Ricardo
Ravelo.
Tras la
derrota del PAN-PRD en las elecciones del pasado 1 de julio, en Veracruz se
desató una guerra política. Y no es para menos. El Gobernador Miguel Ángel Yunes Linares ahora tiene la urgencia de
tapar las corruptelas de su Gobierno y por ello impuso a un fiscal
anticorrupción que opere como tapadera y que sepulte el dispendio de recursos
públicos que utilizó para promover a su hijo como candidato a Gobernador.
Se trata de Marcos Even Torres
Zamudio, quien, según sus antecedentes públicos, es abogado de la familia Yunes
Márquez, fue mentor del actual fiscal General del Estado, Jorge Winckler Ortiz.
Es una persona a modo, un fiscal totalmente manipulable y que estará a las
órdenes del Gobernador y no de la sociedad. Así es la transparencia de Yunes
Linares.
Pero esta maniobra –que se antoja
analizar como un acto desesperado y no menos plagado de miedo –tiene razones de
fondo que están a la vista. Miguel Ángel Yunes termina su bienio gubernamental el 30 de noviembre y
al día siguiente toma posesión como Gobernador el morenista Cuitláhuac García.
Desde hace varios meses los
nubarrones de la sospecha pesan sobre Yunes Linares respecto del manejo de los
recursos públicos. Con antecedentes de corrupción documentados desde que fue
director del ISSSTE, donde se asegura que se enriqueció en forma descomunal.
Ahora se afirma que en Veracruz no ha
rendido cuentas sobre el uso de unos 12 mil millones de pesos que le otorgó la
Federación para atender programas sociales y otros en el estado. Se afirma,
también, que una parte de esos fondos se usaron para la promoción de su hijo,
Miguel Ángel Yunes Márquez, como candidato a la gubernatura. El nuevo
Gobernador está obligado a investigar estos presuntos malos manejos
financieros.
Nada se sabe, de igual forma, del
destino de varios millones de pesos asegurados a los ex funcionarios del
Gobierno de Javier Duarte ni de los decomisos de dinero hechos al propio ex
mandatario. También se ignora en manos de quién o quiénes están las propiedades
incautadas al ex Gobernador y a sus ex colaboradores.
Según
ofreció Yunes en meses anteriores –cuando buscaba hacer justicia y ejercer venganza
– el dinero asegurado se usaría para
obra social. Las propiedades se venderían, dijo, para reponer los recursos
públicos malversados por Duarte. Pero en las postrimerías de su Gobierno nadie
sabe qué pasó con las casas, hoteles y empresas, supuestamente aseguradas en el
extranjero, en Estados Unidos y en varios países de Europa, particularmente en
España e Inglaterra.
Sobre la lista de bienes y dinero
asegurado, Yunes no ha rendido cuentas. Simplemente no cumplió con la
transparencia que durante tantos años exigió a su antecesor en el poder.
Ahora él es señalado de incurrir en
desvío de fondos públicos para construir su imperio político y económico y, por
ello, su afiebrada necedad de imponer un Fiscal Anticorrupción a modo, un
abogado personal que lo defienda desde el poder.
El pasado martes, Yunes y sus
diputados cómplices operaron la maniobra de imponer al Fiscal Anticorrupción.
En la lista de los llamados “diputados traidores” aparece Vicente Benítez
González, un personaje que ejerció mucho poder durante el Gobierno de Javier
Duarte: fue subsecretario de Sedesol, Oficial Mayor de la Secretaría de
Educación Pública y responsable de las finanzas del Estado.
Durante el
“duartismo”, Benítez fue el encargado
del envío de 25 millones de pesos en efectivo, vía aérea, decomisados en el
aeropuerto de la ciudad de Toluca. Pese a que fue uno de los hombres
consentidos de Javier Duarte, ahora como diputado lo traicionó. Se asegura que
se alió con Yunes, le entregó información privilegiada a cambio de impunidad,
pues de otra forma Benítez estaría recluido en el penal de Pacho Viejo, donde
están presos varios ex funcionarios del Gobierno anterior, ya que durante el
sexenio pasado se enriqueció a manos llenas.
