Javier Risco.
José Armando
Rodríguez, ‘El Choco’: Fui reportero del Diario de Juárez. En enero de 2008 me
amenazaron por teléfono: “bájale el tono”. Por eso, tuve que pasar meses
exiliado en El Paso, Texas. Pero mi vida estaba con mi familia. Regresé al
periodismo hasta la mañana del 13 de noviembre de 2008, cuando me disponía a
llevar a mi hija a su escuela en Ciudad Juárez, Chihuahua. Abordé mi auto y
mientras me sentaba al volante, un hombre me disparó en la cabeza.
Me mataron,
según han dicho los presuntos asesinos, por haber denunciado la violencia
desatada por La Línea, brazo armado del Cártel de Juárez, y sus vínculos con el
poder político, hasta que cártel y gobierno se volvieron uno mismo. Intentaron
callarnos, pero #SeguimosHablando.
Moisés
Sánchez: Fundé un pequeño periódico: La Unión. Lo repartía en mi taxi por las
calles de mi pueblo Medellín, Veracruz. Hasta que el 2 de enero de 2015,
hombres armados llegaron a mi casa. Me secuestraron, me torturaron y me asesinaron.
#SeguimosHablando.
Miroslava
Breach: La mañana del 23 de marzo de 2017 comenzaba normal; un día más para
hacer periodismo. Pero a las puertas de mi casa, en Chihuahua, me asesinaron
frente a mi hijo. En mis más de 30 años en el periodismo, atendí las guerras
entre los cárteles de Sinaloa y Juárez, esa combinación de narcopolítica que
domina mi tierra, Chínipas. Los Salazar, supuestamente, fueron los autores de
mi asesinato. Pero ni así lograron callarme.
Días antes
de mi asesinato, volví a recorrer la sierra tarahumara, cosechando denuncias de
agresiones que sufrían los Rarámuri. Investigué secuestros y crímenes que
involucraban a narcotraficantes y a políticos del gobierno de Chihuahua.
Quisieron callarme, pero #SeguimosHablando.
Javier
Valdez: Cofundador de RíoDoce, desde el que visibilizamos a las víctimas del
narcotráfico y la violencia en México. El 15 de mayo de 2017 fui asesinado en
plena calle, a plena luz en Culiacán, la misma ciudad donde nací.
Cuatro
nombres, cuatro historias. Cuatro periodistas mexicanos asesinados por ejercer
la libertad de expresión y de información. Cuatro voces que el crimen
organizado intentó silenciar. Cuatro de al menos 104 casos de colegas que
mataron en los últimos 12 años y cuyos homicidios no han otorgado ni verdad ni
justicia. Y, a pesar de todo, #SeguimosHablando.
Ayer, por
medio de este hashtag, la organización Propuesta Cívica inició una campaña para
seguir haciendo visible la violencia ejercida contra la prensa, que ha
terminado con la vida de decenas de compañeros que buscaban contar historias de
desigualdad y que retrataban el México de los estados en los que la pobreza
acentúa los episodios de abusos de grupos criminales.
La idea de
esta propuesta es que a través de cuatro cuentas de Twitter creadas con el
nombre de cada reportero, ellos vuelvan a contar sus historias, para que su
homicidio no termine con sus voces. Es un “esfuerzo por regresarles la voz, que
forma parte de luchar contra el olvido y es un grito para la exigencia de
justicia”, de acuerdo con la organización que mantendrá activo el ejercicio
entre el 29 de abril y el 4 de mayo, en el marco del Día Mundial de la Libertad
de Prensa, que es el 3 de mayo.
Con
autorización de las cuatro familias, estas cuentas de Twitter difundirán el
trabajo de cada uno que evidenció a grupos criminales que después tomaron
represalias e intentaron silenciarlos. Un ejercicio que pone de nuevo esta
consigna sobre la mesa: no se mata la verdad matando periodistas.
En un país
donde desde el púlpito presidencial se usa la palabra para agredir a la prensa
que critica al poder, este ejercicio de devolverle la palabra a quienes
murieron por no callarse, es un ejercicio necesario, importante y esperanzador:
ellos no se callan si nosotros seguimos repitiendo lo que querían decir.
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