Salvador Camarena.
El gobierno que no tuvo empacho en
darle a Josefina Vázquez Mota cientos de millones de pesos para sus aventuras
en Estados Unidos (Leonardo Kourchenko cifra la cantidad en, agárrense, en 1,800
millones
http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/josefina-chamaqueada.html), hoy traslada al bolsillo del personal
diplomático los costos de un nuevo seguro de gastos médicos que, encima, les
reduce beneficios.
Ha sido un
rudo arranque de año para los diplomáticos de México en el mundo. La Secretaría
de Relaciones Exteriores decidió contratar un nuevo seguro (de la compañía
Allianz), como corresponde a lo que establece la norma (artículo 49 de la Ley
del Servicio Exterior).
Esa decisión, pésimamente comunicada
si se atiende la lluvia de correos electrónicos donde delegaciones consulares y
embajadas manifiestan a sus jefes el desconcierto por las nuevas condiciones
del seguro y la pésima atención de la compañía contratada, implica no sólo
primas y coaseguros más altos (hay casos que pasarán de cero a 500 dólares),
sino engorrosos trámites a la hora de que los beneficiarios llegan a los
hospitales.
Es curioso que el Ejecutivo federal
propine tan desagradable sorpresa al grupo de mexicanos al que la propia
administración pide contar en el mundo las cosas buenas que se supone que aquí
no se cuentan.
Estas
modificaciones afectan particularmente al personal ubicado en Estados Unidos,
que es al menos la mitad de nuestro cuerpo diplomático, y que uno habría
pensado que, dados los embates antimexicanos de Trump, antes que escamotearle
condiciones de trabajo deberían ser el personal más cuidado y reforzado, no por
otra razón que el hecho de que en ellos depositamos la delicada tarea de asistir
a nuestros paisanos.
Con un tono
contrario al triunfalismo oficial que se divulga en México, la SRE ha
comunicado a sus colaboradores que a pesar la “estimación de crecimiento
económico menor” y en un entorno de “austeridad presupuestaria (…) se logró la
contratación de un seguro de gastos médicos con los mismos beneficios” de la
póliza que se tenía hasta 2017.
Pero recurriendo a eufemismos, en el
mismo documento la SRE reconoce que “únicamente se ajusta la suma asegurada
-que se reduce de tres millones de dólares a 1.5 millones- y las primas que
deberán pagar por conceptos de deducibles, coaseguro, y copagos”. El cambio
afecta particularmente en la Unión Americana.
En una especie de justificación, la
Cancillería menciona (siempre según el documento al que se tuvo acceso) que en
Estados Unidos “existía un uso excesivo de medicamentos y visitas por tener un
copago bajo”, y que como “existía una red muy amplia en Estados Unidos y sin
deducible”, el costo de la siniestralidad se incrementó sustancialmente.
Esa visión de la Cancillería ha sido
respondida por testimonios de diplomáticos que de cuajo han tenido que
suspender las terapias de lenguaje para sus hijos, u olvidarse de acudir al
médico, pues la empresa que gestiona los pagos les ha pedido que todo ocurra
por reembolso sin comprometerse, según correos a los que se tuvo acceso, a que
esos depósitos ocurran con la debida prontitud.
Lejos de
representar un gasto suntuoso, un adecuado seguro de gastos médicos es lo
mínimo de lo que se debe dotar a los representantes de México en el mundo.
Si este gobierno no hubiera solapado
costosas veleidades (Juntos Podemos) o los excesos descomunales de los Duartes,
Borges, Sandoval…, quizá tendría algo de autoridad moral para pedir un esfuerzo
de austeridad. Pero no. En el sexto año del Peñismo estamos ante la resaca, y
el costo por la borrachera despilfarradora alcanza ahora a quienes encargamos
la defensa y promoción internacionales de nuestros intereses. Y lo que falta.
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