Adela Navarro Bello.
Este gobierno no cambia. Ni cuando
tiene un logro saben comunicarlo. Mucho menos respetar el recuerdo de quienes
por la inseguridad, la violencia, la corrupción y la impunidad que se viven día
a día en México, pagan con su vida la libertad que tuvieron.
De manera insensata, el Secretario de
Gobernación Alfonso Navarrete Prida, comunicó en la informalidad de un twit que
la Policía Federal adscrita a la Comisión Nacional de Seguridad, había detenido
a uno de los presuntos asesinos del periodista Javier Valdez.
Así, sin sustento, sin argumentos,
sin dar detalles de la investigación, sin informar el móvil, sin dar a conocer
las ligas del detenido con el narcotráfico y el crimen organizado, el grado de
participación que tuvo en el crimen, o datos de la indagación ministerial, con
solo su escrito en twitter como prueba, Navarrete escribió 40 palabras para
informar de manera somera: “Felicito a los elementos de la @PoliciaFedMx, #CNS y @PGR_mx, que en
una operación conjunta, hace unos momentos detuvieron al presunto responsable
del homicidio del periodista Javier Valdez, quien lamentablemente fue privado
de la vida el año pasado en #Sinaloa”.
Desde el 15
de mayo de 2017, día en que fue asesinado Javier Valdez en Culiacán, Sinaloa, tanto la Fiscalía del Estado como la
Procuraduría General de la República, guardaron silencio en torno a la
investigación del crimen contra el cofundador del periódico Ríodoce y escritor
de ocho libros de no ficción. Fue difícil para familiares y compañeros de
trabajo de Valdez, acceder a la indagatoria, conocer de los motivos, los
orígenes del asesinato del periodista.
La secrecía
de la investigación daba la impresión de
ser más por la incapacidad que por la rigurosidad de una investigación
ministerial. Durante once meses mantuvieron a la sociedad en general y a los
lectores de Javier en lo particular, en el abandono informativo, sumando este
caso a los de más de cien periodistas que han sido asesinados en los últimos 18
años, y cuyos casos permanecen en la impunidad.
Ni en Sinaloa ni en el medio es
desconocido que a Javier Valdez lo mataron narcotraficantes del cártel de
Sinaloa.
Los periodistas que en México han decidido
hacer investigación en temas relacionados con el narcotráfico, el crimen
organizado y la corrupción policíaca, llevan la vida en ello ante la
complicidad de criminales con agentes del Estado. Si el narcotráfico ha crecido
en este país, ha sido porque ha contado con la participación de las
instituciones del Estado Mexicano, cuyos elementos les brindan impunidad.
El cártel de Sinaloa es uno de los
dos más notorios de México junto con el cártel Jalisco Nueva Generación, entre
los dos cubren de forma criminal prácticamente toda la República, concentrando
poderíos en estados particulares, como es el caso de Jalisco y de Sinaloa. Esos
territorios están marcados en el nombre criminal de las estructuras mafiosas.
En ese contexto, desde Ríodoce Javier Valdez junto con sus compañeros del
periódico, trabajaron y trabajan, investigaciones periodísticas en el tema del
narcotráfico.
En medio de
una guerra interna en el cártel de Sinaloa, las líneas editoriales fueron
tomadas por los criminales como afrentas personales. Insisto, no es un secreto que el periodista como
otros en este México impune, vivía amenazado. Que hubo de abandonar su tierra
cuando la autoridad que está para proveer seguridad no lo pudo proteger ni a él
ni a los ciudadanos de aquel estado, que todos los días escuchan las balas y
ven los muertos caer.
Tres fueron los asesinos
identificados –ahora se sabe- por la Fiscalía de Sinaloa y la PGR aquellos días
posteriores al crimen, cuando localizaron material videográfico donde se
aprecia a quienes se llevaron el auto del periodista después de asesinarlo. Así
dieron con ellos. Tampoco se trata de una investigación profunda, meticulosa y
científica, fue la evidencia circunstancial la que dio a los investigadores el
hilo de donde jalar. Aun así, se tardaron casi un año en tener resultados, aun
cuando siguen negando la información de la investigación.
