lunes, 30 de julio de 2018

El Trump de siempre.


Javier Risco.

“Cuando los medios de comunicación –locos por su 'síndrome de enajenación Trump'– revelan filtraciones internas de nuestro gobierno, ponen la vida de muchos, no sólo los periodistas, en peligro. ¡Es algo muy antipatriótico! La libertad de prensa también viene con la responsabilidad de reportar las noticias con precisión. El 90 por ciento de la cobertura mediática de mi administración es negativa, a pesar de los resultados tremendamente positivos que estamos logrando; no es de extrañar que la confianza en los medios de comunicación esté en un momento bajo. No permitiré que nuestro gran país sea vendido por enemigos antitriunfo en la industria periodística moribunda. No importa lo mucho que traten de distraerlo y encubrirlo, nuestro país está haciendo grandes progresos bajo mi liderazgo y nunca dejaré de luchar por el pueblo estadounidense. Como ejemplo, la falla del New York Times y el Amazon Washington Post no hacen otra cosa que escribir malas historias, incluso en logros muy positivos, ¡y nunca cambiarán!”. He ahí Donald Trump en estado puro. En una de sus múltiples reflexiones de domingo por la tarde, el presidente de Estados Unidos vuelve a cargar contra los medios de comunicación. Después de vivir una semana bajo duras críticas por negarle la acreditación de la Casa Blanca a la reportera de CNN Kaitlan Collins, él no se mueve un centímetro de su posición contra el periodismo que, en lugar de aplaudir, expone las carencias del poder.

Tal vez la única diferencia del mensaje de ayer a los anteriores –donde también mostraba su desprecio a los medios críticos–, fue que el propio presidente Trump dio a conocer una reunión con el editor del New York Times: “Tuvimos una reunión muy buena e interesante en la Casa Blanca con A.G. Sulzberger, editor del New York Times. Pasamos mucho tiempo hablando de las enormes cantidades de noticias falsas que están siendo expuestas por los medios de comunicación y cómo esas ‘falsas noticias’ se han transformado en ‘enemigo del Estado’. ¡Triste!”. Después de este tuit publicado ayer por la mañana, así contestó el diario neoyorquino: “Le advertí –a Donald Trump– que estaba poniendo vidas en peligro, que estaba socavando los ideales democráticos de nuestra nación, y que estaba erosionando una de las mayores exportaciones de nuestro país: un compromiso con la libertad de expresión y la libertad de prensa”, señaló Sulzberger en un comunicado publicado como respuesta a Trump.

El odio de Donald a la prensa libre es conocido por todos, es una batalla frontal que ha asumido desde el día uno de su administración; sin embargo, la guerra ha estado alejada de una batalla de ideas, las descalificaciones por parte del inquilino de la Casa Blanca han marcado el ritmo de su argumentación. ¿Cómo enfrentar a un tirano? Hasta el momento, los medios críticos han optado por el diálogo frontal, han tenido reuniones, han intercambiado argumentos y nada lo ha hecho cambiar, pero, más importante aún… nada ha hecho cambiar a los medios. Contrario a lo que muchos piensan, estamos viviendo una época de oro en la prensa estadounidense: se exponen los sumisos, crecen los buenos periodistas. Como nunca, el New York Times ha vendido suscripciones, los medios han entendido el 'juego' de Trump, han entendido que discutir con él es lo mismo que darle balonazos a una pared; sin embargo, está bien, la democracia la construye la libertad de expresión y ésta está mucho más allá de los dichos de un presidente que ha demostrado que el fascismo ha sido su único aliado.

En la última semana, el gobierno de transición de López Obrador ha tenido sus primeros acercamientos con Trump; aunque todos han coincidido con que ha comenzado con el pie derecho y que el camino de la cordialidad es el lógico, no puede perder de vista que está frente a un presidente que detesta la crítica y la libertad de expresión, que esto lo lleva a odiar la democracia y los derechos humanos. El nuevo gobierno debe aprender de los medios estadounidenses. Tampoco Trump cambiará con la llegada de un nuevo gobierno mexicano. Lo que tiene que aprender es que ante gobiernos autoritarios, los gobiernos de libertades se engrandecen. Ojalá México sepa lidiar ante el insulto y la descalificación que está a la vuelta de la esquina, pronto llegará el Trump de siempre.

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