En el casi interminable listado de
pendientes que constituyen la agenda para el arranque del gobierno de Andrés
Manuel López Obrador, el tema mediático parece haber aterrizado ya una serie de
directrices: reducción del gasto publicitario y concentración de las oficinas de
prensa en la Presidencia. Pero no son las únicas. Ni las más controversiales.
A lo largo
de los últimos meses, tanto en tiempo de campañas como luego de la elección del
1 de julio, el candidato ganador e integrantes de su equipo más cercano han
tendido puentes de diálogo con organizaciones nacionales y extranjeras de
periodistas, empresarios mediáticos, comunicadores de influencia y
especialistas, para elaborar las nociones básicas del trato gobierno medios que
podría prevalecer en la próxima administración.
La idea más aterrizada es la
austeridad, explica Jesús Ramírez Cuevas, quien fungió como uno de los voceros
de la coalición Juntos Haremos Historia y podría integrarse a algún área
medular de la vocería presidencial, según los corrillos internos en la casa de
transición del candidato ganador.
Dice que hay otros planteamientos que
forman parte de esas discusiones, como el fomento de la pluralidad mediática,
la transparencia y equidad en el reparto publicitario y un elemento
potencialmente controversial: la fiscalización ciudadana de los recursos
públicos que son entregados a los medios.
Pero en los
hechos, dice, lo que se plantea es una
renovación medular de los usos y costumbres de la relación prensa-gobierno.
No es un asunto menor. La directora
de la organización Artículo 19, Ana Cristina Ruelas, es precisa en su
diagnóstico: “la relación entre medios y poder (en México) es muy perversa,
porque existe una dependencia casi total de la mayoría de los medios, a nivel
federal y aún más a nivel local, del dinero público”.
Ese panorama obliga a tomar en cuenta
qué es lo que se va a hacer para que, gradualmente, sin afectar la pluralidad y
el impacto hacia los medios, se pueda lograr una disminución del gasto.
Para el senador electo por Morena,
Martí Batres Guadarrama, se ha dado un paso importante con el planteamiento de
racionalización de los recursos publicitarios, por lo que el siguiente paso,
que le corresponderá al Legislativo, debe ser el establecer los criterios
claros para su otorgamiento.
Hasta ahora, parece haber disposición
del próximo gobierno. Al menos en el discurso. Durante una reunión que la
coordinadora de la campaña lopezobradorista, Tatiana Clouthier, sostuvo con
representantes de organismos internacionales de apoyo a periodistas y con corresponsales
extranjeros, dijo con claridad “presenten sus propuestas y las atendemos”, cuando se le preguntó sobre las
directrices a impulsar en la materia.
Del mismo
modo respondió la ex ministra Olga Sánchez Cordero, propuesta de López Obrador
para la próxima Secretaría de Gobernación, en otra reunión similar. Incluso, la jurista comentó que la disposición era
cumplir con los estándares internacionales en materia de publicidad y relación
con los medios.
Y esos estándares internacionales
establecen pautas que están, en algún caso, muy distantes de lo que el propio
López Obrador ya ha esbozado.
Dice Ana
Cristina Ruelas al respecto: si bien el
gasto en materia de publicidad gubernamental es exacerbado, el problema no solo
tiene que ver con el gasto indiscriminado y multimillonario que se ejerce, sino
con la opacidad discrecionalidad con que se asigna.
México, un
país de élites periodísticas.
Si México, según López Obrador, es el
país donde una pequeña élite controla los recursos y los beneficios en perjuicio
de una mayoría empobrecida, el sistema mediático nacional es entonces un
reflejo nítido de esa realidad.
En el
Informe que presentan apenas en junio pasado los Relatores Especiales sobre
Libertad de Expresión de la ONU, David Kaye, y de la CIDH, Edison Lanza, consideran que México sigue estando entre
los países con el más alto nivel de concentración de medios, radiodifusión,
prensa gráfica y medios digitales.
Y alertan sobre la llamada Ley
Chayote, esa legislación denominada Ley de Comunicación Social, elaborada a
partir del mandato de la Suprema Corte de Justicia para legislar en la materia.
“Preocupa a los relatores especiales
que la nueva legislación no cumpla con los principios básicos ni con las
recomendaciones de organismos internacionales o expertos en derechos humanos.
“La ley no establece normas claras
sobre sus objetivos, criterios y procedimientos de asignación y mecanismos de
supervisión, dejando un amplio margen de discreción y abuso de las
autoridades”,
escriben.
La
organización que dirige Ana Cristina Ruelas publica en marzo pasado el
diagnóstico “Democracia Simulada: nada
qué aplaudir”, en el cual se revela un dato demoledor: una veintena de medios
de comunicación concentra prácticamente el 56 por ciento de la publicidad
otorgada por el gobierno de Enrique Peña Nieto.
El restante 44 por ciento se reparte
entre tres mil 108 medios de todo el país. Tres mil ciento ocho medios
pequeños, medianos y de toda índole.
Los beneficiados con el reparto
jugoso son Televisa, Estudios Azteca, la agencia publicitaria Starcom World
Wide, Estudios Churubusco Azteca, Grupo Radio Fórmula, El Universal, Excélsior,
la Organización Editorial Mexicana (propietaria de “los soles”), Núcleo Radio
Mil, Grupo Imagen, Grupo Radio Centro, el Sistema Público de Radiodifusión del
Estado de México, Radiorama, la representante de medios impresos Medios Masivos
Mexicanos, Milenio Diario, la empresa publicitaria Rack Star, Canal 40 y La
Jornada.
