En el primer mes del año en esta
entidad el repunte de la violencia arrojó un saldo de 18 personas
descuartizadas, encobijadas, decapitadas, apuñaladas y baleadas, una buena
parte de ellas mujeres y cuyos casos permanecen impunes.
La primera víctima
del año fue un sujeto a quienes sus victimarios descuartizaron y los restos
fueron dejados en el interior de un taxi abandonado en las calles de Juan de la
Barrera y 16 de Septiembre, colonia Niños Héroes del municipio de Apatzingán.
La policía encontró junto a los restos humanos un narco-mensaje.
El segundo
crimen del año se registró el 2 de enero en el municipio de Puruándiro. Vecinos
del Ejido Isaac Arriaga dieron parte a la policía del hallazgo de restos
humanos de una persona del sexo masculino en una brecha que conduce a la
localidad de El Carnicero.
Un par de
días después, el 4 de enero, se reportó la tercera víctima del año, ahora en el
municipio de Ziracuaretíro. Al igual que los dos casos anteriores, la víctima
fue descuartizada y sus restos fueron esparcidos sobre la carretera Pátzcuaro –
Uruapan. La identidad de la víctima sigue siendo un misterio.
El 5 de
enero las estadísticas oficiales registraron el cuarto asesinato, ahora en
Zamora. En esta ocasión, la víctima fue abandonada en la vía pública, en pleno
centro de la ciudad. El cadáver fue encontrado envuelto en una cobija, con
huellas de tortura y varios disparos de arma de fuego.
Vecinos de
la calle Cuauhtémoc, casi esquina con Juárez, fueron los que dieron parte a la
policía.
El quinto
crimen del año ocurrió en Parácuaro. Esta vez la víctima fue un joven del que
no se dio a conocer su identidad. El cadáver, que presentaba huellas de tortura
y se encontraba atado de manos y con disparos de arma de fuego, fue encontrado
sobre la carretera a Cuatro Caminos, a la altura de El Crucero de Las Yeguas.
La sexta
víctima cayó en el municipio de Zamora el 8 de enero. Los asesinos lo
destazaron y los restos los metieron en bolsas de plástico que abandonaron en
la calle Miguel Regalado, colonia del mismo nombre. El sujeto cuya identidad no
se supo presentaba heridas producidas por arma de fuego.
El 10 de
enero, las autoridades del municipio de Buenavista dieron cuenta del séptimo
crimen violento cometido en la entidad. La víctima respondía al nombre de
Samuel Z. V. y tenía 61 años de edad. Como en los casos anteriores, el cuerpo
estaba incompleto –lo decapitaron—y los restos fueron metidos en bolsas de
plástico y tiradas sobre la carretera que conduce a La Ruana.
Tras una semana aparentemente
tranquila, el 18 de enero la prensa michoacana –no el gobierno— dio a conocer
la muerte de la activista cheranense Guadalupe Campanur Tapia. El cuerpo de la
defensora de los bosques, de 32 años, fue encontrado en las inmediaciones de la
comunidad de Santa Cruz Tanaco, con múltiples heridas producidas por arma
blanca y en estado de descomposición.
Las autoridades estatales se
comprometieron a investigar el asunto, pero hasta ahora no se tiene resultado
alguno.
Un día
después, el 19 de enero, la policía encontró los restos de dos mujeres cuyos
cuerpos fueron inhumados en una fosa clandestina. El hallazgo ocurrió en la
comunidad de La Bocanada del municipio de Tepalcatepec.
Personal de
la Unidad Especializada en la Escena del Crimen se encargó de trasladar los
cuerpos al Servicio Médico Forense, para determinar las causas del deceso.
El 20 de
enero la violencia en la entidad escaló al registrarse cinco víctimas, cuatro
de ellas descuartizadas.
Todo ello
ocurrió en el municipio de Parácuaro. Los cuerpos cercenados fueron abandonados
sobre la carretera a Cuatro Caminos, en la entrada del poblado de El Ceñidor.
La quinta víctima fue embolsada.
El 21 de
enero la policía sumó a las estadísticas de muertes violentas otra víctima. En esta
ocasión se trató de un sujeto cuyo cuerpo fue destazado y los restos arrojados
sobre un camino de terracería del municipio de Yurécuaro. Los victimarios
dejaron un “narcomensaje” junto al cadáver.
El 29 de
enero se produjo el homicidio número 17 del año. Fue en Buenavista, donde la
policía reportó el hallazgo de un cadáver encobijado en un paraje de la
carretera Buenavista-Tepalcatepec.
La víctima
respondía al nombre de Pablo A., de 30 años, y presentaba lesiones en la cabeza
producidas por de arma de fuego.
El primer
mes del año cerró con la muerte de una mujer, cuyo cuerpo fue encontrado en
avanzado estado de putrefacción en el interior una vivienda de la Tenencia de
Pedernales, municipio de Tacámbaro.
La fallecida
tenía los pies amarrados con cinta industrial y con unas cuerdas, disparos de
arma de fuego y puñaladas. Su nombre: Josefina Jiménez Reyes, de 58 años.
Según datos del Secretariado
Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), a lo largo de
2017 las autoridades michoacanas reportaron 1,510 víctimas de asesinato en el
estado, y abrieron 5 mil 679 carpetas de investigación por lesiones dolosas.
Si bien la capital, Morelia,
concentró el mayor número de homicidios dolosos de la entidad –128–, los
municipios más peligrosos fueron Apatzingán, Sahuayo, Múgica y Aguililla, donde
las tasas de asesinato rebasaron 80 por cada 100 mil habitantes.
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