Raymundo
Riva Palacio.
A nada le
teme más Andrés Manuel López Obrador que a un terremoto y a que no haya
inversión extranjera. No lo dice ahora, sino que es una idea que ronda hace
tiempo en su cabeza, y que siempre se ha ubicado en el contexto de él al frente
de un gobierno. El próximo sábado así será y esas variables no escaparán de su
mente. Sobre la primera no tiene control, y el temor se puede entender en lo
que esto significa para cualquier gobernante, que tiene que parar o cancelar su
programa de gobierno porque una situación de emergencia requiere mucho dinero
para enfrentarla y estabilizarla, como lo pudo haber visto y estudiado con los
sismos de 1985 en el gobierno de Miguel de la Madrid. Sobre la segunda sí tiene
control, porque depende del mensaje que transmita y la confianza que genere
entre los inversionistas. En esto, las cosas le han salido bastante mal.
Un vistazo a
la prensa de la Ciudad de México y el extranjero dan idea de lo que sus
acciones y decisiones han generado. Este domingo publicó The Wall Street
Journal en su edición que el presidente electo está espantando a los
inversionistas extranjeros, que le habían dado el beneficio de la duda de que
sería un líder moderado y pragmático hasta que comenzó a utilizar consultas
públicas para que la gente decidiera proyectos de infraestructura, que propició
la cancelación del nuevo aeropuerto internacional en Texcoco. El diario de
mayor circulación en Estados Unidos agregó que varios gestores de fondos de mercados
emergentes están reconsiderando sus inversiones en México o reduciendo su
exposición.
El Banco de
México, reportaron los medios, informó que entre julio y septiembre registró
salidas netas de capital por mil 886 millones de dólares, que contrastó fuertemente
con la entrada de capitales que se dio entre enero y junio de este año.
Analistas de Barclays y Goldman Sachs consultados por la prensa adjudicaron la
salida de capitales a la incertidumbre por las guerras comerciales de Estados
Unidos contra el mundo, y por cautela frente a López Obrador tras la
cancelación del aeropuerto. Los expertos internacionales se quedaron cortos.
Enrique
Quintana, director de El Financiero, publicó este lunes que el índice de la
Bolsa cerró el viernes con una caída de 18.4 por ciento con respecto a finales
de agosto, cuando la transición terminó de ser tersa, con lo cual la pérdida de
valor de las empresas fue el equivalente a 90 mil millones de dólares, que
traducidos en pesos significaron 1.8 billones –casi una tercera parte del
Presupuesto–, mientras que el dólar interbancario cerró en 20 pesos con 43
centavos. “¿Qué es lo que están viendo los mercados financieros que han
cambiado radicalmente de comportamiento en un trimestre?”, preguntó Quintana,
respondiendo inmediatamente: “Han visto señales de lo que puede ser el
desempeño del nuevo gobierno, que no les han gustado y que generaron dudas”.
“Creo que
López Obrador ha mostrado sus verdaderos colores”, dijo Walter Molano,
economista en jefe de BCP Securities, que tiene su cuartel general en
Connecticut. “Ni siquiera ha asumido el cargo de presidente y está mostrando
una verdadera vena autoritaria”. Parte de lo que ven es la utilización de
consultas para validar proyectos prometidos en la campaña, como la cancelación
de Texcoco con el apoyo de menos del 1 por ciento del padrón electoral, con un
70 por ciento de ese porcentaje que jamás ha viajado en avión. La segunda
multiconsulta para aprobar 10 programas prioritarios del presidente electo fue
un fracaso, que arrojó resultados de aprobación de más del 90 por ciento, que
describió Ciro Gómez Leyva en su programa en Radio Fórmula este lunes como
mediciones de régimen autoritario, que es el único sistema político donde se da
ese tipo de resultados.
Las acciones
y decisiones de López Obrador están teniendo altos costos en materia de
inversión extranjera. En octubre salieron de la Bolsa 113 millones de dólares,
de los que aterrizaron 111 en el Bovespa brasileño, reportó Bloomberg. Paul
McNamara, operador de bonos en mercados emergentes para la firma suiza GAM
Holding, le dijo al Wall Street Journal que sus medidas los están afectando y
están analizando reducir sus activos mexicanos. Alejandro Schtulmann, director
de la firma de análisis de riesgos Empra, agregó que una compañía interesada en
un proyecto de infraestructura energética de 100 millones de dólares, la
aplazó.
Hace dos
semanas, tras escuchar a uno de los asesores económicos del equipo de López
Obrador, cuatro empresas texanas aplazaron sus inversiones programadas en
México. Empresarios mexicanos han decidido hacer lo mismo y tiendas de
autoservicio optaron por parar su expansión. “López Obrador ya afectó el clima
de inversión”, dijo un economista mexicano que conoce perfectamente al equipo
económico del presidente electo, que maneja fondos de inversión en Nueva York.
La “luna de miel” con los inversionistas, como lo describió el Wall Street
Journal, no existe más.
Los avisos
son claros para López Obrador, que el próximo sábado asume la presidencia de la
República y sus acciones y decisiones tendrán un efecto más elevado de lo que
hasta ahora han sido. Su discurso será clave para tranquilizar a los mercados y
evitar el principio de una crisis, siempre y cuando mantenga el miedo a la
falta de inversión y no piense, como en la actualidad, que es el capital
global, manejado por empresarios mexicanos y medios de comunicación, el que se
opone a su proyecto de nación porque va a perder privilegios. La retórica
electoral ya terminó. Se exige seriedad y responsabilidad, no ocurrencias,
porque de lo que haga dependerá el futuro de 130 millones de mexicanos.
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