Estos medios
y agencias recibieron, en conjunto, un
monto de 22 mil 719 millones 889 mil pesos del gobierno, en cinco años.
Pero,
además, dentro de ese micro-universo de
la élite mediática mexicana existe un grupo selecto de comunicadores, que
percibe ingresos millonarios adicionales por concepto de publicidad, que se
otorga a través de sus páginas web personales.
En un
análisis elaborado en 2015, en colaboración con Alejandro Cárdenas y Patricia
Maldonado, Doctores en Comunicación por la Universidad Iberoamericana, se detecta una correspondencia directa y
evidente entre el otorgamiento de recursos millonarios a periodistas y la
supeditación de la línea editorial al dictado del gobierno.
¿El fin de
la prensa vendida?
El
diagnóstico del equipo de López Obrador, al menos en las condiciones generales
del sistema mediático mexicano, considera este panorama.
Según dos distintas personalidades
cercanas a López Obrador, en las reuniones y conversaciones públicas y privadas
que ha sostenido con más de una veintena de directivos de medios, el tabasqueño
ha garantizado que el recorte presupuestario se hará bajo criterios equitativos
y de pluralidad.
Esas parecen ser las nociones más
sólidas. Martí Batres, quien se ha reunido con distintos colectivos de
periodistas para analizar el asunto, comenta que del diagnóstico del panorama
mediático surgen las propuestas.
“Tiene que ver con la idea de ahorrar
recursos, porque buena parte de la publicidad oficial está destinada no a
difundir lo que hace el gobierno, sino a difundir la imagen del gobernante”,
dijo Batres, quien se comprometió a legislar una ley de medios con una
fisonomía más acorde con criterios de transparencia y equidad.
“Se puede hacer a partir de una buena
ley de medios o una buena ley de comunicación social, que regule, de una manera
democrática, la asignación de publicidad oficial bajo tres ejes: austeridad,
transparencia, racionalidad y equidad”, dice.
En
conversación telefónica, Jesús Ramírez Cuevas dice que hay un equipo de trabajo que realiza el diagnóstico sobre la
discrecionalidad del pago publicitario gubernamental a medios y a periodistas
en particular y que la lógica es la austeridad.
¿Ese análisis considera la diversidad
del panorama nacional… las élites que acaparan los recursos publicitarios y las
condiciones paupérrimas en las que trabaja una gran mayoría de medios
regionales?
“Sí, lo primero que se va a acabar es
la discrecionalidad del manejo de los recursos. El otro principio es la
consideración de incluir no solo a los grandes medios, sino a los medios
comunitarios y regionales, que entrarán también dentro de esta relación. Se va
a atender a todos los medios, estamos hablando de prensa, radio, televisión,
medios digitales, incluidos los comunitarios y sociales”, dice.
A partir del anuncio de los 50 puntos
del arranque del gobierno, en el gremio periodístico se ha desatado una especie
de incertidumbre. Diversos medios han comenzado la reestructuración de sus
equipos, con despidos en las plantillas de trabajo incluidos, con miras a la
austeridad anunciada por López Obrador y su equipo.
Según Jesús
Ramírez, en el próximo gobierno apenas
existen criterios muy generales respecto de cómo se llevará a cabo la nueva
asignación de recursos.
“Los criterios genéricos son alcance,
audiencia, raiting, importancia regional y el público al que se dirigen… puede
ser que hay un medio regional que, aparentemente, a nivel nacional no tenga un
peso grande, pero a nivel regional sea un medio importante… ese tipo de
criterios… se va a romper el centralismo, se va a romper la idea de que sólo
algunos medios electrónicos o medios llamados nacionales se benefician de la
publicidad gubernamental”.
El énfasis, en todo caso, será
eliminar la discrecionalidad. Hacer todo transparente y público, e introducir
un mecanismo de fiscalización.
“Vamos por la transparencia completa
del uso de los recursos públicos. Entonces, quien sea beneficiario, por la
razón que sea, de recursos públicos, tiene que rendir cuentas. Ese va a ser un
principio”.
– Eso va a
generar un cisma…
– Pues yo espero que no… ¿por qué va
a ser un cisma? es un derecho ciudadano conocer a dónde y en qué se aplican los
recursos públicos.
– ¿Tú ves a Televisa, a Excélsior, a
Imagen rindiendo cuentas del dinero que, por publicidad, les ingresa…
– Vamos a un cambio, de una cultura
política distinta, y a un nuevo régimen político y democrático… yo creo que eso
vamos a convertirlo en normalidad- dice.
El colectivo Medios Libres, que
congrega a organizaciones y periodistas interesados en impulsar una agenda de
transparencia en publicidad oficial, pidió al próximo gobierno la abrogación de
la “Ley Chayote”, porque legaliza las malas prácticas de uso político y discrecional
de la publicidad oficial, constituye una censura mediática indirecta y coarta
la libertad de expresión.
Junto con Fundar, un prestigiado
organismo civil interesado en el tema elabora ya una nueva propuesta de Ley de
Comunicación Social que incorpore criterios claros, transparentes y objetivos
para la asignación de recursos públicos, garantice la pluralidad y evite
concentrar el gasto público publicitario en una sola instancia gubernamental.
Según ha trascendido, también
diversos empresarios mediáticos están discutiendo en privado las medidas,
incluidos los integrantes de la CIRT, quienes emitirán un posicionamiento en
los próximos días.
En el casi
interminable listado de pendientes que constituyen la agenda para el arranque
del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el tema mediático parece haber
entrado en una fase de discusiones intensas.
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