Enrique
Quintana.
Seguramente
usted ha escuchado el término 'viralizar' alguna vez cuando algún mensaje en
redes sociales crece extraordinariamente.
Bueno, pues
ahora, con la pandemia del Covid-19 ya sabemos lo que eso significa:
crecimiento exponencial.
Estamos más
acostumbrados a observar el crecimiento aritmético. Así que, cuando hay
fenómenos que producen crecimiento geométrico o exponencial, éste resulta a
veces poco comprensible.
Un
crecimiento aritmético ocurre cuando se trata de una cifra constante. Por
ejemplo, si usted adiciona 10 unidades cada vez obtendrá una serie en la que la
secuencia es 10, 20, 30, 40, etcétera.
Pero si el
crecimiento es exponencial, entonces lo que es constante es el múltiplo en el
que crece la serie y no la diferencia.
En ese mismo
ejemplo, si 10 crece a un exponente de 2, la serie sería entonces 10, 100,
1,000, 10,000, etcétera.
Eso es
precisamente la 'viralización'. Y se usa como equivalente del crecimiento
exponencial por el tipo de contagio que se presenta en las epidemias o
pandemias que, por cierto, no siempre son virales, pueden ser también
bacterianas.
Por ejemplo,
en el caso del Covid-19, usted seguramente ha escuchado que la tasa de contagio
es de 2.5, lo que quiere decir que un portador del virus, en promedio,
contagiará de dos a tres personas.
Y cada una
de las personas infectadas contagiará a dos o tres más, y así sucesivamente.
Por eso, el
crecimiento es exponencial.
A nivel
mundial, entre la fecha del primer enfermo reportado y las cifras por la tarde
del día de ayer, cuando se llegó casi a 860 mil casos, han transcurrido 81
días. Esto implica una tasa de crecimiento diaria de 16.9 por ciento.
En México,
la tasa desde el 27 de febrero, cuando fue notificado el primer contagio, hasta
el día de ayer, con mil 215 casos confirmados, la tasa es de 22.9 por ciento.
Si estas
tasas se mantuvieran –subrayo este supuesto–, tendríamos alrededor de 92
millones de casos en el mundo al finalizar el mes de abril y 590 mil casos en
México.
Desde luego
que ese es el escenario inercial, el que ocurriría si el crecimiento
exponencial no logra amortiguarse.
Hay quien no
entiende que estamos en una guerra contra el virus. Pero guerra, literalmente.
No es metáfora.
El virus,
por su genética, busca reproducirse. Y solo puede hacerlo parasitando las
células del huésped. No lo puede hacer por sí mismo. Nosotros somos su huésped.
En su naturaleza está el buscar infectar a más y más células, y eso solo puede
hacerse a través del contagio.
El
distanciamiento social es la estrategia que tenemos al alcance en esta guerra
–por lo pronto– para que el virus sea derrotado, sea porque desarrollemos
inmunidad al sanar o bien porque el huésped falleció.
Los números
que le presento arriba, y que son terroríficos, son los que se presentarían si
no logramos cambiar la tendencia.
Afortunadamente
parece, solo parece, que el pico de casos nuevos ocurrió hace pocos días. Fue
el 28 de marzo, cuando llegamos a 66 mil 761 nuevos casos, el día de mayor
número. El 30 de marzo la cifra bajó a 61 mil 348.
Pero el
indicador no es suficientemente robusto. Podríamos tener un repunte si otros
países u otras ciudades en los países afectados, repuntan próximamente.
Más nos vale
imaginar que si no logramos evitar que el virus siga saltando de una persona a
otra, como ha sucedido hasta ahora, tendremos ese escenario impactante que las
tendencias reflejan y que nos llevarían a casi 600 mil casos en México apenas
en el lapso del mes que hoy comienza.
Decidamos.
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