Salvador Camarena.
Houston,
tenemos un problema. O muchos, pero éste es uno muy delicado. No es nuevo, pero
hoy tenemos nuevos y escabrosos detalles.
Ese problema se podría llamar el día
que las universidades aceptaron prostituirse al firmar convenios con entidades
del gobierno federal.
Animal Político y Mexicanos contra la
Corrupción y la Impunidad presentan estos días una serie de reportajes sobre un
mecanismo de desvío de recursos en donde ocho universidades tuvieron un rol
protagónico.
Cito
párrafos del reportaje:
“El esquema
es simple: para eludir la Ley de Adquisiciones –que los obligaría a hacer
licitaciones y poner a diferentes empresas a competir–, las dependencias
firmaron convenios con universidades públicas. La ley permite hacerlo, pero
sólo si las universidades realizan al menos 51 por ciento del servicio
contratado (ninguna respetó eso).
“Las
universidades subcontrataron a 186 empresas y cobraron por esta intermediación
una comisión de entre 10 y 15 por ciento del total del convenio. Esta
triangulación viola la ley, como reconocen los propios funcionarios públicos
consultados.
“De las 186
empresas seleccionadas en estos convenios, 128 presentan irregularidades, de
acuerdo con las propias autoridades consultadas y a la visita que Animal
Político y MCCI hicieron a sus oficinas: el Servicio de Administración
Tributaria (SAT), por ejemplo, entre 2014 y 2015, declaró ‘fantasma’ a 11 e
investiga a nueve más por la misma razón; 28 no tienen dirección; 12 fueron
desmanteladas apenas recibieron los contratos; ocho no están en las direcciones
que declararon; 44 no cuentan con registro ante la Secretaría de Economía,
requisito indispensable para operar; seis se dedican a temas que no tienen
relación con los servicios para los que recibieron contrato y 10 más no fueron
localizadas por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) cuando las buscó
para revisar su legalidad.
“Es decir, ninguna de estas 128
debieron recibir contratos públicos, según lo que establece la ley.
“Hay casos donde el esquema involucra
hasta 12 empresas en un mismo contrato. Una o dos empresas realizan el servicio
y el resto cobra por no hacer nada.
“Por
ejemplo, el gobernador electo del Estado
de México, Alfredo del Mazo, estaba al frente del Banco Nacional de Obras y
Servicios Públicos (Banobras) en 2013, cuando el organismo firmó tres convenios
por 491 millones de pesos con el Fondo de Fomento y Desarrollo de la
Investigación Científica y Tecnológica (Fondict) de la Universidad Autónoma del
Estado de México, un fideicomiso público que ofrece asesorías, outsourcing o
capacitación, y cuya gestión es independiente de la Universidad.
“Para hacer los servicios ‘de
control, operación y soporte’ de la red interna de Banobras, el Fondo contrató
a dos empresas, una de ellas Intellego Servicios de Consultoría S.A. de C.V.,
que se quedó con una comisión y que a su vez contrató a cinco más. Todas,
excepto una, tienen una constante: irregularidades –como que no tienen ni
siquiera dirección fiscal– que les impedirían recibir contratos públicos de
manera directa.
“La única
localizada, que opera de forma aparentemente legal, fue QUITZE, S.A. de C.V.
Recibió 452 mil 500 pesos para realizar los servicios, es decir, 1.18 por
ciento del monto original de los convenios firmados por Banobras. Prácticamente
nada. Del resto, 490 millones de pesos, no hay rastro.”
Los
periodistas apenas si revisaron 73 convenios suscritos en 2013 y 2014. Hasta
tres mil 433 millones de pesos se habrían perdido en los mismos. Y las
universidades fueron cómplices de ello. Hay más de dos mil 61 convenios de ese
tipo.
Si las casas de estudios donde
formamos jóvenes se corrompen, ¿qué nos queda?
Tenemos un
problema. Uno muy grande. Ojalá visiten
animalpolitico.com y/o contralacorrupcion.mx.
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