Si bien AMLO
ofreció someter a consulta la continuación o no de las obras del Nuevo
Aeropuerto Internacional de México, Javier Jiménez Espriú–quien será el próximo
titular de la SCT–, se adelanta en entrevista con Proceso. Detalla tres razones
por las cuales la magna obra podría ser inviable: primero, su costo previsto en
más de 285 mil millones de pesos; segundo, las negativas consecuencias
hidrológicas para el Valle y la Ciudad de México, y tercero, el conflicto
social derivado de la oposición de los pueblos originarios.
Considerada
la obra de infraestructura más ambiciosa del actual sexenio, el Nuevo
Aeropuerto Internacional de México (NAIM) está por hacerse inviable por tres
razones: las técnicas y financieras que prevén un costo mayor a los 285 mil
millones de pesos y un retraso hasta finales de 2023, las negativas
consecuencias hidrológicas para el Valle de México y la capital del país y “el
conflicto social importante”, derivado de la oposición de los pueblos
originarios y ejidatarios de las zonas aledañas.
Así
sintetiza el ingeniero Javier Jiménez Espriú –quien será titular de la
Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) en el gabinete de Andrés
Manuel López Obrador– la situación en la que se encuentra el análisis de los
tres grupos de trabajo que se han formado en torno al NAIM.
En
entrevista, Jiménez Espriú precisa que no se ha tomado una decisión sobre
continuar o cancelar el proyecto del NAIM porque falta concluir los trabajos de
esas tres mesas –lo que se prevé que ocurrirá a fines de agosto– y
posteriormente se realizarán foros temáticos donde participarán todos los
actores y sectores involucrados.
“Por eso
justamente, el licenciado López Obrador está poniendo primero a los técnicos
que están colaborando a que analicen las cuestiones operativas, a los expertos
en cuestiones financieras que vean la viabilidad y después quiere consultar a
la ciudadanía”, afirma Jiménez Espriú.
–¿Esa sería
una consulta popular o una consulta a través de foros?
–Nos pidió
López Obrador que el próximo mes aclaráramos, con los técnicos de nuestro
grupo, con los de la SCT y con los de la Conagua (Comisión Nacional del Agua),
los problemas que hemos planteado; aclararlos en el sentido de si tienen
solución o no para llegar a la conclusión de si el nuevo aeropuerto es viable,
sin que los impactos que produce sean inconvenientes para la sociedad, como es
el caso particularmente grave del agua.
–¿El impacto hídrico es el más
delicado?
–El problema hídrico es el más importante.
No podemos jugar a que continúe un proyecto de nuevo aeropuerto si afectará la
viabilidad hídrica de todo el Valle de México. Eso estamos analizando.
“Además, es muy claro que nosotros no
somos una continuidad del actual gobierno, seremos otro gobierno que busque el
bienestar y no sólo obras onerosas”, sentencia.
Después de que culminen los análisis
técnicos, operativos y de financiamiento, pueden persistir las tres opciones
que manejó López Obrador en relación con el NAIM (continuar la obra, hacer otro
proyecto en la base aérea de Santa Lucía o concesionarlo sin costo para el
presupuesto federal) y “se realizarán foros públicos con la posición de los
técnicos que permitan informar a la nación cuál es el estado de las cosas”.
–Sin
embargo, como ingeniero con amplia trayectoria, ¿cuál es su posición frente al
proyecto del nuevo aeropuerto?
–Los ingenieros decimos que no
existen obras imposibles. De hecho, todas son posibles. Podemos construir hasta
castillos en el aire, pero hay obras de ingeniería incosteables y existen obras
inconvenientes.
“Lo he planteado en muchas ocasiones
antes de hacerme responsable de la SCT: con qué derecho un país que es la
decimoquinta economía del mundo, que debe 200 mil millones de dólares al
exterior, que tiene 60 millones de pobres, que tiene 80% de sus hospitales
saturados y un largo etcétera, con qué derecho hace un aeropuerto que es la
obra más espectacular, más hermosa, pero incosteable.
“Pudimos haber hecho una cosa mucho
más austera, sencilla, bonita, eficaz y no cara. Nadie va a venir a México para
ver el nuevo aeropuerto. Vienen a ver otros atractivos. Desde el punto de vista
de la ostentación no me gusta.
“Ahora, el nuevo aeropuerto está
hecho en un territorio malo, saldrá mucho más caro llevar los servicios, el
mantenimiento será más costoso.
“En estos momentos, tenemos que ver
qué le conviene más al país: seguir o echarnos para atrás. Y debemos verlo con
datos duros, objetivos”, argumenta.
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