Dolia
Estévez.
Todo indica
que Alejandra Sota, la muy cuestionada ex vocera de Felipe Calderón, está
trabajando en la campaña presidencial del aspirante priista José Antonio Meade.
En las redes sociales circuló una fotografía del ensayo preparatorio previo al
discurso que el precandidato pronunció el domingo en la que Sota aparece al
lado de Meade. En la tarima también se logra distinguir a Eduardo del Rio,
Enrique Rodríguez, Enrique Ochoa, Claudia Ruiz Massieu, Aurelio Nuño y Héctor
Gómez Barraza. Lourdes Mendoza, columnista de Reforma publicó la imagen en su
cuenta de Twitter. Según Alberto Aguirre de El Economista, Sota personalmente
confirmó su relación de trabajo con Meade en un reciente simposio donde habló
sobre estrategias electorales.
El de Meade sería el último contrato
de una lista de lucrativos negocios asignados a Sota por secretarías y
dependencias del Gobierno peñista, así como por gobernadores priistas. Integra
Metas Estratégicas, S.A. de C.V., la firma de comunicaciones, opinión pública y
estrategia electoral que Sota fundó en 2013 y de la que es directora, ha sido
contratada por el SAT, el IMSS, la Sedesol y Pronósticos Deportivos. Álvaro
Delgado de Proceso estima que los pagos a Sota suman 23.5 millones de pesos, un
promedio de casi 1 millón de pesos al mes. A esto habría que sumar los contratos de la campaña
electorale de Alfredo del Mazo, Gobernador del Estado de México, y de Miguel
Riquelme, Gobernador de Coahuila. Eruviel Ávila fue el primero en comprar sus
servicios en septiembre de 2013, escasos diez meses después de concluido el
sexenio de Calderón.
Delgado identifica a Luis Videgaray como el
“artífice” de la red de contratos de Sota a expensas del erario nacional. En su
libro El Amasiato, Delgado documenta el papel que jugó Sota en la estrategia de
Calderón de sabotear la campaña de Josefina Vázquez Mota para apoyar desde el
Gobierno federal la candidatura de Enrique Peña Nieto. Tal fue el descaro de
cómo la vocera calderonista cambió lealtades partidistas de la noche a la mañana
que Josefina Vázquez Mota, rival de Peña en la contienda, la acusó de
“traición”.
El lucro de Sota por cuenta del
erario mexicano resulta paradójico en virtud de las acusaciones que lanzó en un
tribunal estadounidense. En la demanda que entabló en mi contra por presunta
difamación e interferencia intencional en sus negocios, un año después de que
publiqué en Forbes en inglés la lista “Los 10 Mexicanos Más Corruptos de 2013”, Sota alegó que haberla incluido
“dañó irreparablemente su profesión” y truncó las posibilidades de “ampliar sus
relaciones” de negocios con el Gobierno federal, gobernadores y el sector
privado en México. Sostuvo que la lista de los 10 percibidos como más corruptos
“destruyó irreversiblemente su reputación” en momento en que era una “exitosa y
respetada” servidora pública. Sota pidió reparación de daños, una disculpa y
eliminar del Internet el listado.
Pero cometió un error de cálculo. Los
jueces en Estados Unidos por lo general no están al servicio de los ricos y
poderosos sino de la justicia. Hace exactamente dos años y una semana, el juez federal
Liam O’Grady, de la corte de Alexandria en Virginia, desechó la acusación y me dio la razón en absolutamente todo, los argumentos
que presentaron mis abogados pro bono. El juez O’Grady no sólo aseveró que mi
artículo no constituía difamación alguna, sino que Sota no probó su acusación
de que su aparición en la lista de mexicanos percibidos como corruptos había
causado la cancelación de negociaciones con “funcionarios gubernamentales” que
planeaban contratarla con pagos de entre 875,000 y un millón 700,000 dólares.
“Sota—sentenció el magistrado–fracasó en aportar datos suficientes para
sustentar su alegado de interferencia intencional en sus relaciones
empresariales”. El fallo fue tan contundente que no apeló.
A lo largo de 2013, Sota fue tema de
varias investigaciones periodísticas, incluida “Los Amigos de Sota”, que se
transmitió en la emisión matutina de MVS que conducía Carmen Aristegui. El
texto de la nota informó que los amigos de Sota habían constituido una
“sociedad civil” a la cual Presidencia y el IMSS otorgaron contratos de hasta
38 millones de pesos.
Sota fue investigada por la secretaría
de la Función Pública, pero la dependencia famosa por haber exonerado a Peña Nieto
dijo no haber encontrado pruebas de enriquecimiento ilícito.
Cuando publiqué el listado a finales
de 2013, Sota era percibida como una funcionaria ambiciosa, sin experiencia y
sofisticación, que abusaba del poder que le confería su cercanía a Calderón.
Entre los medios no oficialistas, tenía fama de parcialidad y de usar tácticas
de censura. Como vocera de Calderón, defendió su fracasada guerra a las drogas
y satanizó a los periodistas que lo criticaron. Se dijo que usó la filtración
de llamadas telefónicas como arma política. Conocidas eran sus intrigas y
manipulaciones al interior del equipo de Calderón.
En México, ser cuestionado por falta de ética no es
obstáculo para lucrar a cuenta del Gobierno. Sólo un sistema corrupto hasta el
tuétano como el mexicano glorifica la zorrería de sus políticos. En el fértil
terreno de la corrupción la mala hierba nunca muere. Meade es más de lo mismo.
El precandidato priista no merece el beneficio de la duda. Dime quien es tu
estratega y te diré quién eres.
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