Tatiana
Clouthier.
Algunos
vienen regresando de vacaciones, otros lo hicimos la semana pasada. Durante mis
vacaciones, me tomé un descanso obligado y que desde, tal vez, octubre de 2017
no hacía. Me fui con mi hija y una amiga a un reencuentro con la naturaleza,
conmigo misma y a descansar. Fui a España a realizar el Camino de Santiago (de
Compostela).
Fueron cinco
días maravillosos caminando y observando, disfrutando la belleza que ofrece la
campiña española, sus campos y ganado, sus quesos y jamones, entre otros.
Caminamos más de 110 kilómetros en cinco días. Dormimos durante el recorrido en
distintos lugares y finalizamos en el antiguo Hospital del Peregrino, que hoy
es hotel, restaurante y museo. Un lugar a un costado de la propia Catedral de
Santiago que tiene mucha historia y, sobre todo, muy linda energía. Se piensa y
se dice que la energía del lugar es bella, pues desde muchos años atrás ha
llegado gente con intenciones de limpiar, dejar atrás, sanar, etc., su vida
interna.
Cuento todo
esto, pues, el último día de nuestro
recorrido, algún querido compatriota me tomó una fotografía desayunando y a mi
hija estando de espaldas. Pusieron una leyenda como que “la cachamos”
traicionando la austeridad de la que habla nuestro querido Presidente.
A raíz de esto pensé que era importante
compartir algunas reflexiones e información para quienes no la conozcan, pues
la diputación dura tres años y la Presidencia seis.
Tengo 54 años y más de 22 de casada.
Nací en una familia cuyo padre fue un exitoso empresario y mi abuelo mucho más
que él. En casa, a pesar de vivir de forma muy sencilla, porque así lo
decidieron mis padres, nunca faltó nada y siempre tuvimos acceso a la mejor
educación posible, viajes, ropa, juguetes, actividades extracurriculares y
maravillosas vacaciones tanto en México como en el extranjero.
No obstante lo anterior, acudí a la
primaria pública y siempre me enseñaron a no tomar lo ajeno, a respetar a los
demás y a compartir, mas también a saber gozar lo bueno sin por eso ser
desperdiciada. Por último, a que el dinero se genera trabajando y tiene que
venir de buena mano. Nunca de trabajos sucios o que dañen a otros.
Así las
cosas, el que yo vaya a pasearme en
vacaciones y con mi dinero a donde lo desee, no es algo de lo que me avergüenzo
ni me deba esconder. Cumplo con mi trabajo, estoy y he cumplido con mi país.
Soy una ciudadana que ha hecho la chamba del lado que me ha tocado realizarla.
Además, promoví –y lo sigo haciendo– el proyecto de la 4T, pues creo en él. Y
la austeridad a la que somos llamados es a la del buen uso y aprovechamiento de
los recursos públicos. En eso no existe quien pueda revisar mi vida dentro de
la administración pública y servicio y diga que he fallado.
Por otro
lado, pago mis impuestos. Disfruto tanto
una quesadilla en un camino rural en un pueblo de mi querido México, como una
buena copa de vino en cualquier otro lugar. No hay ni habrá falta por ello al
proyecto en el que creo y apoyo. No caeré en su juego e invito a los demás a no
seguirlo.
Mi ideal es que cada vez más
mexicanos puedan gozar de una mejor vida, y no al revés, que a mí y a otros les
tenga que ir mal para que todos estemos iguales y satisfacer el odio de los
antiAMLOs. La equidad que buscamos es para arriba y no jalar hacia abajo. Busco
que los funcionarios públicos no usen el recurso público para darse lujos ni
para hacer abusos. Mi dinero personal, como el de cualquier otro funcionario
que lo haya hecho bien, se disfruta al gusto de cada quien.
No puedo ni habré de disimular para
complacer a los rabiosos vs. AMLO. Sí, soy una chaira fifí.
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