miércoles, 30 de mayo de 2018

Nos vamos a acabar la vida (otra vez)


Javier Risco.

Otro periodista asesinado en este país y otra vez este maldito recordatorio que ojalá no se vuelva costumbre.

Nos vamos a acabar la tinta.

Nos vamos a acabar los lamentos.

Nos vamos a acabar la indignación.

Nos vamos a acabar la voz.

Nos vamos a acabar las de ocho.

Nos vamos a acabar las esquelas.

Nos vamos a acabar las lágrimas.

Nos vamos a acabar las marchas.

Nos vamos a acabar las leyes.

Nos vamos a acabar las planas.

Nos vamos a acabar el enojo.

Nos vamos a acabar la tristeza.

Nos vamos a acabar los argumentos.

Nos vamos a acabar los homenajes.

Nos vamos a acabar las columnas.

Nos vamos a acabar las fiscalías.

Nos vamos a acabar las conferencias de prensa.

Nos vamos a acabar los videos.

Nos vamos a acabar la ira.

Nos vamos a acabar las suelas.

Nos vamos a acabar los tuits.

Nos vamos a acabar las entrevistas.

Nos vamos a acabar los abrazos.

Nos vamos a acabar las redacciones.

Nos vamos a acabar los juicios.

Nos vamos a acabar este país.

Ya ni siquiera recuerdo cómo era el México donde no asesinaban a periodistas con la mano en la cintura y en total impunidad.

Hoy escribo de Héctor González Antonio, periodista asesinado a golpes en una calle de la colonia Estrella, en Ciudad Victoria Tamaulipas. La única imagen que he visto de su asesinato es brutal, en medio de un camino de piedras, tirado, olvidado, con uno de sus zapatos a unos cuantos metros, ni siquiera quisieron esconderlo lo hicieron como advertencia, como un anuncio, ¿saben por qué? por la maldita impunidad con la que se sienten todo poderosos.

González colaboraba como corresponsal del diario Excélsior y medios locales, así se describía en twitter: “un reportero que ama su profesión, autocrítico y siempre abierto al aprendizaje, reconozco mis debilidades, pero estoy dispuesto a mejorar”. Esposo y padre. El número 44 de este sexenio.

Francisco Cabeza de Vaca, gobernador de Tamaulipas, expresó sus “más sentidas condolencias a la familia amigos y colegas” del periodista. “Su muerte no quedará impune; tienen mi compromiso de que se investigará y castigará al o los responsables. Descanse en Paz”, comentó en Twitter. Palabras vacías.

Desde el 2000 la lista suma ya más de un centenar y aunque entre 2017 y 2018 se han girado 23 órdenes de aprehensión por presuntos homicidas de periodistas, de las que ya se cumplimentaron 16, eso no significa ni verdad ni justicia para las familias, no hay una verdadera reparación del daño mientras no haya la seguridad de que eso no nos va a volver a pasar.

¿Cuántos más ‘YA BASTA’ se necesitan para que haya mecanismos reales de no repetición?

No terminamos de llorar a uno cuando ya tenemos que enterrar a otro. Y junto al cadáver, la promesa vacía de ‘justicia’, de ‘no impunidad’.

¿Cómo se acostumbra uno a perder la libertad de decir sin que ello se vaya la vida? ¿Por qué ninguno de los candidatos está peleándose por propuestas en materia de libertad de expresión?

Nos vamos a acabar las palabras y aun así los muertos se acumulan.

Nos vamos a acabar la vida y aun así seguiremos recordándolos y pidiendo justicia.

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