Javier Risco.
En el tema de la reforma educativa, Andrés Manuel López
Obrador es irreductible: “Quiero enviar un mensaje (…) a los maestros que están
organizados en la CNTE, a los maestros organizados en el SNTE, a todas las
maestras y maestros de México.
“Quiero aquí, desde mi tierra, desde mi agua, hacer el
compromiso con todo el magisterio nacional que al triunfo de nuestro movimiento
se va a cancelar la mal llamada reforma educativa”. La reforma educativa para
atrás desde el día uno en que López Obrador habite Palacio Nacional (recuerden
que él se niega a estar en Los Pinos).
Al platicar con gente cercana al candidato de Morena insisten
que en eso no hay punto de negociación: tienen la convicción de que 90 por
ciento de los maestros está en contra de esta reforma y que debe replantearse
por completo. Reiteran que echarla para abajo no encontrará ninguna resistencia.
Por su parte, la
ministra en retiro Olga Sánchez Cordero, quien está en la lista de plurinominal
del Senado y quien fue propuesta por López Obrador como secretaria de
Gobernación, no es tan radical: “No me puedo pronunciar en contra de la reforma
porque es una reforma que está en proceso, pero hablemos de contenidos
(educativos), los contenidos tienen que cambiar (…) vamos a evaluarlo, tenemos
que ver los contenidos de la reforma educativa”.
Tal vez esta última postura sea la más prudente después de
escuchar los resultados del estudio 'La escuela que queremos', que presentaron
una serie de investigadores de la organización Mexicanos Primero, quienes
hicieron una evaluación necesaria de la reforma, señalando sus beneficios y sus
principales debilidades.
El estudio analiza 16
políticas públicas impulsadas desde 2013 con la promulgación de la reforma
educativa.
No es sorpresa que una
de las cosas más débiles de la reforma educativa, subrayado por estos
intelectuales, sea algo que es un lastre del gobierno en turno: la opacidad,
algo que no permite evaluarla con todos los enfoques que nos dieran un panorama
real de la implementación de una de las reformas estructurales que detonaron en
un conflicto con el magisterio, que fue durante décadas el brazo fuerte del
partido en el poder.
“La falta de
información adecuada es un mal generalizado en todo el sistema educativo
nacional.
“Se destaca, en este caso, la falta de transparencia sobre el uso de recursos para mejorar la
infraestructura escolar (...), la reconstrucción de más de 16 mil escuelas
dañadas en los sismos de septiembre”, señaló Jennifer O’Donoghue, una de las
presentadoras del informe de resultados.
En este país ni
siquiera la forma en que se implementa un cambio de modelo en la educación, uno
de los grandes rezagos sociales, es transparente en un sexenio que se peleó
constantemente con una sociedad más exigente con la rendición de cuentas, con
una sociedad civil que está dispuesta a fiscalizar aquello que el presidente
presume como una de las herencias de su administración.
Antes de meternos a profundidad para conocer si la reforma
educativa implica métodos de enseñanza más efectivos, nos topamos con que ni siquiera hay acceso para saber el gasto en la
infraestructura escolar.
“(A la opacidad) sumó
la falta de rendición de cuentas en escuelas y alumnos beneficiados con
programas de tecnología, así como la publicación completa de información de la
ubicación de plazas y función que desempeñan.
“El documento también señala la opacidad en el destino de
fondos destinados al gasto corriente, de compensación y de operación”, señala
una nota del diario Reforma al respecto.
Cómo podemos confiar en
que en la educación está la esperanza de una sociedad más crítica e informada
si ni siquiera podemos vigilar la forma en que están educando a las siguientes
generaciones; si antes de saber si los maestros están
preparados tenemos que cuidar que sean maestros a los que contraten; si hay
que preocuparse más por sus inasistencias y por cada peso que se gaste que por
verificar que haya programas de estudio adecuados.
“¿Qué nos toca a los ciudadanos en general? Nos toca
emplazar, nos toca monitorear, nos toca pedir y recibir la rendición de cuentas
de los gobernantes para verificar que honraron la propuesta, nos toca también
proponer”, cuestionan los especialistas. Y es que es ahí, no bajando la guardia
y no dejando de preguntar y cuestionar, en donde está nuestra principal tarea.
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