martes, 3 de julio de 2018

El gran desafío de AMLO: cumplir las expectativas.

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Confrontado con un sector del gran capital, sometido por sus opositores a campañas sucias desde hace meses, sin una relación tersa con las Fuerzas Armadas y en un contexto internacional complejo por la narrativa antimexicana de Donald Trump, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador tendrá la tarea colosal de hacer aterrizar sus propuestas (esbozadas en el Proyecto 18) y cumplir con las enormes expectativas de cambio que generó en una enorme mayoría de los mexicanos. Y evitar conflictos con los aliados que lo llevaron al triunfo, algunos de los cuales no comparten puntos de vista en temas educativos y de salud. De acuerdo con asesores del triunfador de las elecciones presidenciales del domingo 1, los “focos rojos” para el tabasqueño serán la economía –mantener estables los mercados– y la seguridad.

Con una suma contradictoria en perfiles y propuestas, Andrés Manuel López Obrador llegó a su tercer intento por alcanzar la Presidencia de la República y, haciendo gala de pragmatismo, consiguió –incluso confrontado con un sector del más poderoso e influyente empresariado– lo que en el pasado parecía imposible: ganar.

Y lo hizo de manera arrolladora, con 53% de los votos, según el conteo rápido dado a conocer por el presidente del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova.

AMLO sumó perfiles escasamente relacionados con la izquierda histórica, e incluso reciclados de gobiernos priistas, para ofrecer un gabinete que –proclive el tabasqueño a las reivindicaciones históricas– equiparó con el de Benito Juárez.

Así se presentó a la contienda, enarbolando un ambicioso programa de cambios que obliga a la duda sobre su realización, sobre la idoneidad de los perfiles que lo acompañan en el gabinete y en el ámbito legislativo y sobre los márgenes de maniobra tanto por marco jurídico como por la presión de grupos de poder con los que llega conflictuado.

Los “focos rojos”

La preocupación inmediata del equipo de López Obrador es por lo que considera un largo periodo de transición.

Para Marcelo Ebrard, uno de los políticos más influyentes en el entorno del fundador de Morena, la prioridad es garantizar que los mercados se mantengan tranquilos; organizar la gobernabilidad que, precisamente por los cinco meses que dura la transición, es un “foco rojo”, y las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte con el gobierno estadunidense.

Sucesor de López Obrador en la jefatura de gobierno y hoy uno de sus estrategas, en entrevista con Proceso Ebrard insiste en enviar señales de tranquilidad, incluso en torno al tema que marcó la campaña: el involucramiento de un sector de la cúpula empresarial que promovió un frente contra el tabasqueño y llamó a votar en su contra.

–¿Hay posibilidades de que esa animosidad de un sector de la cúpula empresarial sea un riesgo económico?

–No lo veo así, porque el mercado ya descontó eso. La apuesta estratégica (de la cúpula antiobradorista) fue movilizar el argumento de Venezuela que ha usado la derecha en toda América Latina, y con eso calentar los ánimos de oposición, por parte de la gran coalición conservadora de México. Pero no funcionó por dos razones: porque ya lo han usado varias veces y se desgastó, y porque Andrés no ha dado ningún motivo para suponer que sea así.

En su perspectiva, lo que llama “la coalición conservadora” esperará a ver qué pasos da la nueva administración, se atrincherará en las cámaras de Diputados y Senadores, intentando cohesionar su presencia, y esperará a ver qué plantea el gobierno y qué iniciativas emprende.

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