Efectivamente,
el lunes 23 de abril en Tijuana, Baja California, fue detenido Heriberto Picos
Barraza “El Koala” como presunto asesino de Javier Valdez. Se refugió en esta
entidad porque tanto en Tijuana como en Mexicali la capital, el cártel de
Sinaloa tiene una presencia considerable dominando territorios criminales que
disputa al cártel Jalisco Nueva Generación.
Así funcionan las estructuras
criminales, “calientan una plaza con plomo y sangre” y se van a otra donde
también encuentran cobijo impune y continúan con su vida delictiva. Si no son
asesinados en cruentas guerras mafiosas, normalmente los sicarios, los
traficantes, son detenidos en una zona distinta adónde operan criminalmente. Los asesinos de Javier Valdez no
fueron la excepción. Faltan por lo menos
dos para dar certeza a la autoría material del crimen, y por supuesto que no se
olvidará que los asesinos intelectuales también deben ser juzgados.
De “El Koala” presumen que está
inmerso en la célula criminal del cártel de Sinaloa que lideraba Dámaso López
Núñez, quien fue detenido en la Ciudad de México el 2 de mayo de 2017, trece
días antes del asesinato de Javier Valdez, periodista que había elaborado varios trabajos
periodísticos con “El Licenciado” como protagonista, en medio de una guerra que
sostenían con los hijos de Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”, peleando por el
poder de “la plaza” tras poco más de un año de la reaprehensión del capo de
Badiraguato en enero de 2016.
Pero esta es información las
Procuradurías ya la sabían, la tenían y no actuaron con rapidez para aprehender
a los asesinos de Javier. Les dieron tiempo de huir, de trasladarse a otro
estado para seguir delinquiendo. Y faltan dos más. Y los autores o el autor
intelectual, por supuesto. El crimen de Javier, de hecho, cualquier crimen no debería quedar en la
impunidad, pero los casos de alto impacto que trascienden las fronteras de
México como lo es el del periodista y escritor sinaloense, deben resolverse
como casos ejemplo.
De acuerdo a
Artículo 19, entre el 2000 y el 2018, 115 periodistas han sido asesinados en
México. 42 en el sexenio de Enrique Peña Nieto. Y si en el caso de Valdez la
FEADLE (Fiscalía Especial para la Atención de delitos contra la Libertad de
Expresión) se ha anotado un punto -que de hecho está por probarse con el
proceso que se le siga a “El Koala” y la pronta aprehensión de los cómplices
asesinos- en más del 90 por ciento de los casos de atentados contra periodistas,
lo que prevalece es la impunidad.
No basta que en la Comisión Nacional
de Seguridad que titula Renato Sales, finalmente se hayan convencido de que el
asesinato del periodista tiene que ver con su entorno profesional. Que lo
mataron por hacer periodismo de investigación. Conclusión a la que llegaron
después de leer los últimos trabajos de Valdez. No basta con que hayan detenido
a un presunto asesino. La familia de Javier, sus compañeros periodistas, sus
lectores, la sociedad, deben saber en cuáles condiciones le quitaron la vida a
un hombre de letras y palabras. Por qué, quiénes, cuál el contexto.
No basta la
palabra del Secretario de Gobernación, del Comisionado o la del Fiscal
Especial, se requiere certeza jurídica,
investigación ministerial que pruebe que no se trata de un oportunismo político
justo antes que se cumpla un año del atentado contra la libertad de expresión.
Los asesinos de Valdez han gozado de
impunidad durante casi un año. Los autores materiales de igual forma.
El 15 de mayo compañeros periodistas
de todo el País honrarán la memoria del periodista, y exigirán al gobierno de
Enrique Peña Nieto, justicia. Justicia para Javier, para todos, cárcel para los
asesinos.
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