están arreciando.
– ¿Qué se
siente reportear cargando a cuestas una amenaza de muerte?—se le pregunta.
–Siento mucho miedo, no lo niego.
Pienso que en cualquier momento me pueden matar. Y lamento mucho que los
periodistas estemos tan solos. Para los periodistas parece que solo existe un
destino: morir informando.
Leticia
Herrera, de acuerdo con el periodista
Juan Monrreal, está rodeada de “gente oficiosa”, operadores dispuestos a matar
a quien sea y hasta de personajes con antecedentes de narcotráfico quienes
fungen como altos funcionarios del Ayuntamiento de Gómez Palacio.
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