Por Diego
Petersen Farah.
Colocar la
primera piedra de una obra es un símbolo de poder, es la germinación de un proyecto
por el dedo divino del Presidente, Gobernador, Alcalde o cualquier autoridad en
edad de merecer. Es el dedo creador ejerciendo su voluntad. Pero poner una
primera piedra simbólica, como anunció el Presidente López Obrador que hará el
próximo lunes en Santa Lucía, es el símbolo del símbolo, un metasímbolo, es la
voluntad de la voluntad. Esta tan absurdo como lo que hacía Peña Nieto de
inaugurar obras inconclusas (como la Línea Tres el tren eléctrico de
Guadalajara). Si fuéramos serios le chiflaríamos a cualquier autoridad que haga
esto, pero para suerte de los presidentes no los somos.
La primera
piedra de Santa Lucía será simbólica porque es falso que sobre ella se
edificará un aeropuerto. Santa Lucía no solo no tiene proyecto ejecutivo, ni
siquiera un diseño conceptual porque para ello se necesita tener los estudios
aeronáuticos que no son enchílame otra o caliéntame otra chela. Hacer las cosas
bien implica tiempo de estudio y análisis de datos para tomar las decisiones
correctas. El señor Riobóo, el asesor del Presidente en esta aventura, tiene la
corazonada, porque es alguien con experiencia, de que ahí se puede hacer un
aeropuerto civil dado que ya hay uno militar, pero no hay aún un estudio de
factibilidad definitivo que nos diga que se pueden operar simultáneamente, sin
riesgos y con eficiencia (esta último es fundamental) los aeropuertos de México
y Santa Lucía.
La primera
piedra simbólica tiene más que ver con el momento político. Si alguna habilidad
destacada tiene López Obrador (y vaya que tiene varias) es la de cambiar de
tema a su antojo. Tras la crisis mediática por su silencio sobre el asesinato
de una familia en Minatitlán, la primera gran piedra en el camino con la que se
topa en cinco meses, el Presidente puso en una sola semana tres temas que le
han sido particularmente rentables ante la opinión pública: el combate al
huachicol, donde aventó cifras muy suyas por decirlo de alguna manera e
imposibles de validar; dejó ver de nuevo la posibilidad de hacer una consulta
para enjuiciar a ex Presidentes, el as bajo la manga porque esa la gana con 99
por ciento, pero que será solo una eterna amenaza; y el aeropuerto de Santa
Lucía que es el símbolo, carísimo, de derrota del neoliberalismo.
López
Obrador estará este fin de semana en Minatitlán y lo mejor que puede pasar es
que saque el empate a cero, esto es, que salga de ahí sin recibir gol. Pero, lo
más probable es que, como está el ambiente, pierda por más de uno. Si las redes
se calientan sábado y domingo el lunes estaremos hablando de otro tema, de
otras piedras, la simbólica y si se quiere también del montón de piedras del
cerro inadvertido. Un error de diseño en una obra que no ha comenzado es una
anécdota; la incapacidad del Estado de brindar seguridad entierra presidentes.
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