Francisco
Ortiz Pinchetti.
Gerardo Ruiz Esparza tendría que
responder por una infamia mayor que la muerte de dos personas caídas con su
vehículo en el socavón del Paso Exprés de Cuernavaca. El secretario de
Comunicaciones y Transportes ha sido omiso, en el mejor de los casos, en la
atención de un tema que provoca más de seis mil muertes al año: ha bloqueado en
el Congreso diversas iniciativas para prohibir, o al menos regular estrictamente,
la circulación de los llamados tracto camiones de doble remolque por las
carreteras mexicanas.
Hay que
decirlo: Ruiz Esparza ha protegido
intereses multimillonarios de los empresarios transportistas a costa de la
seguridad de miles de viajeros, todos los días. Ese tipo de unidades, cuyo uso
está vedado en muchos países del mundo por su alta peligrosidad, están
involucrados en seis de cada 10 choques del transporte de carga, según datos
del INEGI. Hay que tener presente que en el país existen al menos 450 mil
unidades de transporte de carga, de las cuales entre el siete y el ocho por
ciento son camiones de doble remolque. Es decir, unos 35 mil.
Y pasan los meses y los años sin que
se modifique esta situación trágica, a la que me referí en este espacio hace casi un año, en
septiembre del año pasado. Una indolencia criminal. Reiterados intentos de legislar en esa materia se han visto
entorpecidos desde entonces, precisamente, por las propias autoridades
federales encargadas supuestamente de velar por la seguridad en las carreteras
del país, como lo han denunciado diputados y senadores no sólo de los partidos
de oposición, sino del propio PRI.
Hace apenas tres semanas, la senadora
priista por Jalisco Verónica Martínez Espinoza reconoció que ante la falta de
voluntad para legislar a fin de prohibir o al menos regular la circulación de
los camiones “doble remolque” es necesario que se establezcan medidas severas,
aplicables y de prevención para evitar que estos vehículos sigan convirtiéndose
en “ataúdes rodantes”.
Dijo que expertos en la materia y la
Confederación Nacional de Transportistas Mexicanos (Conatram), han destacado
que la incidencia de accidentes se debe al exceso de carga, la dimensión de
esas unidades y la velocidad excesiva con que circulan, así como la
permisividad de la SCT para que transiten por vías poco adecuadas y el poco
control en materia de pesos y medidas de esos vehículos, así como de las
condiciones mecánicas. De acuerdo con estadísticas de la propia Conatram, los
camiones “doble remolque” provocan cada día entre dos y tres accidentes.
“Hay más de seis mil personas
fallecidas, decenas de miles de heridos y daños materiales de entre seis mil y
siete mil millones de pesos al año”, gritó casi la legisladora, desesperada.
Más allá del
debate sobre los costos económicos, visiones catastrofistas de desabasto de
alimentos o combustibles, así como afectaciones que tendrían diversas empresas
al prohibirse los doble remolques en México, es necesario y urgente, ante la ausencia de voluntad para legislar
este tema, que por lo menos se establezcan medidas severas, aplicables,
verificables, de la forma en que están circulando estos vehículos que se han
convertido en verdaderos asesinos rodantes. Todos los días nos enteramos por
los medios de accidentes fatales en los que están involucrados ese tipo de
tráiler. Todos los días.
El Instituto Mexicano del Transporte
reporta por su parte que, de 30 mil accidentes anuales, el tracto camión
doblemente articulado participa en tres por ciento de los casos, genera 2.2 por
ciento de fatalidades y 1.6 por ciento del total de lesionados. Es decir, ese
tipo de vehículos provoca cada año la muerte de no menos de seis mil 600
mexicanos y deja lesiones a otros cuatro mil 800. Muchos de ellos quedan
incapacitados de por vida.
Las cifras del drama no parecen
conmover sin embargo al titular de la SCT, severamente cuestionado en estos
días por el hundimiento del recién inaugurado y costosísimo libramiento de
Cuernavaca, ni a sus subordinados directamente responsables del autotransporte
federal. En varias ocasiones ha sido inútilmente emplazado a dar una respuesta
cabal y definitiva al problema, pero invariablemente ha escapado con el
argumento de que se está haciendo un estudio detenido del tema y que la SCT
acatará modificaciones legislativas… cuando las haya. Invariablemente también, ha hablado
de reforzar la vigilancia de las autoridades en las carreteras nacionales para
obligar a los transportistas a cumplir a cabalidad con las normas y reglamentos
vigentes. Y las estadísticas de accidentes, muertes y pérdidas materiales
siguen en aumento.
La Tercera Comisión de la Comisión
Permanente aprobó el mes pasado solicitar a la Secretaría de Comunicaciones y
Transportes presentar en 45 días, que se cumplen ya, un informe sobre el
desempeño, riesgos y viabilidad de funcionamiento del sistema de tracción del
segundo remolque que utilizan los llamados “tracto camiones de doble remolque”.
Hasta ahora no se conoce informe alguno.
En el Senado de la República existen
diversas iniciativas para normar la circulación de esos vehículos. Entre ellas
destaca una que propone reformar la Ley de Caminos, Puentes y Autotransporte
Federal, para sentar las bases que permitan disminuir al máximo el riesgo que
representan para la población. Y en la Cámara de Diputados se han presentado
¡siete iniciativas!, todas pendientes de dictaminar, que plantean
modificaciones a la ley con la finalidad de regular este tipo de transportes e
incluso prohibir de manera definitiva su circulación.
No parece casual que ninguna de esas
iniciativas prospere, mientras la inacción del gobierno sobre el tema es no
sólo evidente, sino sospechosa. Éste es un socavón sin fondo. Nada avanza, nada
pasa, mientras Ruiz Esparza se hace como el que no oye. Seguramente está
convencido de que no es el momento –como no lo ha sido en años— de molestar al
poderoso gremio de los transportistas en vísperas de un proceso electoral tan
peculiar como el que está por iniciarse. No vaya a ser que nos paren el país.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario.