Javier Risco.
“Vivir en un
contexto sumamente conservador, lleno de prejuicios, lleno de estigmas, me
hacía de alguna o de otra forma odiar quien era yo, al final, ¿quién quiere una
vida donde se te discrimine? ¿Quién quiere una vida donde no puedas agarrar a
tu pareja de la mano sin pasar por un riesgo? ¿Quién quiere una vida donde tu
familia te pueda correr o someter a algún trato cruel e inhumano? Ese era mi
pensar y por supuesto no quería ser así, no quería deshonrar a mi familia, de
verdad quería cambiar quien era yo, quería ser heterosexual y tenía muchas
ganas de hacerlo y combinado con las terapias a las que me sometieron se
convirtieron en un coctel explosivo para mí. A la larga mi salud emocional se
vio afectada hasta la frustración, empiezo a vivir una doble vida, y estas
fuerzas que aplicaron en mí me traían estos pensamientos de un constante
fracaso y estaba ahí el pensamiento del suicidio”, es el testimonio de un joven
mexicano llamado Iván Tagle que ayer dimos a conocer en el espacio de Así las
Cosas en W Radio. El tema de la discriminación a homosexuales vuelve a la
agenda nacional después de las declaraciones del conductor de televisión,
Mauricio Clark, donde afirmó que se había “curado” de su homosexualidad. Se pensaría
que en un lugar que ha ganado tantas libertades, como la Ciudad de México, este
tipo de discursos habían sido eliminados. Pero no, Clark como muchos más piensa
que la homosexualidad es una enfermedad y que por lo tanto se puede curar, nada
más equivocado que esta afirmación, nada más falso y a la vez desinformado.
Respecto al
tema no he escuchado una voz tan contundente y clara como la de Jacqueline
L’hoist, presidenta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de
la Ciudad de México: “Hay un principio y
es que la homosexualidad NO es una enfermedad, así lo dijo la Organización
Mundial de la Salud en 1990. Entonces partamos de eso (…) quiero decirlo con
muchísima claridad, ¿tenemos que respetar a quienes no quieran seguir con
prácticas homosexuales? Por supuesto, todo es respetable porque cada quien hace
con su sexualidad lo que quiera y cada quién se acuesta con quien quiera, así
que si una persona como Mauricio dice: ‘yo ya no soy homosexual’, está bien, lo
malo es usar las palabras ‘me curé’, porque no estabas enfermo. No te curaste,
te reprimiste, optaste por no seguir ahí porque ‘quieres salvar tu alma porque
te han dicho que eso es pecado’. Y yo no voy a hablar de eso, si una religión
dice que eso es pecado pues que la religión lo diga, pero hay que tener muy
claro que existe la libertad de credo –y eso es tu decisión si optas o no por
las creencias de una religión–, lo que NO puedes decir, insisto, es que te
curaste”.
Y es que este tipo de afirmaciones
abren la puerta a la charlatanería, a lugares y asociaciones que cobran por
‘convertir o curar’, y se tratan solamente de un fraude que debido a los
métodos improvisados podría llevar al suicidio de la persona que haya sido
sometida a estos tratamientos, “Muchas te dicen que en un mes te ‘curan’, en el
mejor de los casos te toca un charlatán que te va a dar lecturas y talleres,
pero en el peor de los casos te toca una persona obsesiva y entonces Copred
está queriendo subir a grado de tortura esta discriminación”, afirmó L’hoist.
Hace unas semanas veíamos la
embestida del candidato Mikel Arriola contra las libertades y derechos ganados
de los homosexuales en la ciudad, hoy vemos la estridencia de las declaraciones
de un conductor de televisión que habla de las orientaciones sexuales como enfermedades,
el caso con el que inicié esta columna es la reafirmación de un grupo de
mexicanos que se sienten acosados y discriminados. No podemos evitar que un
grupo de personas siga pensando que la homosexualidad es un pecado, pero sí
podemos construir una sociedad que arrope libertades y les dé la certeza a sus
ciudadanos de que cualquier persona puede amar a quien sea y eso es un derecho
ganado que no está a discusión.
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