Las tres entidades más violentas de
la República mexicana [Guerrero, Colima y Sinaloa] son gobernadas por el PRI.
Dos de ellas, de acuerdo con el Índice de Paz México 2017, presentan niveles
alarmantes de criminalidad: Guerrero es el menos pacífico por cuarto año
consecutivo, donde la violencia retornó a niveles de 2011 –62 homicidios por
cada 100 mil habitantes–. Y Colima, hoy día, tiene la tasa de homicidios más
alta a nivel nacional –77 muertes por cada 100 mil habitantes–.
En total, 11 entidades federativas
tienen alto grado de incidencia delictiva, refiere el Índice del Institute for
Economics and Peace (IEP), un think tank independiente. Cuatro de ellas son
manejadas por el Partido Revolucionario Institucional (PRI); tres por Acción
Nacional (PAN); y tres más por el Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Sólo una está en manos de un político independiente: “El Bronco”, en Nuevo
León.
El problema, en ese sentido, no
radica necesariamente en quién gobierna la entidad, sino en cómo se está
aplicando la estrategia nacional de seguridad pública, tanto a nivel local como
nacional, refieren
analistas consultados por SinEmbargo. Empero, uno de los problemas centrales del combate a la violencia se ve
reflejado en “la debilidad institucional de los gobiernos locales, tanto
estatales como municipales”, mencionó el doctor David Morales González,
especialista en procesos políticos de la Facultad de Estudios Superiores
Acatlán de la Universidad Autónoma de México (UNAM).
Para él, la corrupción y la
impunidad, sumados a la “falta de una estrategia eficaz por parte de las
fuerzas federales”, hacen que el combate a la violencia esté fallando.
“No sólo se trata de una política
policiaca y de fuerza, sino que tiene que ver con miras a las causas sociales
de la violencia”,
explicó.
Este año, la sangría no se detendrá
en México. Incluso, el mes pasado, llegó a alcanzar niveles históricos desde que,
en 2006, durante el mandato de Felipe Calderón Hinojosa, diera inicio la
denominada “guerra contra el narcotráfico”.
En el primer semestre de 2017, con
más de 12 mil asesinatos, la administración de Enrique Peña Nieto, que se
encuentra en la recta final de su ejercicio, tuvo 16 por ciento más homicidios
que durante ese mismo periodo de 2011 -el más violento en los últimos once años…
México
rompió un récord infame y las cifras oficiales, asimismo, lo corroboran. De
acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública
(SESNSP), entre enero y octubre de este año, se registraron cuando menos 20 mil
878 homicidios dolosos; esto es ocho por ciento más que en el mismo periodo de
2011 [19 mil 347] y 15.3 por ciento más que en 2012 [18 mil 102].
Sin embargo,
la estrategia del Gobierno federal sigue
siendo la misma que la de 2006, sin que haya logrado contrarrestar -de acuerdo
con las cifras oficiales- los efectos de la violencia. El “fuego contra fuego”
es la dinámica vigente. La guerra interna tiene impactos económicos abrumadores
–3.07 billones de pesos en 2016, refiere el IEP– y el Gobierno federal sigue
destinando más recursos para combatir, con plomo, al crimen organizado.
Entre 2013 y 2017, sólo el
presupuesto de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) para el Programa
de Seguridad Pública tuvo un aumento presupuestal de 12.3 por ciento [una
diferencia de 344 millones 169 mil 580 pesos], indican los montos aprobados por
la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). A pesar de mantener a los
soldados en la calle, la tasa de homicidios dolosos en el país, hasta octubre
de este año, fue 6.1 puntos superior a la del mismo periodo en 2006. Asimismo,
las tasas de extorsión y de secuestro aumentaron en 0.97 y 0.9 puntos,
respectivamente.
No obstante,
la tasa de delitos con violencia ha disminuido a nivel nacional -este año fue
9.2 por ciento menor que el anterior, según datos del IEP-. A pesar de ello, la situación de violencia
en nuestra nación es crítica.
“En la última década ha habido un incremento
significativo en el número total de muertes por conflictos internos” a nivel
mundial, refiere el índice Global de Paz de este año. “El segundo país que más
se ha violentado -después de Siria- es México”, recalca. Inclusive más que
países como Afganistán, Irak y Yemen.
En este
clima de inseguridad, de las 14 entidades que gobierna el partido Tricolor en
la actualidad, cuatro [Guerrero, Colima, Sinaloa y Zacatecas] tienen niveles
altos de violencia y cinco [Sonora, Oaxaca, Jalisco, Estado de México y San
Luis Potosí] se mantienen en nivel medio, refiere el IEP.
Las
entidades gobernadas por el PAN, empero, no se quedan atrás. Baja California y
Baja California Sur ocupan los lugares cuarto y quinto como las más violentas
del Índice, a nivel nacional. De los 12 estados blanquiazules, tres -incluyendo
Chihuahua- tienen alto grado de criminalidad y seis [Guanajuato, Tamaulipas,
Durango, Puebla, Aguascalientes y Veracruz] presentan un nivel medio.
