Georgina Morett.
Todo nos hace pensar que las alianzas los hicieron parecerse,
ya que el PAN enfrentará la renovación de su dirigencia en una guerra de
corrientes que puede significar la ruptura, sobre todo si el grupo calderonista
se da cuenta de que ya no tiene cabida y decide hacer su propio partido
político.
Los tiempos se acomodan perfectamente, en octubre el PAN
renovará su dirigencia, pero también pueden empezar a hacer un nuevo partido
político.
Porque a pesar de los malos resultados electorales, los
anayistas ya tienen su juego completo para quedarse con la estructura panista.
El coordinador de los diputados, Marko Cortés, en la presidencia del partido;
Jorge Romero, en la coordinación de los diputados; y Damián Zepeda, actual
dirigente del PAN y uno de los más cuestionados, en la coordinación del Senado.
Y si intentan imponerse existen grandes posibilidades de
ruptura de alguna de las corrientes, pero también de una guerra campal que
pueda dejar al partido albiazul en una peor situación de la que enfrenta
actualmente.
Es por ello que los cercanos a Ricardo Anaya deberán ser muy
cuidadosos respecto al nombramiento de los coordinadores en las dos cámaras que
le toca definir al presidente del partido para iniciar la legislatura en
septiembre próximo, ya que si se quedan con todas las posiciones eso será
considerado un agandalle que pueden pagar muy caro en el proceso de selección
de la dirigencia.
Los anayistas cuentan con la estructura del partido; de
hecho, cambiaron a los comités directivos estatales, lo que les permitirá en
una elección abierta tener fuertes posibilidades de triunfo. Pero hay que
recordar que en el proceso de selección de candidatos tuvieron grandes
problemas, por lo que esta estructura puede no jugar con ellos.
Otra corriente que sigue teniendo fuerza en el partido es la
de Gustavo Madero, quien impulsa la candidatura del senador Jorge Luis
Preciado. Ellos se pueden convertir en la bisagra que dé el triunfo al ganador,
en el caso de que una vez más la elección concluya entre sólo dos aspirantes.
El candidato fuerte de los calderonistas, pero que todavía no
decide si va a participar, es Roberto Gil, quien ya una vez intentó llegar a la
presidencia y finalmente declinó a favor de Gustavo Madero. Muchos aseguran que
si no se decide, esta corriente podría dejar de participar en la batalla, pero
todavía tienen otra carta, que por cierto ya alzó la mano, el senador Francisco
Búrquez.
Otro que busca la dirigencia de su partido es Ernesto Ruffo,
quien sin duda es un ícono de Acción Nacional, ya que fue el primer gobernador
de oposición en el país al ganar la elección de Baja California, en 1989, y
está enfrentado con los calderonistas.
Pero a quién le ven grandes posibilidades de triunfo en una
elección abierta a los militantes es al exgobernador de Puebla, Rafael Moreno
Valle, que se puede convertir en el gran contrincante para los anayistas si
decide aspirar a la presidencia.
Muchos advierten y que si él gana la elección, su cercanía
con la maestra Elba Esther Gordillo pondría al Partido Acción Nacional como un
satélite más de Morena, cuando muchos de los militantes albiazules aseguran que
en este sexenio deben ser una fuerte oposición y si es necesario regresar a las
épocas de la resistencia.
Así el PAN. A punto de cumplir sus 79 años, enfrenta una de
sus peores crisis que, si no la resuelve con inteligencia, podría darles un
futuro como el de sus aliados en la contienda presidencial, al que casi
terminan de liquidar sus tribus: el PRD.
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