martes, 30 de enero de 2018

Sombra gris y vista gorda con la corrupción arrastran a Meade: politólogos y encuestadores


José Antonio Meade Kuribreña tiene 20 años de trayectoria en la administración pública federal y nunca ha contendido por un cargo público. Ni siquiera milita en un partido, pero ha trabajado con administraciones panistas y priistas por igual. En la actualidad, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) lo abandera en la carrera por la silla presidencial. Es el primer candidato sin militancia política al que el tricolor apoya. Un hecho sin precedentes que refleja el desgaste del partido, y que, por otro lado, genera conflictos al interior de la estructura priista, señalan analistas consultados por SinEmbargo. No obstante, hasta ahora, carece de señalamientos directos por corrupción… pero es acusado de solaparla.

Historiadores como Lorenzo Meyer Cossío, del Colegio de México (Colmex) y Luis Alberto de la Garza Becerra, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como los politólogos Enrique Toussaint, de la Universidad de Guadalajara (UdeG); Gibrán Ramírez Reyes, de la UNAM; Gustavo López Montiel, del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM); José Fernández Santillán, también del ITESM, y Víctor Manuel Reynoso Angulo, de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP), además de los directores de las casas encuestadoras Demotecnia y Parametría, dieron su opinión sobre los factores positivos y negativos que podrían impulsar o hundir al “Ciudadano Meade”.

José Antonio es un tecnócrata que tiene la ventaja de “poder comunicar la imagen de un buen funcionario, de una buena persona”, explicó a SinEmbargo Víctor Manuel Reynoso Angulo.

“Pero una candidatura requiere de algo más: ‘pasión política’, algo que movilice las emociones de los votantes a su favor. Y Meade tiene dificultades para generar esta movilización”, añadió.


Al igual que Reynoso, el resto de los analistas coincide en que el abanderado del PRI es el hombre más gris de esta elección. Inclusive señalan que por eso no levanta en las encuestas, mismas en las que, hasta ahora, empata con el panista Ricardo Anaya Cortés, aunque a diferencia de aquél, no ha dado señas de mejora en las preferencias electorales.

De acuerdo con el profesor emérito del Colmex, Lorenzo Meyer Cossío, hay dos elementos que de entrada frenan la candidatura de Meade.

“Uno es la estructura priista y sus escándalos. Y el otro es la falta de carisma de Meade. Esa capacidad que tiene alguien de que otros le crean y le obedezcan en función de sí mismo”, explicó.

Por otro lado, comenta Meyer, tiene el beneficio de venir de una importante familia de San Luis Potosí, lo que le da ventaja por la posibilidad de haber generado estrechos lazos afectivos con integrantes de la élite política del país, como cuando por allá de 1987, en su etapa de estudiante en el ITAM, se hizo íntimo del priista Luis Videgaray Caso y del panista Ernesto Cordero.

Gracias a su trayectoria, “la clase media y media alta del país lo observan como un funcionario que puede dar resultados como si fuera el guardián de la estabilidad económica”, refieren los politólogos Enrique Toussaint y José Fernández Santillán. Si a ello sumamos que gran parte de la ciudadanía lo observa como un funcionario honesto, comentan, tenemos un candidato que “no tiene más detractores que aquellos con quienes se asoció [el PRI]”, destacó el profesor de carrera de la UNAM, Luis Alberto de la Garza Becerra.

LA MALDICIÓN DEL CIUDADANO MEADE.

José Antonio Meade Kuribreña sufre de la maldición de Sansón. Es un hombre “bendecido” con la fuerza del priismo, por un lado. Y por el otro, maldito por esa misma fuerza entre los filisteos -todos quienes se oponen al PRI-. Sólo esperemos que no le saquen los ojos.

Apoyado por el partido en el poder, tiene el impulso de todo su aparato político.

“Las elecciones de 2017 del Estado de México son una radiografía perfecta. Puede uno poner allí a una persona sin personalidad y ganar porque se tiene el aparato. El aparato es el que moviliza por manzanas, el que detecta dónde están los barrios o las zonas pobres, a las que se les puede comprar o inducir el voto. Y se tiene el dinero para hacerlo. Ese es el aparato que tiene Meade”, dijo a SinEmbargo Lorenzo Meyer.

Empero, no deja de ser el precandidato que carga con los estigmas del partido que representa, es decir el PRI, relatan los analistas consultados. Y “los escándalos de la elección en el Estado de México, a pesar de su triunfo, muestran a un partido agresivo y dispuesto a todo para mantenerse en el poder, lo cual lo hace muy impopular en ciertos sectores”, ahondó de la Garza.

Dada su relación con el Revolucionario Institucional y los escándalos de corrupción que acompañan al partido, la debilidad de este Sansón será precisamente la lucha anticorrupción, además que los analistas como Toussaint lo consideran “un candidato muy débil en materia de combate a la violencia”.

Inclusive su imagen podría verse golpeada durante los debates y despliegue de campañas negras debido a su estrecha relación con la administración del presidente Enrique Peña Nieto, ya que como dice Meyer, ha sido “colaborador eficiente y consciente de los gobiernos anteriores”.

Y en muchos casos de corrupción –como el desfalco de Juntos Podemos, y la estafa maestra de Hacienda y del priista César Duarte Jáquez-, “aunque él puede decir que es muy puro, muy casto, que nunca ha cometido un acto de corrupción, hay muchos casos de corrupción que inician en la Secretaría de Hacienda y parece que él cerró los ojos frente a esas posibles desviaciones”, concordaron de la Garza, Toussaint y Santillán.

EL CANDIDATO MÁS GRIS.

José Antonio Meade es conocido en el mundo de la política, entre otras cosas, por ser un administrador eficiente. Pero para los nueve especialistas consultados por SinEmbargo, Meade es el que tiene más “peros”.

Su perfil es bueno porque influye de igual manera entre gobernadores y legisladores; empresarios y banqueros; militares, líderes de organizaciones civiles, entre otros. Aunque precisamente las circunstancias que lo rodean no son las ideales para impulsarlo.

Dentro del PRI, mencionan, existen muchos sectores que no se identifican con él porque el partido funciona como un “ejército” en el que hay que hacer méritos para ganarse el respeto a su interior. Y como explica Lorenzo Meyer Cossío, “Meade no llegó allí porque haya hecho un esfuerzo. Llega ahí porque lo designa Peña Nieto, porque a su vez está influenciado por Videgaray y Meade es amigo de Videgaray. Entonces llegó por suerte, porque si no hay nuevo PRI entonces hay que buscar priistas que sean nuevos. Y Meade es ese caso”.

En suma, José Antonio Meade Kuribreña tiene el beneficio de ser percibido como una buena persona y como un eficiente funcionario. Pero su colaboración en los sexenios de Calderón y Peña, como su candidatura priista, podrían aguarle la fiesta, según los analistas consultados por SinEmbargo. Quizá, señalaron algunos politólogos, a Meade le hubiera ido mejor por la vía del PAN… aunque el hubiera no existe.

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