Enrique
Quintana.
Mañana, el
Inegi dará a conocer el comportamiento de la economía durante el primer
trimestre del año.
No se
requiere gran ciencia para estimar que el crecimiento del PIB va a estar
alrededor del 1 por ciento.
El registro
más bajo de los últimos años se dio en el segundo trimestre de 2013, cuando el
PIB creció a una tasa de 1.1 por ciento anual, pero incluso cayó en 0.7 por
ciento si consideramos la tasa trimestral.
No sería
extraño que mañana se revelara un comportamiento parecido.
Ya he comentado que hay un patrón en
los últimos tres comienzos de sexenio, con cifras de crecimiento pobres. Y esta
vez no ha sido la excepción.
Sin embargo, detrás de esos grandes agregados, hay
resultados muy diferentes.
Por ejemplo, el sector primario de la
economía, fundamentalmente la agricultura y la ganadería, tendrá un primer
trimestre sobresaliente.
En los dos primeros meses, el ritmo
de crecimiento promedio, a tasa anual, fue de 6.1 por ciento, que ya
quisiéramos para la economía completa.
Pero ese buen comportamiento
contrasta fuertemente con el de la minería, que tuvo un desplome de -8.2 por
ciento o el de la construcción, que retrocedió en -0.7 por ciento en el
bimestre.
Uno de los sectores más importantes
de la economía tiene tasas muy modestas. La industria manufacturera creció a
una tasa de 1.25 por ciento en el bimestre señalado.
En
contraste, el comercio minorista todavía
creció a 3.6 por ciento en promedio, a pesar de que al comercio moderno no le
fue bien, según datos de la ANTAD. En contraste, la actividad turística y
restaurantera cayó a un promedio de -1.6 por ciento anual.
Y a nivel
territorial veremos entidades como Baja
California Sur, que han crecido a tasas de dos dígitos frente a Tabasco, que ha
caído a tasas por debajo de -6 por ciento.
La economía mexicana está llena de
esas disparidades, más allá de que domine la tendencia a la desaceleración.
Un dato relevante para el primer
trimestre es el freno de las exportaciones. En ese periodo, el crecimiento
promedio fue de apenas 2.3 por ciento, pero en marzo ya hubo un retroceso de
-1.2 por ciento, el primero desde octubre de 2016.
Como
contraste, en el primer trimestre del
año pasado, el ritmo de expansión de las exportaciones era de 11.9 por ciento.
Este comportamiento de la economía
mexicana contrasta con el de nuestro vecino del norte, pues la economía de
Estados Unidos creció 3.2 por ciento en el primer trimestre de 2019, una cifra
motivada principalmente por la expansión de 5.1 por ciento en la inversión,
menor al ritmo del año pasado, pero todavía avanzando con fuerza.
En contra de
lo que muchos esperaban, la economía
norteamericana no está frenando y eso eventualmente puede favorecer el
desempeño de la nuestra.
No sería raro que, en sentido
contrario a lo que hemos visto en los últimos meses, pronto podamos ver una
revisión al alza en los pronósticos de crecimiento del PIB para este año, si la
economía de EU mantiene su dinamismo.
Y, por cierto, un desempeño de esas
características es lo que necesita Trump para aspirar a reelegirse… sólo que,
siempre y cuando se presente en el 2020 y no se agote antes.
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