Vecinos de la colonia La Planta, en
la Delegación Iztapalapa de la Ciudad de México viven con miedo y con la
incertidumbre por no saber los riesgos de reconstruir sus viviendas ubicadas
sobre una falla geológica que se activó tras el sismo de 2017.
Los colonos requieren de estudios geológicos y la
medición de la velocidad de hundimiento en la zona, pero a más de seis meses
las autoridades capitalinas no les han dado respuestas, denuncian.
La ruptura
de la Placa de Cocos –a 57 kilómetros de
profundidad por debajo del continente– provocó el sismo de 7.1 grados que
sacudió Morelos, Ciudad de México, Puebla y Oaxaca en septiembre pasado.
En la Ciudad
de México, situada en una planicie lacustre, al menos 5 mil 765 casas resultaron dañadas, de acuerdo con las cifras
oficiales de los gobiernos federal y local; no obstante, ciudadanos del
colectivo Damnificados Unidos estiman que son al menos 7 mil familias afectadas
por los estragos que dejó el movimiento telúrico, según un censo que ellos mismos
levantaron con apoyo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La Delegación de Iztapalapa es
considerada como una de las zonas de más alto riesgo y en esta demarcación
colonias como La Planta, Cananea y El Molino fueron de las más afectadas.
La Planta es una colonia que se fundó
hace 47 años. Antes era una Hacienda en donde había una planta de luz y
molinos, de ahí los nombres de la colonia y de sus calles.
Por años, los residentes creyeron que
los surcos, que aparecían de pronto, y los hundimientos que se generaban eran
por las grietas que adjudicaban a los pozos de extracción. La colonia poco a
poco se fue poblando.
El barrio
empezó a crecer desmedidamente en la década de los 80 del siglo pasado. Después
del terremoto de 1985 reubicaron a decenas de vecinos a una zona totalmente
fracturada, les dieron créditos por medio del Instituto de Vivienda de la
Ciudad de México (Invi) y del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos
(Banobras) sin hacer un estudio del suelo, platicó Elisa Velasco, vecina del
lugar.
“Sin
embargo, lo que creíamos que eran sólo
grietas es una falla que se activó con el temblor pasado, recorrió las colonias
y partió casas en La Planta, y la Colonia del Mar en Tláhuac”, comenta
Elisa.
Sobre la fractura geológica hay alrededor
de 44 viviendas en la calle Molino Arrocero, 125 de una unidad habitacional y
48 inmuebles en la calle Revolución. Además, se estima que otras 200 casas
están a menos de 20 metros de la falla, dice Velasco.
La apertura de los suelos en
Iztapalapa no es resientes y las fracturas se han reportado desde hace décadas.
El estudio
“Identificación y caracterización de los diferentes tipos de fracturas que
afectan el subsuelo de la Delegación Iztapalapa”, realizado en abril de 2011
por Dora Celia Carreón Freyre, Doctora en Ingeniería Geológica, ya reportaba que el suelo de esa
demarcación presenta hundimientos desde la mitad de la década de 1950, cuando
comenzó la extracción de agua subterránea en la zona oriente de la CdMx.
La doctora
exhibe en el documento que, aunque el fracturamiento se ha reportado desde
1960, es a partir de 1982 que se
encuentran registros de fracturas en la Avenida Ermita Zaragoza en la Colonia
Jacarandas, y que hay desplazamientos mayores a los tres metros en más de 25
años.
“Es importante
remarcar que la distribución del hundimiento y deformación en la Ciudad de
México, y en particular en la Delegación Iztapalapa, no es homogénea y está
influenciada principalmente por la presencia de los edificios volcánicos de la
Sierra de Santa Catarina y Peñón del Marqués”, plantea el estudio.
Los estudios de Cartografía e
Ingeniería Geológica y Geotécnica de las fracturas en zonas localizadas de la
Delegación Iztapalapa iniciaron a raíz de afectación ocasionada por el sismo de
1985.
Este fenómeno ya ha cobrado vidas
humanas. El 7 de julio de 2007 se registró el evento más importante de fractura
de subsuelo en la zona de Tezonco, cuando la tierra se abrió a 20 metros de
profundidad en las calles Vista Hermosa y Guadalupe Victoria de la colonia
Lomas de San Lorenzo, y desde entonces provocó el interés académico, ya que los
reportes de aparición fracturan también incrementaron desde entonces, de acuerdo con lo expuesto por
Carreón Freyre en su estudio.
“Los resultados obtenidos hasta ahora
demuestran que no existe una sola solución al problema de fracturamiento que se
pueda aplicar a todos los casos, por lo que las medidas de mitigación que se
pretende aplicar deben considerar los procesos de generación y propagación de
las fracturas”,
expone.
La casa de Hermilio conformada por
tres pisos “quedó volando”, pues debajo de ella hay un hueco que alcanza hasta
los dos metros de profundidad en algunas partes. “Aquí bajo ya no hay nada”, la
casa se sostiene apenas de algunas rocas y bardas que rellenaron algunas partes
del hueco que salió”,
explica.
Elementos de Protección Civil fueron
los primeros en llegar a la casa de Hermilio un día después del sismo. Le
dijeron que la mitad de su casa era habitable y la otra no. No hay que ser
experto para saber que mi casa quedó con daño total, dice el vecino.
Los topos Azteca pasaron al otro día
y le confirmaron a Hermilio que su casa no era habitable. Lo mismo le dijo un
geólogo.
Hermilio vivía junto con su esposa,
sus tres hijos y nietos. Al tercer día del sismo tuvieron que desalojarla y
quedarse afuera en casas de campaña. Hasta la fecha viven ahí porque las
autoridades no les han resuelto satisfactoriamente.