Ante la
imposición del abogado personal de Yunes como fiscal anticorrupción, el Gobernador electo, Cuitláhuac García
Jiménez, ofreció que el caso se ventilará en los tribunales. Sin duda que
legalmente es posible revertir el nombramiento, aunque el caso, se asegura,
podría llegar hasta la Suprema Corte.
Resulta evidente el temor de Yunes
ante el contundente triunfo de Morena en Veracruz, pues el actual mandatario
sabe que no cumplió son sus compromisos y, por el contrario, se desviaron
recursos públicos a manos llenas.
Durante su campaña política, Yunes
hizo una sobreoferta electoral que no pudo cumplir ni cumplirá porque faltan
escasos cuatro meses para que termine su gestión.
Incumplió, por ejemplo, el compromiso
de terminar con el crimen organizado y pacificar el estado. Pasó todo lo
contrario: al estado de Veracruz arribó el Cártel de Jalisco Nueva Generación
(CJNG) y se desató una ola de violencia que hasta la fecha no termina.
No se han aclarado los cientos de
casos de desapariciones forzadas ni las ejecuciones y desapariciones de
periodistas, tampoco la oleada de crímenes tiene culpables en prisión. La
impunidad reina por todas partes, pues el gobernador desatendió sus tareas para
dedicarse a construir un megaproyecto político familiar, una dictadura, pues.
De ahí el
rechazo social a tal perversa intención. De
esa forma Yunes pasó a ser el hombre más repudiado de Veracruz. Jamás un
político veracruzano –ni Antonio López de Santa Anna, quien cedió la mitad del
territorio a los estadunidenses –ha sumado a través del tiempo tanto repudio
como Yunes.
Otra de las
fallas del Gobierno yunista es que no
hubo inversión en la entidad ni obra pública, si acaso se ocupó de terminar
algunas obras que Javier Duarte dejó inconclusas. Pero algunos diputados
consultados sobre el manejo del dinero público aseguran que Yunes es candidato
a la cárcel o al destierro y sostienen también que el nuevo Gobernador,
Cuitláhuac García, deberá aplicar la ley y hacer justicia.
Y es que de
no ocurrir esto, Cuitláhuac García no podrá gobernar cómodamente, sostienen. Yunes Linares se convertirá en una sombra
para el nuevo Gobierno, pues está encolerizado por la derrota y porque no pudo
imponer su Maximato –como el que vivió México de 1928 a 1934 desde el gobierno
de Emilio Portes Gil hasta Lázaro Cárdenas- en la entidad a través de sus
hijos, a quienes ya veía como futuros gobernadores y dueños del estado.
Lo que se le cuestiona a Cuitláhuac
García es su lentitud para tomar decisiones. Todavía no cuenta con el equipo de
trabajo que se hará cargo de la transición y Yunes no está dispuesto a abrir
ese proceso, aunque cuando fue electo Gobernador le exigió a Javier Duarte
comenzar en forma urgente la transición y revisar el estado de la Hacienda
Pública. Ahora este trámite se hará hasta el mes de noviembre y Yunes ejercerá
el poder al máximo hasta el último día de su mandato, imponiendo su voluntad.
Pero la sociedad veracruzana confía en que
Cuitláhuac García aplicará la ley y pondrá a este pillo en la cárcel. En muchos
círculos sociales se opina que Yunes debe irse. Lo quieren fuera de Veracruz,
desterrado, de otra forma seguirá siendo un lastre pernicioso.
La derrota
de Yunes fue provocada por él mismo. Históricamente Yunes ha construido su
propia tragedia y encarna al llamado hombre y su destino trágico, como bien
afirmó el filósofo alemán, Friedrich Nietzsche, en su famoso libro El Origen de
la Tragedia.
Yunes, sin
duda, sería un atractivo paciente para Sigmund Freud, el padre del
psicoanálisis. Tiene una extraordinaria capacidad de sumar en contra, construir
destinos trágicos y algo peor: no aprende de sus errores, pues como decía San
Agustín en Las Confesiones, el hombre cava su propia tumba cuando se le inflama
el pecho de soberbia.
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