Javier Risco.
La doctora
Jacqueline Peschard fue contundente en la columna publicada la semana pasada en
las páginas de este diario: “Hay un mensaje recurrente en el discurso del
gobierno del presidente López Obrador: el desprecio por el conocimiento
científico, técnico o especializado. El argumento detrás es que quienes lo
generan, ya sean académicos u organizaciones de la sociedad civil, son grupos
privilegiados, que se han beneficiado de recursos públicos sin dar resultados
suficientes y que, incluso, han cobijado actos de corrupción, por eso son la
‘mafia científica’”. Sí, hasta el momento, el mensaje más relevante del
Ejecutivo en relación a la investigación y al desarrollo científico en este país
tiene que ver con una descalificación. Sin embargo, no podemos quedarnos ahí,
envueltos en una coyuntura voraz, que incluye un plan contra el robo de
combustible, una postura de no intervención en Venezuela, señalamientos de
funcionarios y exfuncionarios corruptos, y una lista de carpetas con temas
diversos; es necesario asentar antes de los primeros cien días hacia dónde
voltea López Obrador en temas de ciencia. Si no lo hace él, al menos que lo
haga la directora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), María
Elena Álvarez-Buylla.
Así como
tiene proyectos consentidos en infraestructura como el Tren Maya, o en temas
energéticos como la creación de refinerías, o en el deporte, su amado béisbol,
¿cuáles son los grandes proyectos científicos que tiene en la cabeza el
presidente López Obrador para la primera parte de su sexenio? Según
Álvarez-Buylla, tiene dos en mente. Ayer, en entrevista radiofónica en el
programa Así las Cosas, de W Radio, señaló: “El gran proyecto de ciencia y
tecnología del presidente es una ciencia pertinente, una ciencia ética y una
ciencia que justamente acompañe, sustente, complemente los grandes proyectos
que ha puesto sobre la mesa, que dicho sea de paso coinciden en mucho con la
agenda de los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU. Ahora que
anunciemos los primeros proyectos nacionales, van a ver que están ahí
complementados y apoyados proyectos como puede ser salud preventiva; en salud
vamos a hacer un gran esfuerzo, la ciencia y tecnología tiene mucho que decir
en el futuro (…). Otro es un gran proyecto articulado en su caso con la
Secretaría de Energía, en torno a mayor eficiencia en la generación de energía
y la transición energética para ir disminuyendo los impactos en cambio
climático, este es otro plan nacional estratégico”.
Así que las
dos grandes obsesiones del Ejecutivo en temas científicos tienen que ver con la
medicina preventiva y su desarrollo, y disminuir el impacto en cambio climático
con la mayor eficiencia en la generación de energía. Del primero habrá que
esperar quiénes sustentan este proyecto nacional, cuánto dinero se otorga de
Presupuesto y cuáles serán sus objetivos a corto, mediano y largo plazos; sin
embargo, del segundo proyecto del presidente quedan muchas dudas: cómo puede
Andrés Manuel López Obrador impulsar un proyecto científico nacional para
disminuir los impactos del cambio climático, cuando su principal apuesta en su
plan energético es la construcción de dos nuevas refinerías en México –por
cierto, el gobierno federal no ha solicitado la Manifestación de Impacto
Ambiental ni ha ingresado el proyecto de la refinería de Dos Bocas para que sea
sometido a consulta.
No queda
claro si se trata de una incoherencia, de una mala comunicación o de
ignorancia. Hoy por hoy, los proyectos energéticos del gobierno federal chocan
con las intenciones de desarrollo científico. Habrá que esperar ambos proyectos
nacionales en manos del Conacyt. Ojalá pronto el Ejecutivo nos demuestre que ve
en la ciencia algo más que una “mafia”.
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