VIVIR CON
INCERTIDUMBRE.
Vivir en una zona donde el suelo es
totalmente inestable es preocupante. No contar con todos los estudios para
tener información sobre el comportamiento es agobiante, dice Elisa Velasco, vecina de La
Planta.
Elisa, como varios colonos, pide que
se realicen estudios que proporcionen un panorama real del suelo en el que
están sus casas y si es factible la reconstrucción de las viviendas sobre lo
que algunos geólogos le han dicho que es una falla geológica la que provoca
hundimientos de tres milímetros cada 15 días, según explicaron.
“Es triste, es preocupante y también
nos da mucha tristeza que no nos informen [las autoridades] cuál es la
situación que debemos de afrontar. El desconocimiento es lo que nos entristece.
Sé que yo estoy cerca de una fractura, pero me preocupa mucho la vida de los
vecinos que están sobre la falla geológica”, comenta la mujer.
Velasco
explica que han solicitado al Gobierno de la CdMx la realización de estudios al
subsuelo para determinar si las viviendas se pueden reconstruir o es necesario
evacuar la zona por etapas: primero los que están en las callas sobre la falla
y después las viviendas a los alrededores.
De acuerdo
con la residente han demandado también un estudio que mida la aceleración con
que se hunde la tierra. Las autoridades no han hecho caso a sus peticiones a
seis meses del temblor, abunda la vecina.
Elisa comenta que el Gobierno de la
Ciudad de México les ha dicho que eso es algo que tiene que ver la Delegación
Iztapalapa.
“Pero mis impuestos se los queda el
Gobierno de la capital, a ellos les pago impuestos. Los estudios que
necesitamos son el acelerómetro para ver con que rapidez nos estamos hundiendo.
Nos comentan que tenemos tres milímetros de hundimiento cada 15 días, esto se
ha visto se ha aumentado por los 28 pozos de extracción de agua que hay en a la
zona”, dice la
mujer.
El Gobierno sólo les ha propuesto la
realización de dictámenes de mecánica de suelo, pero Elisa dice que no son suficientes
y no determinan si es posible la reconstrucción de sus viviendas.
Además, denuncia, que por otra parte
el Gobierno ya empezó a repartir apoyos a vecinos sin un estudio de fondo: “No
hay programas bien desarrollados”.
A Hermilio le entregaron dos tarjetas
de Bansefi: una de 100 mil pesos y otra por 30 mil pesos. El hombre dice que en
la de 30 mil sólo le depositaron 25 mil pesos y en la de cien mil pesos no le
han entregado nada;
pero, agrega que él lo que necesita no es que le den para reconstruir porque su
casa es pérdida total.
Por seis meses ha vivido en una casa
de campaña que es un horno en tiempo de calor y muy fría en invierno.
Hermilio, al
igual de Elisa, espera un estudio y que lo reubiquen. Tampoco está de acuerdo
en que le ofrezcan créditos pues como adulto mayor ya no está en las mismas
condiciones para aceptarlo.
“No es lo mismo hoy que hace 25 años,
cuando empecé a construir y yo tenía veintitantos años; ahora que tengo
cincuenta y tantos, comprar un terreno y volver a construir una casa, o comprar
un departamento es casi imposible. No es justo que se nos ofrezcan créditos”, dice.
Vania
Salgado, de la organización Damnificados Unidos, informa que de 7 mil familias que aglomeran a cerca de 28 mil personas
afectadas por el sismo, en alrededor de 71 por ciento hay adultos mayores, de
acuerdo a un censo que ellos levantaron con el apoyo de estudiantes de la UNAM.
La activista agrega que del total de los damnificados un 48 por ciento madres
solteras.
En tanto, la
damnificada plantea que como organización piden
que las autoridades reconozcan la gravedad de la afectación, que restablezcan
las mesas de diálogo que suspendieron desde febrero pasado y que no discriminen
en sus censos con estudios socioeconómicos que no ofrecen un diagnóstico real
del daño que dejó el temblor.
VIVIR CON LA
GRIETA.
“Tenemos que
aprender a vivir con la grieta”, dice también Elías Aguilón, otro vecino de la
Planta.
La opción para este colono es que
deben de aprender a sobrellevar las fracturas del terreno y de la extracción de
agua porque de lo contrario se tendría que hacer una evacuación masiva, en lo
que no estaría de acuerdo porque afirma que no quiere dejar el lugar donde
creció y donde formó su patrimonio.
“Yo no veo dónde sería un buen lugar
para unificarnos. Al menos no en nuestras condiciones porque, ¿a dónde nos
podrían mandar? ¿A campamentos como ese?”, pregunta.
El vecino
dice que las grietas en la zona han existido por muchos años. El hombre
reconoce que existe el riesgo de más fracturas o más daño con otro sismo, pero
afirma que no puede vivir de manera negativa a la espera de otra tragedia.
“No pero no
vamos a perder el tiempo esperando otro sismo, no podemos estar esperando, yo
creo que hay que vivir bien, sin temor”, considera el colono.
Elías afirmó que la mayoría de los
vecinos está a la espera de estudios que les confirmen si es factible la
reconstrucción; sin embargo, hay un grupo de habitantes –como él– que no
quieren esperar y no quieren dejar sus casas, aunque tengas algunos daños.
“Lo que nosotros podemos hacer es
acomodarnos lo mejor que podamos, lo demás pues es lo que le corresponde a
Gobierno, porque perder la casa, que es un patrimonio, es duro. Y yo te lo
aseguro que el Gobierno no quiere acomodarnos en ningún lugar más que en
campamentos”,
afirma.
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