Cuando fue secretario de Desarrollo
Social, el virtual candidato presidencial del PRI no actuó ante fraudes y
desvíos millonarios detectados por la Auditoría Superior de la Federación, y
cuando encabezó la Secretaría de Relaciones Exteriores buscó minimizar los
cuestionamientos que la ONU, entre otros organismos internacionales,
realizó al gobierno mexicano por graves violaciones a los derechos humanos y
actos de corrupción, como en los que incurrió en los casos de Tlatlaya,
Ayotzinapa y la Casa Blanca.
En los primeros
cuatro años del gobierno de Enrique Peña Nieto, José Antonio Meade, ahora precandidato del PRI a Los Pinos, consiguió
hacerse amigo de todos y lucirse ante el mandatario. Para conseguirlo, solapó
actos de corrupción durante su paso por la Secretaría de Desarrollo Social
(Sedesol), dependencia que también utilizó como plataforma política personal, y
buscó ocultar la crisis federal de derechos humanos cuando encabezó la
Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
Meade heredó el 27 de agosto de 2015
una Sedesol en pleno descrédito. Un mes antes, el Consejo Nacional de
Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) había revelado que
creció dos millones la cifra de pobres en México en los primeros dos años de la
administración de Peña Nieto y que, pese a la Cruzada Nacional Contra el
Hambre, se agravó la situación de personas sin acceso a la alimentación.
Además, la Auditoría Superior de la Federación
(ASF) detectó en febrero de 2015 un fraude de 845 millones de pesos en la
Cruzada Nacional Contra el Hambre, llevado a cabo a través de convenios con las
universidades del Estado de México y Morelos, instituciones educativas que a su
vez contrataron empresas fantasma, cuando el programa social era administrado
por el equipo de trabajo de Rosario Robles Berlanga en 2013.
El órgano
fiscalizador también descubrió que la
Sedesol utilizó esquemas fraudulentos idénticos en otros casos y desvió
recursos entre 2014 y 2015. Específicamente en 2015 documentó daños al erario
que ascienden a mil 787 millones de pesos. Algunas de esas irregularidades
fueron cometidas después de que Meade tomó el control de la institución (Proceso
2103).
Pese a los hallazgos de las
auditorías, cuando Meade asumió el control de la Sedesol no denunció las
prácticas de corrupción ni los desvíos multimillonarios realizados durante la
gestión de su predecesora.
En cambio,
utilizó su corta estancia en Desarrollo Social para viajar a cada rincón del
país y consolidar su capital político. Tejió alianzas con actores clave del
poder.
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