Raymundo
Riva Palacio.
Andrés
Manuel López Obrador siempre ha hecho, salvo excepciones, lo que dice. Por lo
tanto hay que creerle que el próximo domingo, cuando anuncie qué tipo de
política va a llevar a cabo para apoyar la recuperación económica, excluya
estímulos fiscales para el sector privado, refuerce la recaudación, obligue a
las empresas a no reducir su plantilla ni a rebajar salarios –aunque él sí lo
vaya a hacer en el gobierno–, y se enfoque en la salud, el bienestar y el
empleo.
“Van a ver
cuántos empleos vamos a crear”, enfatizó el jueves en su comparecencia pública
matutina, en la parte más enigmática del compromiso, y pidió que no se compare
a México con otros países –porque su 'transformación' es única–, por lo que no
recurrirá a recetas del pasado. Las cosas están claras. Será a su modo.
En materia
de salud, está preparando el camino para anunciar la fase tres de la pandemia
del coronavirus, aunque ya está previsto, por decreto, que el gobierno pueda
tomar posesión de todos los hospitales y clínicas privadas que necesite para
afrontarla, a costa, como ha dejado ver, de los propietarios, que probablemente
tendrían que subsidiar los costos de operación.
En materia
de bienestar, lo ha señalado varias veces en días pasados, se mantendrán los
programas sociales y la entrega directa de recursos, mediante el financiamiento
de los contribuyentes. La creación de empleos probablemente la focalice en el
Tren Maya y la refinería de Dos Bocas. De ahí su afirmación que esta crisis de
salud llegó en el mejor momento para fortalecer su 'cuarta transformación'.
La apuesta
de López Obrador por la recuperación desafía todo, a la economía y a las
políticas de estímulos en el mundo. Es el único país que no prevé estímulos
para el sector privado, aunque les aprieta fuertemente el pescuezo. Piensa que
la única forma en que puede subsidiar los programas sociales es obligando al
sector privado a financiarlos, y como va a tener que seguir pagando impuestos y
hay una amenaza política en caso de que quieran ajustar sus nóminas, es
probable que muchas empresas cierren. Si esto sucede, dejará la recaudación y
se secará la máquina clientelar en la Secretaría del Bienestar. Podría recurrir
al déficit fiscal, pero no lo hará; en lo profundo de su corazón hay un
neoliberal indómito.
En su cabeza
debe tener la solución, y mucho beneficiaría a los mexicanos que estuviera en
lo correcto. Los expertos, sin embargo, tienen otros datos. Una gráfica
elaborada por Bloomberg con datos del Banco Mundial, la consultora Eurasia, el
Consejo Mundial de Turismo, el Laboratorio sobre el Crecimiento de la
Universidad de Harvard y Lancet, la revista especializada en ciencia, analizó
las vulnerabilidades económicas, la capacidad política y la preparación del
sistema de salud en 38 países.
México se
encuentra en el sótano, dentro, sólo menos peor que Irán. Si bien en la parte
de los sistemas de salud todos los países latinoamericanos, salvo Perú, se
encuentran mal preparados para enfrentar el Covid-19, Bloomberg coloca a México
en una de las situaciones más desventajosas de ese grupo de naciones, sólo por
encima de Argentina, que se encuentra en el fondo, junto a Irán. Italia y
España, las naciones europeas más afectadas hoy en día por el coronavirus,
superan ampliamente a México en su capacidad sanitaria. Francia, que está mejor
que ellas dos, rebasó ayer las cinco mil 300 muertes por el coronavirus.
López
Obrador es visto con una capacidad política limitada. Si alguien lo observa en
México de manera cosmética, esta consideración parece fuera de lugar. Pero si
se analiza su papel este año, donde fue rebasado por la protesta del desabasto
de medicinas, por el movimiento feminista y por su manejo en la crisis del
coronavirus, la consideración ya no luce disparatada. Mientras López Obrador ha
caído en las últimas encuestas publicadas alrededor de 10 por ciento, los
gobernadores del norte del país, que reaccionaron primero para frenar el
contagio del coronavirus, aumentaron su nivel de aprobación.
Los
gobernadores le han quitado liderazgo, no se sabe si efímero o duradero, pero
por el momento lo han rebasado. Varios líderes en el mundo que estaban mal en
las encuestas, como el presidente Donald Trump, o el presidente francés,
Emmanuel Macron, han repuntado sus niveles de aprobación como resultado del
manejo de la crisis del Covid-19. La respuesta negativa que va teniendo López
Obrador en forma creciente por parte de la población, muestra que sus márgenes
políticos se han venido reduciendo ante lo que ven un mal manejo de la crisis
de salud.
En materia
económica, México está en mejores condiciones que Argentina, pero detrás de
Brasil, Chile, Colombia y Perú, dentro del grupo de los países
latinoamericanos. Está menos preparado para enfrentar la crisis que los países
africanos que muestra la gráfica –Egipto, Nigeria y Sudáfrica–, y sin acercarse
siquiera al potencial que le ven a las naciones europeas más afectadas por el
coronavirus hoy en día. Ni siquiera la sociedad comercial con Estados Unidos y
Canadá, que están en el bloque de 14 naciones mejor equipadas para salir bien
de la crisis, impacta positivamente sobre las posibilidades mexicanas.
La gráfica
muestra las consecuencias de lo que ha hecho López Obrador en sus primeros 16
meses de gobierno en materia económica –el decrecimiento–, en el tema de salud,
donde sobresale su proclividad a destruir un sistema de salud sin sustituirlo
por algo real, y su ineficacia en resolver el tema de la seguridad. Él ve una
realidad distinta, pero los datos no mienten. Ya veremos el domingo si hay una
rectificación, aunque el escepticismo es enorme. Pensar en México como lo hizo
este jueves, no convence mas que a su clientela política, insuficiente para
darle la vuelta al rumbo que lleva el país.
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