Jenaro Villamil.
El mismo día en que el
presidente Enrique Peña Nieto lanzó su vigésimo discurso de automotivación
política señalando que los mexicanos “nos autoflagelamos, decimos que estamos
mal y en un escenario crítico”, tres aspirantes a puestos de elección popular
se sumaron a la lista de 102 asesinatos contra políticos y candidatos de todo
el país, según el registro de la empresa www.etellekt.com.
Ese mismo día, ante la Asociación Nacional de Usuarios de
Riesgo (ANUR), Peña Nieto insistió en que existen avances y presumió cifras de
generación de empleo, mientras el
sindicato patronal de la Confederación Patronal de la República Mexicana
(Coparmex) y el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) le exigían a su gobierno
frenar la violencia y el crimen “nunca antes vistos”.
“La inseguridad está
causando un severo daño económico, un impacto sobre la capacidad de nuestro
país para atraer inversiones, generar empleos y desarrollar un círculo virtuoso
de pacificación a partir de la generación de riqueza”, advirtió Gustavo de
Hoyos Walther, presidente de la Coparmex.
El reproche es clarísimo: no se trata de “flagelación” sino de una realidad tremenda. El cierre
del sexenio de Peña Nieto es el peor en cuanto a niveles de violencia,
inseguridad y crímenes en los últimos 18 años: hay 90 ejecuciones diarias, 25%
más que en el mismo lapso de 2017; el robo a combustible creció 34% en marzo y
el robo a mercancías es 108% mayor que en el primer trimestre de 2016 y 65% más
que en 2017.
Esta violencia, por
supuesto, permeó ya a las campañas electorales. Matar adversarios políticos se
ha convertido en un peligroso “negocio” y modus operandi que tiñen a toda la
contienda federal y a los comicios estatales y municipales de un color rojo
imparable, especialmente en 11 entidades, del centro-sur del país y de
Chihuahua.
El informe de la consultoría www.entellekt.com es un recuento
del panorama más anormal que se ha visto en unos comicios federales:
– Comparado con las
elecciones federales de 2015, el número de asesinatos de candidatos y
precandidatos entre septiembre de 2017 y mayo de 2018 representa un 385% más:
112 asesinatos en este periodo, contra 21 de 2015.
– De los 112 asesinatos
cometidos contra políticos y aspirantes a cargos de elección popular, 83% han
sido ejecuciones “con el sello característico del crimen organizado”, advirtió la consultoría. A esta cifra hay que sumar 44 atentados
contra familiares de políticos.
– Del total de
asesinados, 17 corresponden a precandidatos, 17 a exalcaldes, 13 a regidores, 13
a militantes, 12 a presidentes municipales en funciones, nueve a dirigentes
partidistas, seis a candidatos y seis a excandidatos.
-La entidad que
encabeza el mayor número de ejecuciones y agresiones a políticos es Guerrero
(22), que junto con Oaxaca, Jalisco, Michoacán, Colima y Nayarit suman el 50%
de los casos. El 85% de los casos pertenecen al ámbito municipal.
La segunda zona de
mayor riesgo es la del centro del país, donde Puebla, Hidalgo, Estado de México
y Guanajuato suman 25 asesinatos contra políticos. En el norte, Chihuahua
registra cinco asesinatos.
– Además de las ejecuciones, la consultora hizo una suma de agresiones globales registradas en 2018,
las cuales ascienden a 357, y de ellas el 72% se han dirigido a políticos
opositores. Puebla es la entidad que encabeza esta lista con 47 agresiones,
seguida de Guerrero, con 44; Veracruz, 33; Oaxaca, 32; Estado de México, 31, y
Michoacán, con 21 agresiones.
– El mismo reporte advierte que “entre el 8 y el 26 de mayo de 2018 se produjeron un total de 52
agresiones contra políticos y candidatos, 20 de las cuales se dirigieron del
partido Morena en 12 entidades del país: Zacatecas, Ciudad de México,
Chihuahua, Puebla y Nuevo León, principalmente”.
– Por alianzas electorales, los asesinatos se distribuyeron de la siguiente manera: la coalición
PAN-PRD-MC registró 37 homicidios, mientras que la coalición oficialista del
PRI-PVEM-Panal sumó 36 asesinatos de sus políticos y la coalición Morena-PT-PES
registró 16.
Si esta tendencia continúa, no es difícil pronosticar que
junio será el verano no sólo más caluroso sino violento en toda la historia de
los comicios federales recientes, especialmente a nivel de alcaldías y en la
zona Centro-Pacífico del país.
Esto, señor Peña Nieto,
no es “autoflagelación”. Es el mapa de la descomposición que deja este periodo
de violencia irrefrenable.
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