Asimismo, de
los cuatro estados gobernadas por el PRD -sin considerar aquellas en que
gobierna en coalición con el PAN-, tres son preocupantes por sus elevados
márgenes de violencia [Morelos, Michoacán y la Ciudad de México]; y una más
[Tabasco] se mantiene en nivel medio. Por lo demás, el único gobierno
independiente a nivel federal –el de Nuevo León– se posiciona como el octavo
estado más violento del país.
Para Erubiel
Tirado, coordinador del Programa de Seguridad Nacional de la Universidad
Iberoamericana, la relación entre la violencia criminal y una determinada
administración –en este caso, los gobiernos de los estados– “es relativa”, ya
que entran en juego diversos órdenes de gobierno. En su opinión, es necesario establecer,
primero, si existe una relación entre el grado de criminalidad y de violencia,
en una zona o “dominio político” específico.
Sin embargo,
reconoce que en México “tenemos una
visión primitiva del fenómeno [de la violencia criminal], en donde solamente se
persigue y se descabezan líderes de organizaciones, o se enmarca un número
determinado de objetivos para neutralizarlos”. Por ello, dice, “lo que vemos es
un fracaso de esta óptica. Y no solamente un fracaso, sino un recrudecimiento
del fenómeno de la violencia en el país”.
LOS
GOBIERNOS MÁS VIOLENTOS SON DEL PRI
Guerrero, Colima y Sinaloa comparten
características similares: en la actualidad tienen administraciones priistas;
son los estados más violentos en el país –según el Índice de Paz México 2017–,
y la violencia, de acuerdo con las cifras oficiales, no ha parado de
asediarlos.
Para resolver la violencia ligada a
la criminalidad, “hay que actuar para resolver problemas añejos como la
marginación y el desempleo”, explicó el doctor Morales de la UNAM. También está el tema de la administración de justicia. “Hay un grado
elevado de impunidad; el Estado de Derecho está débil y eso permite que no se
inhiban las condiciones del delito”, abundó.
Asimismo, dijo que la prevención es lo más
importante, aunque la están dejando de lado. “Eso tiene que ver con ir a las
causas del problema y no con atacar necesariamente al problema de manera
frontal con armas […]. Requerimos ir formando a las nuevas generaciones en una
cultura de la convivencia y de la paz; pero también de oportunidades [empleos y
combate a la pobreza], educación y una mejor formación”, comentó.
Guerrero es la entidad más violenta
de México y no ha dejado de serlo, por lo menos, desde 2013. Según la información del SESNSP, del
cierre de 2013 al de 2016, la incidencia delictiva se redujo en 7.8 por ciento.
En contraste, entre 2007 y 2012, la
criminalidad aumentó casi en 63 por ciento.
Lo anterior
indicaría que las administraciones del PRD [2012-2015] y del PRI
[2015-presente], en el actual sexenio, no han dado suficientes resultados en
materia de combate a la violencia a nivel local. Y el actual Gobernador de Guerrero, el priista Héctor Astudillo Flores,
no habría logrado sostener la promesa del Gobierno federal que, en septiembre
de 2015, en la voz del Secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong,
anunció mejoras a partir del fortalecimiento de la seguridad con un aumento en
la presencia de las fuerzas federales en la entidad.
Colima, de 2013 a 2017, no ha
superado el aumento en la violencia que sufrió a raíz de la guerra contra las
drogas –aunque ha dado pasos importantes, según las cifras–. Sin embargo hoy,
al estado que antes fuera orgullo de paz a nivel nacional, lo carcomen los
exabruptos. Desde 2013, ha sido manejado por tres priistas: Mario Anguiano
Moreno [2009-2015], Ramón Pérez Díaz [interino de 2015 a 2016] y José Ignacio
Peralta Sánchez [2016-presente].
El año en
que Felipe Calderón dejó la Presidencia de la República [2012], Colima tenía
más incidencia delictiva que en 2007 -el primer año de mandato del político
panista-. En menos de seis años, la criminalidad repuntó en 17.5 por ciento. Al
cierre de 2013, durante la gestión de Anguiano, los registros de delitos en la
entidad decayeron en casi un 11 por ciento. Para 2016, el decremento ascendió
al 13.1 por ciento.
No obstante, entre 2012 y 2016, las
tasas de homicidios y de extorsión en la entidad, por cada 100 mil habitantes,
han ido al alza: en 29.35 y 7.43 puntos, respectivamente.
En Sinaloa,
en cambio, existen resultados de mejora en materia de combate al crimen, según
el Índice de Paz y las cifras del Secretariado. Entre 2007 y 2016, tiempo en
que corrieron las administraciones del priista Jesús Aguilar Padilla
[2004-2010] y del panista Mario López Valdez [2010-2016] –mejor conocido como
“Malova”–, los ilícitos decayeron en casi un 14 por ciento. Asimismo, las tasas
por cada 100 mil habitantes de homicidio doloso, secuestro y extorsión han ido
a la baja en los últimos cuatro años, en 9.06, 0.73 y 0.84 puntos porcentuales,
cada uno.
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