Araceli Damián.
El PRI no tiene ningún candidato
presidencial presentable, ni mujer ni hombre, para las elecciones de 2018. Para
los mexicanos, el PRI es sinónimo de corrupción, de violencia y de ineficacia
en el gobierno. Por ello, y obedeciendo a los intereses del sector financiero y
del 1% más rico de este país, el que se hace llamar presidente, pero que acata
las órdenes de quienes lo llevaron en 2012 a ocupar la silla presidencial,
designó como candidato de ese partido a un funcionario que aparenta ser
apartidista pero que claramente representa los intereses de la derecha, cuyos
principales partidos son el PRI y el PAN.
Y no es sólo
que represente a la derecha, sino que fue
designado como candidato para seguir saqueando las riquezas de nuestro país,
para seguir pagando salarios de miseria, para seguir reduciendo los beneficios
de la Seguridad Social, para desaparecer por completo los sistemas pensionarios
solidarios, para privatizar más la salud y la educación, y para profundizar la
desigualdad y la pobreza en México.
Meade es un
hombre formado con una ideología neoliberal, ha trabajado en los gobiernos
panistas y priistas en áreas en las que se manejan grandes cantidades de dinero
de los trabajadores y de la nación. Ha sido Secretario de Hacienda en dos
ocasiones, la primera, en el gobierno de Felipe Calderón, cuando el precio del
petróleo estaba en sus niveles más altos.
Hay que preguntarle ¿qué hizo con los
ingresos extraordinarios provenientes de ese recurso natural de la nación y que
no se reflejaron en una reducción sustancial de la deuda, ni en una ampliación
de la inversión pública para el desarrollo económico del país, ni en un
mejoramiento del nivel de vida de la población?
En el actual sexenio, siendo una vez
más Secretario de Hacienda, llevó a cabo la hazaña de dejar sin recursos a seis
universidades públicas que están teniendo dificultades para pagar los sueldos
de sus profesores y enterar las cotizaciones a la Seguridad Social. Con ello se
abre la posibilidad de que desaparezcan y, en contraposición, se multipliquen
las universidades “patito”.
De igual
forma, como Secretario de Desarrollo
Social con Peña Nieto no investigó la “estafa maestra” orquestada por su
antecesora, para desviar recursos millonarios de la Cruzada Nacional contra el
Hambre, con convenios entre esa Secretaría y las universidades de Morelos y el
Estado de México, entre otras, cuyos funcionarios pagaron a empresas fantasmas
o sin que cumplieran el perfil, yendo a parar el dinero a cuentas privadas,
como lo denunció la Auditoría Superior de la Federación desde 2014.
Estando a la
cabeza de esa misma Secretaría creó la
“Estrategia de Inclusión”, en la que supuestamente se establecen convenios de
coordinación entre la federación y los estados para reducir la pobreza, que
sólo han servido para reducirla en el papel. De esta forma, se otorgaron
cartillas sociales que especifican el valor monetario de los servicios que,
supuestamente, reciben los hogares del Prospera, y se otorgaron masivamente
credenciales de afiliación al Seguro Popular o se renovaron las del IMSS para
los estudiantes de preparatorias y universidades públicas; todo ello para que
en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, con la que se mide
la pobreza, se pudieran registrar reducciones en las carencias sociales reportadas,
sin que necesariamente haya ocurrido así.
Espero que
los trabajadores cobren conciencia que, desde muy joven, Meade ha tenido un
interés particular por los seguros privados de las pensiones, como lo comprueba
su tesis de licenciatura (1). Además, sabe cómo se manejan las enormes sumas de
recursos que tienen ahorrados los trabajadores. Según información pública sobre
su trayectoria, uno de sus primeros empleos fue en la Comisión Nacional del
Sistema de Ahorro para el Retiro (CONSAR).
En fechas recientes, junto con Carlos
Ramírez, actual presidente de la CONSAR, ha estado pugnando por que aumente la
cotización a las pensiones. No olvidemos que está pendiente una reforma a los
sistemas de pensiones que busca que todos los trabajadores, que todavía tienen
derecho a jubilarse con los anteriores sistemas de “reparto” (Ley del IMSS de
1973 y el décimo transitorio de la Ley del ISSSTE) pasen a cuentas
individuales. Si llega al poder, será una de sus primeras propuestas.
Meade estuvo también en otro puesto
que le permite conocer grandes secretos de la deuda pública. Como ha
trascendido en diversos medios, su padre, el priista Dionisio Meade y García de
León, fue uno de los que idearon legalizar la deuda pública contraída por el
rescate bancario, al transformar el FOBAPROA (Fondo Bancario para la Protección
del Ahorro), en el IPAB (Instituto para la Protección del Ahorro Bancario),
donde el actual “precandidato” tuvo también un puesto importante.
Con uno de
los niveles más bajo de popularidad en la historia reciente del país, Peña y sus aliados han tratado de vender la
idea de que Meade es una persona con una trayectoria intachable, pero eso es
falso.
Conoce muy bien quienes recibieron
dinero y siguen recibiendo dinero ilegalmente por el rescate bancario de los
noventa, sabe y, por tanto, es cómplice del mal manejo financiero de los
gobiernos panistas de Fox y Calderón, en los que hubo corrupción y que, hasta
la fecha, no ha sido investigada y castigada. Sabe de la galopante corrupción
del actual gobierno y no ha hecho nada, por el contrario, lo han premiado. La
complicidad en los delitos es también de quien calla.
Peña Nieto tiene terror de ir a la
cárcel; él y su camarilla tienen terror de dejar de gozar de privilegios, de
dejar de tener la oportunidad de conseguir jugosos negocios que les permitan
mantener su obsceno estilo de vida frente a la enorme pobreza que ni Meade, a
pesar de sus enormes esfuerzos, ha podido ocultar.
La aprobación fast track de la Ley de
Seguridad Interior en la Cámara de Diputados que, como se prevé, se repetirá en
el Senado la semana próxima, tiene por objeto poder reprimir con toda impunidad
las posibles manifestaciones de descontento, ante el previsible fraude.
El PRI no
necesita del PRI, necesita asegurar que
alguien como Meade les asegure impunidad.
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