Javier Risco.
Además de la
presidencia de la República, en el país se juegan nueve gubernaturas y la
conformación de congresos locales y el federal. Y aunque cada territorio
disputado tiene una importancia específica por la que los partidos han apostado
más en unas zonas que en otras, lo que ocurre en la capital del país es un
botón de muestra del verdadero juego de los partidos.
Hace más de un año, la primera
Constitución de la Ciudad fue aprobada y aunque los partidos del Frente han
diluido con leyes secundarias hechas a modo muchos de los avances importantes
del texto constitucional, hay algo que nadie tocó y que ha puesto la lucha de
puestos locales en el centro de una batalla: las alcaldías.
Ayer, 80
candidatos emprendieron las campañas para ser alguno de los primeros 16
alcaldes de la Ciudad de México. Un puesto que tras la aprobación de la
Constitución no implica sólo un cambio de nombre en los 16 territorios en los
que se divide esta ciudad, sino que implica la oportunidad de dominar la parte
de gobierno más cercana a la gente, aquellas estructuras primarias desde las
que el voto duro se va construyendo. Los nuevos alcaldes tendrán 75 facultades
de gobierno, 42 de ellas que podrán ejercer de forma exclusiva, otras que harán
en coordinación o subordinación con el gobierno central, pero que les han dado
la suficiente manga ancha como para volverse el puesto de codicia de esa
izquierda que hoy domina dividida en dos: PRD y Morena.
Quizás usted crea que, frente a un
puesto de senador o diputado federal, un alcalde es una aspiración menor. Pero,
qué tal que usted supiera que, de ganar, por ejemplo, Iztapalapa, tendría el
control de más de cuatro mil 418 millones de pesos sólo en un año, y que además tendría libertad total de recaudar recursos, por ejemplo, por el cobro de
permisos para colocar anuncios publicitarios en la vía pública. O que desde
ahora usted podrá participar en el otorgamiento de licencias de construcción. Y
que, además, si usted opera políticamente como lo hacen los partidos de
siempre, podría conservar el cargo hasta por 12 años consecutivos. Quizá con
esas cartas en la mesa ya no suene tan poco atractivo.
Entre los 80
candidatos a las alcaldías capitalinas figuran varios exdelegados de
cuestionada reputación como Víctor Hugo Romo, que peleará por regresar a Miguel
Hidalgo; Francisco Chíguil, que intentará volver a Gustavo A. Madero, ambos de
Morena; o las propuestas del Frente PRD-PAN-MC, que intentan perpetuar a
familias como el matrimonio Víctor Hugo Lobo-Nora Arias, que han controlado por
nueve años Gustavo A. Madero; los hermanos Julio César e Israel Moreno, que han
gobernado desde 2006 en Venustiano Carranza; o el matrimonio Elizabeth
Mateos-Carlos Estrada, que desde 2009 se han intercambiado la administración de
Iztacalco. Más de 10 mil millones de
pesos en presupuesto que no están dispuestos a ceder en ninguna de las
izquierdas.
Y
territorios clave por su importancia política, extensión o número de votos que
representan, como Coyoacán, Álvaro Obregón o Benito Juárez, que van a pelear,
aunque sea ‘a sillazos’. ¿Quién en medio de la batalla? Sí, nosotros.
Ayer, en un
reportaje publicado en la Revisat R, de Reforma, el periodista Samuel Adam
documentó la batalla que a partir del arranque de campaña se cristalizará en
las calles de la capital. Sin duda no pueden quedarse como las alcaldías
olvidadas.
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