Raymundo
Riva Palacio.
La captura de Juan José Farías
Álvarez es más que la detención de un presunto operador del Cártel Jalisco
Nueva Generación. Es la cara más impura de la fallida estrategia contra la
delincuencia organizada del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto. Durante
casi cinco años lo arroparon como uno de los primeros líderes de los grupos de
autodefensa en Michoacán y lo invitaron a sus reuniones de planeación y
estrategia. No les importó que hubiera estado en la cárcel años antes por ser
uno de los operadores del Cártel del Pacífico en el trasiego de las
metanfetaminas. Lo necesitaban para eliminar a Los Caballeros Templarios.
Farías Álvarez, El Abuelo, fue uno de los precursores de los grupos
paramilitares equipados y protegidos por el gobierno para aniquilar a un
cártel.
La agencia
de noticias michoacana Quadratín lo
describió como “narcotraficante, homicida, autodefensa, empresario y hasta
miembro del quinceavo Cuerpo de Caballería de Defensas Rurales, dependiente de
la 43ª Zona Militar”, quien supuestamente era un objetivo prioritario para el
gobierno y Michoacán, al ser uno de los incondicionales del jefe del Cártel
Jalisco Nueva Generación, Nemesio Oseguera, apodado El Mencho. En estos últimos
años eso nunca pareció ser relevante.
El Abuelo se movía por Tepalcatepec
sin mayor problema.
Sus antecedentes y redes de protección habían sido expuestos en este espacio el
31 de julio de 2013, cuando se publicó:
“Tepalcatepec
es un municipio en Tierra Caliente, Michoacán, frontera con Jalisco, que según
un reporte confidencial del Cisen de 2007, estaba controlado por el Cártel de
Sinaloa –hoy Pacífico– y era puerta de entrada a Jalisco de los precursores de
las metanfetaminas que llegaban a los puertos de Manzanillo y Lázaro Cárdenas,
procedentes de India y China. La plaza la manejaba el Cártel del Milenio –de
los hermanos Valencia–, que se había unido a los sinaloenses en 2006 [para]
enfrentar al Cártel del Golfo y a Los Zetas. El representante era, según el mismo documento, Uriel Farías Álvarez,
alias El Paisa, en ese entonces presidente municipal del PRI…
“El hermano de El Paisa, Juan José
Farías Álvarez, El Abuelo, había organizado a los antizetas, un grupo para
repeler al cártel adversario. Su red de protección abarcaba, según el Cisen, a
la Secretaría de Seguridad Pública local y a miembros de la Iglesia en
Tepalcatepec. El Abuelo estaba vinculado a la red del empresario Zhenli Ye Gon;
y su hermano, jefe de la protección, fue detenido en 2009 en el caso del
Michoacanazo, aunque después recuperó la libertad por falta de pruebas.
“El problema en Tepalcatepec no era
desconocido para el gobierno de (Felipe) Calderón en 2007, cuando se agravó.
Esto sucedió porque fue tan eficaz el golpe a los cárteles, que se quedaron sin
dinero para pagar sicarios, con lo que se dio el traslape de delitos federales
al fuero común. Los matones del Cártel de Tijuana se mudaron a los secuestros
exprés para ganar dinero, mientras Los Zetas se expandieron a la trata,
extorsión y piratería para sobrevivir. En ese traslape falló la estrategia de
Calderón al no tener la solidez institucional para enfrentar los delitos del
fuero común, y perdió el tiempo culpando a los gobiernos estatales de no hacer
nada, cuando en realidad nunca tuvieron ni el dinero ni el tiempo para
fortalecer sus cuerpos policiales. Por otro lado, la estrategia de Calderón
dejó vacíos sin llenar, como el haber detenido a los Farías Álvarez, que
mantenían con violencia la estabilidad, y no fortaleció institucionalmente al
municipio.
“En cinco
años, el vacío se volvió un conflicto. Los Zetas se metieron a Tepalcatepec y
en el cambio de gobierno de Calderón al de Enrique Peña Nieto, el hueco
institucional que se dio a nivel federal fue aprovechado por el Cártel Jalisco
Nueva Generación –la nueva cara del Cártel del Milenio– para impulsar a las
policías comunitarias y a los grupos de autodefensa civil en Tierra Caliente.
Si los grupos en Tepalcatepec son inspiración o no de ese grupo criminal, no se
sabe. Que sí existen cárteles de la
droga en esa zona bajo el disfraz de grupos de autodefensa y policías
comunitarias, es un hecho”.
Tepalcatepec
era por donde los precursores de las metanfetaminas que llegaban al puerto de
Lázaro Cárdenas, importados de China por el empresario Zhenli Ye Gon, que sigue
preso en Estados Unidos, para el Cártel del Pacífico, entraban a Jalisco para
ser convertidos en drogas sintéticas en los laboratorios instalados en el
estado. La muerte de Arturo Beltrán Leyva, en el colofón de la fractura dentro
de esa organización criminal, así como la captura de Joaquín El Chapo Guzmán,
dio origen a otra escisión, donde surgió el Cártel Jalisco Nueva Generación,
que tomó el control de las rutas que trabajaban los Beltrán Leyva para Guzmán.
Los Farías Álvarez aparecían
profusamente en el expediente de Zhenli Ye Gon de la Subprocuraduría
Especializada en Investigaciones de Delincuencia Organizada. La razón por la
que no se quedaron en la cárcel cuando fueron indiciados, es porque el
conflicto intra-gabinete en el gobierno de Calderón hizo que la PGR no
judicializara las intercepciones telefónicas que aportó la Secretaría de
Seguridad Pública en el caso del Michoacanazo, y el juez determinó que las
pruebas eran insuficientes.
El gobierno de Peña Nieto tenía toda
la información, pero en lugar de armar nuevamente los casos, decidió
utilizarlos dentro de los grupos paramilitares para aniquilar a Los Caballeros
Templarios.
La captura de El Abuelo cierra un
capítulo del desastre de la política de seguridad pública, pero las consecuencias legales por
esa limpieza criminal faltan por verse.
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