Georgina Morett.
El nuevo coordinador del escuálido grupo parlamentario del
PAN en el Senado, Rafael Moreno Valle,
ha hecho una ya larga carrera política: diputado, senador dos veces, gobernador
con capacidad para heredar el puesto a su esposa, si el Tribunal Electoral no
dice otra cosa.
Amigos y adversarios
reconocen como su principal atributo la capacidad de negociación. Pero en las
actuales circunstancias, ese puede ser su principal defecto.
Más allá del rencor del
expresidente Felipe Calderón contra el nuevo presidente del PAN, Marko Cortés,
y en contra de su otrora ahijado político Moreno Valle, a quien hizo senador
aunque venía del grupo de Mario Marín gracias a un compadrazgo con Elba Esther
Gordillo, hay que valorar objetivamente si el exjefe del Ejecutivo tiene razón
cuando afirma que el PAN llegó a su fin.
Objetivamente, Moreno
Valle no parece ser el hombre que necesita el PAN en su actual etapa, amenazado
por una clara estrategia del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, de
construir una estructura electoral invencible, distrito por distrito, casilla
por casilla. Cada día, las acciones de gobierno anunciadas se encaminan hacia
ese objetivo abiertamente, sin simulaciones, sin frenos.
Para empezar, existe
la percepción de que Moreno Valle carece de la visión de futuro que reclaman
los tiempos nuevos que parecen viejos, en los cuales estamos viendo modos muy
parecidos a los de Luis Echeverría, pero con un contexto muy distinto.
Su talante negociador
puede ser incluso contraproducente. Si quiere sobrevivir el PAN, que cuenta
únicamente con 24 senadores, según diversos especialistas, debe ser un
auténtico partido de oposición, no alguien que colabore con el nuevo gobierno,
que, suponen, ocurrirá con Moreno Valle desde el Congreso.
El caso se agrava si
consideramos que algunos, posiblemente alentados desde Puebla, difunden que el
verdadero poder detrás del trono en el PAN es Moreno Valle. Con lo cual le
hacen un flaco favor.
Moreno Valle no la tiene fácil. Las tres figuras de su grupo, Gustavo Madero Muñoz, Josefina Vázquez Mota
y el propio Damián Zepeda Vidales, quien se autoimpuso como senador y se
autoimpuso como coordinador, están en su contra públicamente. Del resto de los
senadores panistas no sale un polemista, un artífice de la argumentación. Más
bien parecen destinados a perder las votaciones y los debates. Nótese que lo
digo en plural.
Veo mucho resentimiento
entre quienes pronostican que Moreno Valle será el enterrador del PAN. Creo que
Moreno Valle, como político, piensa en buscar nuevamente la candidatura presidencial
y que para eso necesita un PAN fuerte, capaz de recuperarse en seis años. Pero,
en una de esas, también puede ser que sus adversarios tengan razón.
De cualquier forma,
como la oposición más fuerte, sus gobernadores se han manifestado en contra de
los superdelegados y la respuesta que obtuvieron fue una muestra clara de la
intolerancia de Morena, que muchos pueden asegurar que es debido a los excesos
del senador Félix Salgado Macedonio, quien les advirtió:
“Aquí hay que
recordarle a los gobernadores… que aquel que no se ajuste al lineamiento
constitucional, aquí se puede dictar la desaparición de poderes”.
Pero otros tememos que sea parte de la nueva forma de
gobierno que se instaurará a partir del próximo sábado, y si el PAN no entiende
que se debe convertir en una oposición fuerte, podríamos estar condenados a 71
años de Morena, como sucedió con el PRI.
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