Enrique
Galván Ochoa.
Desde un
punto de vista político e ideológico, el informe del presidente Andrés Manuel
López Obrador fue impecable. En la condición de crisis sanitaria que vive el
país, mezclada con la económica, para su gobierno lo primero son los pobres y
después también los pobres. Hizo una exposición de los amplios recursos que ha
desplegado para favorecer a los sectores más vulnerables: ancianos, niños,
pequeños productores agrícolas, jóvenes, pescadores y empresas familiares. No
ocultó que los recursos disponibles no serán utilizados para rescatar bancos ni
para convertir en públicas las deudas privadas (es decir, no hay lugar para un
Fobaproa II). No habrá gasolinazos ni condonaciones fiscales, pero en cambio se
devolverá el IVA con prontitud. Seguirá la rehabilitación de las seis
refinerías, la construcción de la nueva de Dos Bocas, el aeropuerto de Santa
Lucía y Pemex recibirá otra inyección de capital. Ya no se utilizarán las
fórmulas contracíclicas del pasado que no dieron buenos resultados, dijo el
Presidente. De ninguna manera se detendrá la lucha anticorrupción contra los
delincuentes de cuello blanco. El eje es la honestidad y el ahorro. Remachó en
más de una ocasión: primero el bienestar del pueblo y luego lo mismo. Aseguró
que el gobierno cuenta con recursos para llevar a cabo su plan: aparte del
presupuesto, el fondo de estabilización presupuestaria y los recién recuperados
fideicomisos. Descartó la opción de recurrir a préstamos. En suma, su plan va
en sentido contrario a las propuestas de los representantes del viejo régimen
que proponen dar facilidades fiscales a las grandes empresas, parar las obras
señeras de la 4T, no tocar el fondo de estabilización ni los fideicomisos y
recurrir al endeudamiento, entre otras.
La clase media
En el
informe del Presidente hubo un ausente: los sectores de la clase media. No son
pobres, pero tampoco ricos. Son dueños de restaurantes, de pequeñas industrias
y comercios, se dedican a la pesca o al transporte. Tienen entre dos y 200
trabajadores. Desde la semana pasada están parados. La orden es que los
negocios no esenciales cierren sus puertas hasta el próximo 30 de abril, por lo
menos, pero falta que el periodo se extienda más. Han enviado a los
trabajadores a sus casas (unos con sueldo completo, otros con la mitad o nada o
simplemente los corrieron). Ellos son quienes dan empleo a más gente en el
país. Les falta dinero para pagar la renta y a los proveedores. Esperaban un
mensaje específico para su sector por parte del Presidente, el anuncio de algún
apoyo de cualquier tipo, sin embargo, eso no ocurrió.
Resiste el
peso.
Tras el
discurso presidencial la cotización del peso registró altibajos constantes.
Según la firma Investing.com, hasta la tarde de ayer su valor era de 25.10 por
dólar. Los bancos estuvieron cerrados y el Banco de México dará a conocer hoy
la cotización interbancaria.
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