Javier Risco.
No recuerdo un informe tan detallado de la situación de la
influencia del dinero en nuestra democracia, como el presentado el martes por
Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad e Integralia Consultores. La periodista
María Amparo Casar, el economista Luis Carlos Ugalde y los investigadores
Ximena Mata y Leonardo Núñez, en 225 páginas, abren una caja de Pandora que todos intuíamos, pero de la cual nunca se
habían dado los cómos ni los hechos: nuestra democracia está cimentada en
cientos de miles de millones de pesos que ilegalmente se mueven y alimentan el
negocio de los votos.
El informe titulado 'Dinero bajo la mesa. Financiamiento y
gasto ilegal de las campañas políticas en México', contiene información invaluable
e imposible de resumir en menos de cuatro mil caracteres; sin embargo, el capítulo 'Mecanismos para el desvío de
recursos públicos con fines electorales' es maravillosamente trágico. La
creatividad con la que hemos aceitado en veinte años el modelo actual del
desvío supera a cualquier película de Hollywood que pretenda mostrarnos el
asalto a un casino de Las Vegas. El mecanismo es impecable para la transa.
¿De qué forma desvían? Aquí
las ocho formas detectadas: Descuentos de nómina –un porcentaje de cada
trabajador se descuenta para beneficio de un candidato–; subcontratación
forzosa –el uso de las universidades públicas para desviar, un ejemplo–;
empresas fantasma o fachada; uso y transformación de recursos en efectivo;
sobrecostos en adjudicación, servicios y obra pública; uso político de
programas sociales; otorgamiento de permisos, como construcción y ambulantaje,
y por último, con medios de comunicación. Somos una máquina para destinar
recurso bueno al malo, en este caso a una campaña.
El informe además de estar repleto de datos es arropado por
más de 60 entrevistas con distintos actores que conocen a la perfección la
dinámica de una elección: exgobernadores, miembros de TODOS los partidos,
empresarios, consejeros electorales, extitulares del SAT, asesores jurídicos,
senadores, presidentes de partidos y operadores de campo. Tanto a Casar como
Ugalde les pregunté en el programa La Nota Dura, de EL FINANCIERO Televisión,
cuál había sido la entrevista más reveladora. El director de Integralia señaló que fue el testimonio de un operador
político el que más lo había sorprendido: “De una manera muy natural nos fue
narrando la lógica, sin pensar si era bueno o malo, simplemente nos decía: ‘el
costo urbano es tanto; el costo del voto rural es tanto, así se organiza; ésta
es la manera para sacar a los votantes a la calle’, era una descripción tan
natural, sincera, abierta, que por un lado yo lo aprecié por ser una fuente
informativa muy importante, pero por otro lado me di cuenta que hay un nivel de
operación política de todos los partidos, y esto es importante decirlo, no hay
distinción, todos son capturados por la misma necesidad de ganar elecciones y
por la tentación de enriquecerse, que la verdad es una industria. Y lo que yo vi es que no hay mucha reflexión
sobre las implicaciones democráticas de lo que hacen”. Por su parte, María
Amparo Casar nos habla de la respuesta
de un candidato que, en palabras de la periodista, evidentemente iba a perder
su elección. Casar le preguntó al candidato: “Oye, ¿para qué te metes a este
desgaste, conseguir la lana, etcétera?”. Y le contestó: “Es un negocio, aun
siendo candidato perdedor, acabo ganando dinero”. Habrá que decirlo, en las
elecciones en nuestro país, también perdiendo se gana.
Estamos siendo testigos
del gran laboratorio, del trabajo final, del desvío más grande. ¿Se consolida
la transa? Todo
parece indicar que del informe 'Dinero bajo la mesa' tendremos una segunda
parte, aún más robusta.
Al final nuestra
democracia se consolida debajo de la mesa.
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