Javier Risco.
¿Qué significa para una persona que
perdió su único patrimonio hace cuatro meses y medio el plan de reconstrucción
de la Ciudad de México? ¿Qué significa para una pequeña empresaria que tenía su
agencia de viajes debajo de un edificio que debe ser derrumbado y que está por
quebrar? ¿Qué significa tratar de regresar a una normalidad a esta ciudad? Un
esfuerzo de décadas, una planificación quirúrgica por los recursos limitados y
por las decenas de miles de afectados, una comisión transparente y abierta, la
participación de sociedad civil organizada y una gestión urbana sustentable…
eso debería significar la reconstrucción.
Pero no, para el diputado local
panista Jorge Romero “no es gran ciencia”, así le contestó al periodista Israel Ortega, del diario
Reforma, cuando este lo cuestionó bajo
qué criterios decidirán los proyectos en donde se invertirá el dinero de la
reconstrucción, esa jugosa bolsa que contiene, nomás, 7 mil millones de pesos.
“Nos presentan sus propuestas de
reconstrucción y nosotros, los diputados que te acabo de mencionar, evaluamos
lo que es prioritario, lo que es correcto y entonces lo firmamos (…) Primero escuchando los criterios
que cada dependencia que proponga argumente y, segundo, vigilando que haya una
absoluta correlación entre la sustancia de una reconstrucción y lo que se pide,
no es gran ciencia, no es el bosón de Higgs”, señaló Romero.
¿A qué diputados se refería este
exdelegado y operador de los bastiones que aún le quedan al PAN en la CDMX?
¿Quiénes son esos poderosos legisladores que tienen en sus manos
‘d-e-c-i-d-i-r’ qué es lo que es prioritario y qué es lo correcto para
devolverle la tranquilidad a más de 100 mil capitalinos? Nada más y nada menos
que tres ilustres personajes del ámbito capitalino, cuya eficiencia legislativa
ha dejado mucho que desear, cuyas administraciones han sido públicamente
cuestionadas por sus gobernados y parte del Frente que pretende luchar con
uñas, dientes y millones de pesos para no perder el gobierno capitalino.
El 24 de
enero, el diario Reforma publicó que
Romero y los perredistas Leonel Luna y Mauricio Toledo serían los encargados de
aprobar los recursos contemplados en el Artículo 14: siete mil 754 millones de
pesos del Fondo de la Reconstrucción que manejarán por las comisiones que
encabezan en la Asamblea Legislativa.
¿Es usted alguno de esos capitalinos
que se vio afectado por el sismo del 19 de septiembre? ¿Perdió su casa o su
negocio? ¿Conoce a alguien que lo hizo? ¿Le preocupa saber si los edificios que
serán reconstruidos se edificarán con buena calidad esta vez? Tal vez debería
saber que como ciudadano debe exigir estar al pendiente en cada paso.
Bien dicen que lo que es desgracia
para unos, a otros les cae como anillo al dedo, y es que durante la Ley de
Reconstrucción y durante la discusión del presupuesto, los panistas y
perredistas se encargaron de adjudicarse una vigilancia en la reconstrucción y
el manejo de millones de pesos de recursos, sin que sea para lo que fueron
electos.
Estos tres diputados, dos de ellos
con cuestionables credenciales, se dieron a la tarea no sólo de asegurar para
sus comisiones el manejo del dinero, que lo significa todo para las familias de
la ciudad, sino que además se encargaron de beneficiar con más recursos a
aquellas demarcaciones donde tienen influencia, como Coyoacán, territorio
Toledo; Benito Juárez, donde Romero es un personaje de poder, y Álvaro Obregón,
la demarcación que hasta la fecha dominan Leonel Luna y sus allegados.
De acuerdo
con el seguimiento que el diario Reforma ha hecho de la asignación presupuestal
y para la reconstrucción, de todos los
recursos que en teoría pondrían de pie a la ciudad, al menos un 12 por ciento
–27 mil millones de pesos, contando no sólo el presupuesto de reconstrucción,
sino el de todo el año–, podrá tener un uso electoral.
¿Por qué debe preocuparnos el tema?
Durante los dos años y medio de esta última Legislatura en la Asamblea del DF,
si algo han demostrado las bancadas políticas es el abuso de sus atribuciones,
es la opacidad en los mecanismos con que trabajan, y es que los ciudadanos,
esos que les aseguran un sueldo millonario y más de 28 asesores al año, son
quienes están hasta abajo en la lista de sus prioridades. Pero como ciudadanos
es momento de hacernos cargo de que rindan cuentas claras, de no quitar el dedo
del renglón y que cada peso que reporten como gastado tenga un origen y un
destino claro y legal. Eso sí está en nuestras manos y también forma parte de
reconstruir esta ciudad.
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