viernes, 8 de diciembre de 2017

Sembrar paz.

Javier Risco.

En los últimos 11 años, tener una obsesión con la palabra ‘guerra’ nos ha costado la vida de 234 mil 996 mexicanos. En los últimos dos años el número de mujeres que están presas por delitos relacionados con el narcotráfico –en el que ellas no tenían una participación como líderes– se ha duplicado en el país. Y en dos sexenios hemos ‘sembrado’ al menos mil 548 cadáveres que entre 2007 y 2016 fueron localizados en fosas clandestinas. ¿Y si tomáramos en serio la idea de sembrar paz en lugar de guerra?

La última semana hemos escuchado múltiples ataques a la propuesta de uno de los virtuales candidatos a la presidencia sobre otorgar amnistía a los narcotraficantes. Todo el discurso se ha enfocado en lo "absurdo" de perdonar a quienes han "mantenido en guerra al país" ¿Y si nos detuviéramos a pensar en una forma de hacerlo viable?

Esta semana, en el programa, Así las cosas, junto a la periodista Gabriela Warkentin, tuve oportunidad de entrevistar al investigador sinaloense Froylán Enciso, quien lleva mucho tiempo estudiando y especializándose en economía política de las drogas y planteó un escenario en el que vale la pena detenerse: ¿Y si pensamos en la ‘amnistía’ como una forma de transformar la cultura de guerra a la que hemos apostado los últimos dos sexenios y buscamos construir una de paz?

No, no se trata de sacar al Chapo Guzmán de la cárcel ni de ir perdonando capos, se trata de analizar el problema en su conjunto y pensar en todos los actores sociales involucrados. En las víctimas, no sólo las que han perdido la vida y sus familias, sino también aquellos que han sido forzados a involucrarse en esta espiral de violencia.

“¿Por qué no pensar en una amnistía a las víctimas de los narcotraficantes, en una amnistía, por ejemplo, a los consumidores de mariguana, una amnistía a todas las mujeres, las muchísimas mujeres que están llenando las cárceles porque las agarraron con pequeñas cantidades de mariguana o de cualquier otra droga, por qué no pensar en una amnistía a ellas, o por qué no pensar en una amnistía a las mulas, todos estos migrantes que son usados como mulas por el crimen organizado, que son coaccionados para participar en el crimen organizado de esa manera.

“Y otro grupo al que yo le daría una amnistía si tuviera una varita mágica o el poder del Estado de mi lado, otro grupo al que le daría una amnistía sería a los productores de drogas, de mariguana específicamente, en las tierras de Sinaloa, en la sierra de Guerrero, que han sido empujados por este sistema económico, que han sido empujados por el prohibicionismo de drogas a este tipo de producción”, plantea el investigador del CIDE.

Y es que, si nos detenemos a pensar que durante dos sexenios nuestra única cosecha han sido más de 30 mil desaparecidos, más de 850 fosas clandestinas por todo el territorio nacional, 15 mil 700 ejecuciones directamente relacionadas con el narco y la proliferación de más grupos del crimen organizado, hace falta que tomemos en serio el debate y construyamos una propuesta que no piense en muerte, sino en vida.

No se trata de admitir los dichos de un candidato que tampoco ofreció una propuesta concreta, se trata de traer el tema a la agenda nacional, al debate, a propuestas serias y NO politizarlo y descalificarlo de entrada ¿Cómo? El propio Enciso da una alternativa: preguntar directamente a las víctimas.

“Para crear nuestros recursos con nuestros planteamientos nacionales, no para repetir lo de Colombia o lo de Ruanda o Ecuador, sino crear nuestro propio discurso de construcción de paz, necesitamos no hacer una consulta popular sino acercarnos a las víctimas; las organizaciones de víctimas están ahí, con propuestas concretas y sólo basta que desde el poder se les escuche, sólo basta que se les dé un poquito de espacio”, propuso.


Y es que en un país donde las nuevas generaciones han normalizado la violencia, la muerte, el dolor y la impunidad, en una coyuntura de cambio como la que estamos atravesando, sería un gran momento de pensar qué queremos cosechar los próximos años: muerte o paz.

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