lunes, 6 de abril de 2020

Juega AMLO a la ruleta rusa.


Enrique Quintana.

Ni cambio de la política económica ni tampoco modificaciones en su gabinete.

Quienes esperaban que el día de ayer el presidente López Obrador diera un golpe de timón… es que no han aprendido.

En el discurso que ayer pronunció, ante un patio central de Palacio Nacional completamente vacío, el presidente reiteró su estrategia. No habrá cambios. Su convicción es que lo que ha hecho está correcto, y por lo mismo perseverará en esa estrategia.

Esto significa que, a diferencia de lo que están haciendo la mayoría de los gobiernos, el de México no establecerá ningún esquema de impulso fiscal, ni a través de la reducción de la carga impositiva para las personas o para las empresas, ni tampoco a partir del crecimiento significativo del gasto público.

Su visión es que lo único que se necesita es apoyar a los que menos tienen. Y para eso, basta con seguir con los programas y hacer algunas reasignaciones de recursos además de usar el fondeo de los fideicomisos sin estructura, como se resolvió la semana pasada.

Raquel Buenrostro, la jefa del SAT, le ha convencido de que, pese a la crisis, la recaudación no se va a caer y por lo tanto no es necesario incurrir en mayor deuda.

El presidente piensa que en el pasado, las estrategias llamadas ‘contracíclicas’ han generado que el costo de la crisis se descargue en las grandes mayorías mientras que las grandes empresas reciben rescates.

No está equivocado del todo. Hemos tenido en México experiencias en las cuales se han socializado los costos y privatizado los beneficios.

El problema hoy es que nos enfrentamos a una situación completamente inédita y de una dimensión que no calibra el presidente.

Por lo mismo, en este momento, López Obrador está escuchando a quienes le ofrecen estrategias y datos que refuercen su visión.

Y está dejando al margen a quienes puedan cuestionarlo o puedan plantearle opciones diferentes.

En los últimos días ha corrido el rumor de que el presidente no le aceptó la renuncia al secretario de Hacienda, Arturo Herrera.

No sé si Herrera la presentó, pero lo dudo.

Lo que sí es visible es que una visión racional en materia económica como la que tiene el secretario de Hacienda, empieza a hacer cada vez más cortocircuito con la perspectiva de una economía imaginaria que tiene el presidente.

No sé cuánto tiempo siga Herrera en el equipo, pero ya hubo un signo de que se le margina al no estar presente en el diálogo que el presidente de la República tuvo con el CEO de BlackRock, Larry Fink. En el pasado, hubiera sido inimaginable la ausencia de Herrera.

López Obrador, sin embargo, no ha cerrado las puertas y estableció que en un plazo de nueve días volverá a reunirse con el sector privado, para valorar si la estrategia económica que se ha puesto en práctica es la correcta o si necesita ajustes.

No sé si esa reunión vaya a tener lugar ni tampoco cuál vaya hacer el resultado, pero lo que sí le puedo anticipar es que al paso de los días y de las semanas habrá crecientes evidencias de que la estrategia imaginada por López Obrador va a hundir cada vez más a la economía mexicana y por lo mismo va a generar costos crecientes entre todos, incluyendo los de menores ingresos, que él piensa apoyar.

En este contexto, como pasó en el caso de la pandemia, puede ser que AMLO rectifique y adopte una actitud razonable, así sea por pura conveniencia política.

Pero también es probable que le gane la ideología e insista en decisiones que nos van a llevar al precipicio.

Y quizás a él también.

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