Diego
Petersen Farah.
Cuentan que
un médico tapatío estaba frente a un enfermo terminal, cuando éste le peguntó.
“Doctor, si usted pudiera pedir un deseo, ¿qué pediría?” El médico contestó sin
chistar: “yo quisiera tener un corazón tan fuerte como el suyo”. El paciente se
sintió aliviado. Minutos después murió de un paro cardiaco, pero feliz y
tranquilo.
Por momentos
pareciera que el Presidente López Obrador nos está aplicando la misma receta.
Cuesta trabajo pensar que el Presidente no esté enterado de la gravedad de la
situación, que de verdad crea que existen otros datos, que piense que la
solución es refinar el petróleo en México con la calidad de refinerías y el
costo de refinación que tenemos, pero sobre todo que realmente piense que
saldremos de esto rápido y fortalecidos, que la crisis nos caerá como anillo al
dedo. Cuesta más trabajo pensar que realmente crea que la crisis será
transitoria (toda crisis por definición es transitoria, pero no nos pongamos
exquisitos) que decreceremos menos que los que dice el Banco de México, aunque
el Secretario de Hacienda comparta esa visión. La única explicación lógica es
que el Presidente lo que quiere es no alarmar, sea porque en su visión
paternalista del pueblo piense que es mejor no darle la información completa
para no preocupar y generar más daños a las economías populares que los que de
por sí tendrán, sea porque cree que las crisis con fe son menos.
El problema
es que lo que ven los mercados (los mercados, esos malditos mercados) es un
Gobierno pasmado en materia económica que no está tomando las decisiones que
debe tomar y que, a diferencia del componente de salud de esta crisis donde hay
un vocero que todos los días habla y explica lo que está pasando, la única voz
que se escucha en lo económico es la del propio López Obrador negando una y
otra vez la realidad, contestando con evasivas las preguntas concretas,
aplicando pensamiento mágico: decir que vamos a salir fortalecidos porque no
nos van a hacer cambiar es el equivalente económico al “detente” de los
amuletos del sagrado corazón.
Quizá el
Presidente solo esté ganando tiempo y después de su informe trimestral el
próximo 5 de abril, en el que prometió dar a conocer un plan de reactivación de
la economía, le dé, finalmente, permiso a los secretarios de Hacienda y
Economía de aterrizar los planes y mandar mensajes que calmen a los mercados
que comienzan a dar señales de nerviosismo y sobre todo de pesimismo sino a los
mexicanos que solo vemos las contradicciones acumularse día con día. En materia
económica el “yo creo”, el “yo tengo confianza” y sobre todo el “yo tengo otros
datos” no funcionan.
Quizá la
explicación sea más sencilla y que, como el médico benevolente, lo que quiere
el Presidente es que cuando nos cargue el payaso nos vayamos todos con una
sonrisa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario.