Salvador Camarena.
En la cuenta de Twitter
de Julio César Guerrero Martín (@julioguerrero81) hay un periodo de silencio
entre el 1 de julio y el 25 de julio. La primera fecha corresponde a los
últimos mensajes que este joven publicó en esa red social en torno a la campaña
de José Antonio Meade, campaña en la que colaboró. La segunda fecha corresponde
al retuit de un mensaje de su hoy jefe, José Antonio González Anaya, secretario
de Hacienda. ¿Qué cambió entre esas dos fechas? El miércoles de la semana
pasada, el buen Julio César no sólo rompió el silencio, sino que posteaba desde
una situación muy distinta a la de los meses previos: ya tenía hueso en el
gobierno. Y un hueso nada menor.
“Politólogo y
Administrador Público UIA. Presidente del Instituto de Administración y Avalúos
de Bienes Nacionales @INDAABIN”, así se presenta Julio César Guerrero en
Twitter. Es uno más de los súbitos nombramientos del gobierno de Enrique Peña
Nieto que caminan, parecen, suenan a pago de favores de campaña, o si lo
prefieren, es una más de las becas Meade-Anaya, de esas que cayeron a puñados,
si bien discretamente, en las semanas recientes.
Según fuentes gubernamentales, lo que se vivió a finales de la primera quincena de julio fue un
intento de cerrojazo para ayudar a los cuates.
Una veintena de altos puestos de Hacienda, particularmente en
la banca de desarrollo, estuvieron vacantes buena parte del primer semestre del
año. Pasada la derrota de Meade (que también fue del secretario Anaya, que se
la pasó con su amigo antes y después de la elección), han ocurrido nombramientos inopinados en puestos clave de la
administración pública, como los narrados aquí la semana pasada, cuando se
habló de los casos de Emilio Fueyo Saldaña, nombrado director de Banca, Valores
y Ahorro de la Secretaría de Hacienda, y el de Tomás Trueba Zepeda, nombrado
abogado y fiduciario de Nacional Financiera (http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/salvador-camarena/pago-de-favores-a-meadistas).
Dos grandes puestos para sendos colaboradores cercanísimos a Meade.
Ahora tenemos un caso más. El de Guerrero Martín. Consulté a un par de personas que han trabajado
con el Indaabin: “No es un tema menor. Se encarga de toda la valuación de
bienes que adquiere la Federación. A reserva de la administración del
patrimonio inmobiliario. Más a finales de una administración, cuando debes
regularizar expropiación y compras de derechos de vía (CFE, Pemex, Conagua,
SCT), todos ligados a proyectos desarrollados por el gobierno. Entre ellos nada
más y nada menos que el NAIM... Sí, ahí, donde se dio el caso de los
macheteros. El titular debe tener expertise en valuación de activos. Indaabin
es la inmobiliaria del país.
Eso sin mencionar que
además participa en la desincorporación de activos, entre ellos los afectados
por el temblor del año pasado”. Otra persona dijo: “Es una institución
altamente técnica, de ahí la certeza de los avalúos que realiza sobre el enorme
patrimonio de los bienes inmuebles de la Federación, teniendo por consiguiente
enorme influencia en el gasto público”.
Como Fueyo y Trueba, Guerrero
viene de la campaña y antes de la oficina de Meade. Su título profesional de
licenciatura es de 2011. Es un joven. Quizá una promesa para la administración
pública. Pero también es uno más de los casos que se aprobaron al límite de lo
establecido en el oficio 307-A-1892 de la Secretaría de Hacienda, que con fecha
del 29 de junio estableció que no habría contrataciones a partir del 16 de
julio.
Horas antes de eso
entraron los Fueyo, Trueba y Guerrero. Y otros más, porque se habla de que en
esas horas, tan sólo en Banobras, llegaron hasta medio centenar de
recomendados.
Y lo mismo ocurrió en
la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, donde un funcionario vio pasar “a
un chavito de no más de 25 años”, sólo para enterarse horas después de que era
uno de los nuevos directores de área.
¿Estamos ante un esfuerzo tardío del gobierno de Peña Nieto
para hacerle competencia a 'ya saben quién' en eso de dar oportunidades a los
'ninis'?
No, más bien es una
singular beca de cuatro mesecitos que no conjura el riesgo en puestos claves de
la administración, ayer vacantes y hoy en manos de sufridos compañeros de la
campaña. ¡Ay gobierno, no te acabes!
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