De la ropa localizada por las
autoridades veracruzanas en la fosa de El Arbolillo, se desprende que los
perpetradores pudieron haber incluido a menores de edad entre sus víctimas.
Y aunque en esa fosa no han sido
reclamados hasta ahora restos de menores, incluso –como lo indica la ropa
expuesta en el registro fotográfico– bebés, en lo que va de la guerra contra la
delincuencia en Veracruz, se suman al menos 10 menores de edad que fueron
asesinados y lanzados en fosas anónimas.
El último, y no tan sonado en medios
nacionales, el de Teresa Silva Sánchez, de 17 años, cuyo cuerpo apareció
sepultado en una playa de Coatzacoalcos, en octubre pasado.
Fue una
familia que vacacionaba la que dio con una mano que se asomaba entre la arena,
al parecer, localizada por aves de carroña que así la dejaron cuando intentaban
comer su carne podrida.
Al dar parte a la policía, confirmó
la presencia de dos cadáveres, uno de ellos, sin cabeza, que hasta la fecha no
ha sido localizada.
Las dos
estaban amarradas y con visibles huellas de tortura. La menor apareció con su
prima, Norma Sánchez Córdova, de 20 años. Las dos originarias de las Choapas se
encontraban en Coatzacoalcos trabajando.
En el caso
de la menor, se constató que contaba con cinco meses de embarazo, y su cabeza
nunca fue encontrada.
Un registro hemerográfico sobre la
presencia de fosas en el estado de Veracruz, en los últimos más de 20 años,
expresa que entre las víctimas, hay confirmados 10 menores de edad.
El caso que
más llamó la atención de la prensa, se dio en 2014, en el municipio de Tres
Valles, con el hallazgo de la fosa del rancho El Diamante, de la que exhumaron
a más de 30 víctimas.
En ese predio, a unos cinco minutos
de la cabecera de Tres Valles, se desenterró los cadáveres de dos menores de
edad que eran hijos de Mari Cruz Ramón Uscanga, “La Bailarina”.
Mari Cruz Ramón Uscanga fue sustraída
de su casa con violencia en días previos al hallazgo. Maleantes en varios
vehículos se la llevaron junto a toda su familia, los dos niños, otro mayor de
edad, ella y su actual pareja.
La mujer fue encontrada hecha pedazos
y con señales de violencia dentro de un agujero en el rancho El Diamante, donde
la prensa constató además que los agresores practicaban rituales satánicos y a
la Santa Muerte.
Ese
entierro, presumiblemente, fue realizado por el Cártel de los Zetas y hasta ahora nadie ha sido detenido por
tales hechos.
A mediados del 2014 igualmente se
encontró una fosa en la colonia Luis Echeverría, de Coatzacoalcos, en la que se
exhumaron los restos de la menor Karime Cruz Reyes, de cinco años, y de su tía,
Mónica Reyes, quienes habían sido secuestradas.
En las fosas de La Gallera, en
Tihuatlán, en la zona norte del estado, el Colectivo María Herrera-Poza Rica
también encontró cráneos de dos niños, el cual fue entregado a las autoridades.
En ese lugar, además de fosas, los
colectivos presumen que era empleado como “cocina”, es decir, para deshacer
personas en tambos con combustible o con ácido.
En abril del 2015, en un pozo de la
colonia JM Rosado, se encontró el cadáver del menor Luis Ángel, de 17 años,
quien fue hecho pedazos y lanzado junto a otra persona.
Sin embargo,
los datos sobre menores asesinados y
lanzados a fosas podrían ser mucho más, ya que entre las de Arbolillo y Colinas
de Santa Fe hay numerosas víctimas que no han sido identificadas ante la falta
de equipo profesional suficiente para la Fiscalía.
Sobre este recuento son menores edad
-en su mayoría- que han sido víctimas de la violencia durante el Gobierno de
Javier Duarte de Ochoa, quien desde la cárcel insiste en deslindarse de las
fosas y de los perpetradores.
Los datos
del último reporte del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad
Pública (SESNSP) indican que durante el
2018 han sido asesinados 26 menores de edad por arma de fuego y otras causas,
en 2017 fueron 63; en 2016, 22; y en 2015, 17.
Los datos expresan la creciente cifra
de menores de edad que son asesinados producto de la violencia.
En varios
casos mueren cuando sus padres son buscados para ajustes de cuenta.
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