Georgina
Morett.
Hasta ahora
no ha habido suficientes acciones concretas después del hackeo por 400 millones
de pesos a los bancos, y al parecer no tenemos consciencia de lo que tenemos
que hacer en México para vivir en el mundo cibernético sin tantos costos.
En este
ámbito, las leyes tienen que actualizarse constantemente y nadie puede comprar
un sistema 100 por ciento antihackeo, por lo que se requieren medidas legales y
acciones para minimizar estos costos.
Porque no
sólo está este enorme hackeo a los bancos, sino que también, de acuerdo con
cifras de la Condusef, el número de consumidores por Internet que fueron
víctimas de delitos cibernéticos se incrementó en 47% respecto a 2016, pasamos
de 22 millones de personas afectadas, que representan el 48 por ciento de los
cibernautas en 2016, a 33 millones de afectadas en 2017, que representan el 64
por ciento.
Para Mario
Di Costanzo, presidente de Condusef, hay motivos para pensar que en el hackeo a
los bancos hubo insiders; es decir, que personas de adentro del Banco de México
o de los bancos privados participaron y operaron contra los propios bancos, lo
cual hace mucho más grave este ataque.
Explica que
lo que se hackeó es la conexión entre la cuenta concentradora que administra el
Banco de México con los bancos privados, que tienen como un pequeño cajón en
esta cuenta concentradora con su propio dinero, y crearon un Sistema de Pagos
Electrónicos Interbancario (SPEI) fantasma para ello, para el cual necesitaba
un número de clabe.
Esto
significa que los hackers alquilaron cuentas para enviar el dinero y esto es
imposible de parar, porque hay que seguir muchas cuentas, además a quienes
prestaron su cuenta para recibir el dinero no se les puede perseguir por ningún
delito, y lo peor que les puede pasar es que le caiga una auditoría de la
Secretaría de Hacienda, que por cierto finalmente tampoco es cosa menor.
El otro caso
es que abrieron una cuenta exprofeso, con robo de identidad, y ahí enviaron el
dinero. Aquí tanto el banco como el hacker tienen responsabilidad, ya que el
gerente debe validar si la credencial de elector que se presenta es por lo
menos vigente para votar, y debieron haber identificado si había una falla y en
ese caso avisar a la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos
Electorales (FEPADE), porque se tiene conocimiento de un presunto delito.
Di Costanzo
asegura que debe ampliarse la figura de cibernéticamente expuesto, que
actualmente se utiliza con los funcionarios públicos de alto nivel, a quienes
se les piden muchos requisitos, y además la Secretaría de la Función Pública
envía reportes especiales para tener un mayor control.
Pide
trasladar al ámbito privado el concepto de cibernéticamente expuesto, ya que
deberían de tener las normas y cuidado que los organismos públicos y los
reguladores financieros, que cuentan todos con un área de ciberseguridad.
Se debe
considerar, comenta, también a los directores generales de tecnologías de la
información de algunas dependencias, al que opera los sistemas de bases de
datos, a los que operan los sistemas de las tesorerías de Pemex, porque son
personas que por omisión o por intención pueden dejar pasar algo.
Además,
explica que en el mundo cibernético se hacen licitaciones para dar servicio a
los servidores y que muchas veces las empresas subcontratan a una persona, por
ejemplo en la India, y esta misma persona es subcontratada por otras empresas,
lo cual lo debe convertir en cibernéticamente expuesto.
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