martes, 26 de febrero de 2019

La ciencia de Andrés.


Javier Risco.

La doctora Jacqueline Peschard fue contundente en la columna publicada la semana pasada en las páginas de este diario: “Hay un mensaje recurrente en el discurso del gobierno del presidente López Obrador: el desprecio por el conocimiento científico, técnico o especializado. El argumento detrás es que quienes lo generan, ya sean académicos u organizaciones de la sociedad civil, son grupos privilegiados, que se han beneficiado de recursos públicos sin dar resultados suficientes y que, incluso, han cobijado actos de corrupción, por eso son la ‘mafia científica’”. Sí, hasta el momento, el mensaje más relevante del Ejecutivo en relación a la investigación y al desarrollo científico en este país tiene que ver con una descalificación. Sin embargo, no podemos quedarnos ahí, envueltos en una coyuntura voraz, que incluye un plan contra el robo de combustible, una postura de no intervención en Venezuela, señalamientos de funcionarios y exfuncionarios corruptos, y una lista de carpetas con temas diversos; es necesario asentar antes de los primeros cien días hacia dónde voltea López Obrador en temas de ciencia. Si no lo hace él, al menos que lo haga la directora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), María Elena Álvarez-Buylla.

Así como tiene proyectos consentidos en infraestructura como el Tren Maya, o en temas energéticos como la creación de refinerías, o en el deporte, su amado béisbol, ¿cuáles son los grandes proyectos científicos que tiene en la cabeza el presidente López Obrador para la primera parte de su sexenio? Según Álvarez-Buylla, tiene dos en mente. Ayer, en entrevista radiofónica en el programa Así las Cosas, de W Radio, señaló: “El gran proyecto de ciencia y tecnología del presidente es una ciencia pertinente, una ciencia ética y una ciencia que justamente acompañe, sustente, complemente los grandes proyectos que ha puesto sobre la mesa, que dicho sea de paso coinciden en mucho con la agenda de los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU. Ahora que anunciemos los primeros proyectos nacionales, van a ver que están ahí complementados y apoyados proyectos como puede ser salud preventiva; en salud vamos a hacer un gran esfuerzo, la ciencia y tecnología tiene mucho que decir en el futuro (…). Otro es un gran proyecto articulado en su caso con la Secretaría de Energía, en torno a mayor eficiencia en la generación de energía y la transición energética para ir disminuyendo los impactos en cambio climático, este es otro plan nacional estratégico”.

Así que las dos grandes obsesiones del Ejecutivo en temas científicos tienen que ver con la medicina preventiva y su desarrollo, y disminuir el impacto en cambio climático con la mayor eficiencia en la generación de energía. Del primero habrá que esperar quiénes sustentan este proyecto nacional, cuánto dinero se otorga de Presupuesto y cuáles serán sus objetivos a corto, mediano y largo plazos; sin embargo, del segundo proyecto del presidente quedan muchas dudas: cómo puede Andrés Manuel López Obrador impulsar un proyecto científico nacional para disminuir los impactos del cambio climático, cuando su principal apuesta en su plan energético es la construcción de dos nuevas refinerías en México –por cierto, el gobierno federal no ha solicitado la Manifestación de Impacto Ambiental ni ha ingresado el proyecto de la refinería de Dos Bocas para que sea sometido a consulta.

No queda claro si se trata de una incoherencia, de una mala comunicación o de ignorancia. Hoy por hoy, los proyectos energéticos del gobierno federal chocan con las intenciones de desarrollo científico. Habrá que esperar ambos proyectos nacionales en manos del Conacyt. Ojalá pronto el Ejecutivo nos demuestre que ve en la ciencia algo más que una “mafia”.

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