Por Dulce
Olvera.
De 1996 a
1998, el gobierno de Ernesto Zedillo
Ponce de León privatizó el sistema ferroviario mexicano. Otorgó concesiones por
entre 20 y 50 años al Grupo Ferroviario Mexicano (Ferromex), Grupo Acerero del
Norte (Peñoles), Medios de Comunicación y Transporte de Tijuana, Grupo Triturados
Basálticos (Tribasa) y por mil 400 millones de dólares a Transportación
Ferroviaria Mexicana (TFM), asociada con la estadounidense Kansas City Southern
Industries.
Al término de su gobierno, Zedillo
participó en el Consejo de Administración de Union Pacific, miembro del Grupo
Ferroviario Mexicano (GFM) formado también por Grupo México e Ingenieros
Civiles Asociados (ICA), a quien le dio una concesión en 1997 para operar el
Ferrocarril Pacífico Norte.
Las líneas concesionadas cubrieron 22
mil 130 kilómetros de vía, el 84 por ciento de la red ferroviaria y el 95 por
ciento del sistema ferroviario nacional a finales de la década de los 90; el
personal empleado era de 15 mil 500 personas y se contaba con mil 220
locomotoras y 254 mil carros de carga, de acuerdo con el Instituto Mexicano del
Transporte (IMT). Para 2017, la infraestructura ferroviaria en México suma un
total de 23 mil 366 kilómetros de vía en operación, de acuerdo con la Agencia
Reguladora de Transporte Ferroviario (ARTF).
El 55.4 por ciento de la carga total
transportada por ferrocarril se concentra en el maíz, el cemento, los
contenedores y los laminados de fierro y acero, muestran datos de la ARTF.
“No se vio bien, no es ético. Zedillo
promueve la privatización de los ferrocarriles y termina su mandato y se va a
trabajar de asesor a una de las empresas que se beneficiaron con la
privatización de los ferrocarriles nacionales”, declaró el Presidente Andrés
Manuel López Obrador en una conferencia matutina sobre “la puerta giratoria” de
ex presidentes.
Su gobierno
plantea la construcción del Tren Maya y un corredor transístmico para el
desarrollo integral del Istmo de Tehuantepec a través de la asociación público
privada.
“El primer
ferrocarril se hizo en la época de la República Restaurada, lo inició Juárez,
lo terminó Lerdo, fue el ferrocarril de la Ciudad de México a Veracruz, poco
más de 600 kilómetros; y Porfirio Díaz hizo más de 20 mil kilómetros, se
comunicó a todo el país; y luego en la Revolución, lo mismo. Y llegaron estos
tecnócratas, corruptos, irresponsables, y en un abrir y cerrar de ojos acabaron
con los ferrocarriles”, reiteró el mandatario la semana pasada.
LA VENTA DE
TRENES
La primera
ruta México-Veracruz fue inaugurada en 1873 durante la presidencia de Sebastián
Lerdo de Tejada. Los Ferrocarriles Nacionales de México fueron creados por
Porfirio Díaz en 1907, sirvieron en la Revolución para transportar tropas y
fueron nacionalizados por Lázaro Cárdenas del Río en 1937.
Pero en 1995 inició el proceso de privatización
del sistema ferroviario mexicano al aprobarse una reforma al Artículo 28
Constitucional que permitió la inversión privada en ferrocarriles.
En diciembre de 1996, Transportación
Marítima Mexicana, asociada con la estadounidense Kansas City Southern
Industries y filial de Transportación Ferroviaria Mexicana, ofreció al gobierno
mil 400 millones de dólares por la concesión de 3,960 mil kilómetros de vías,
más de 3 mil locomotoras y alrededor de 10 mil vagones. Ese tramo de vías
férreas, que movía el 40 por ciento de la carga, se conectó con vías de Estados
Unidos y Canadá.
En junio de
1997, se pagó la concesión de 50 años
por 4.5 millones de dólares del Ferrocarril Pacífico Norte al Grupo Ferroviario
Mexicano (GFM) formado por Grupo México, Ingenieros Civiles Asociados (ICA) y
la norteamericana Union Pacific, de la que fue consejero el ex Presidente
Ernesto Zedillo. La empresa Ferrocarril Mexicano (Ferromex) empezó a operar la
línea de 6 mil 200 kilómetros un año después.
En octubre
de 1997, se dio la concesión por 20 años
de la línea corta Coahuila-Durango, al Grupo Acerero del Norte asociado a
Industrias Peñoles, así como la concesión por 20 años de la línea corta
Tijuana-Tecate a Medios de Comunicación y Transporte de Tijuana.
Y en julio
de 1998 julio se anunció la concesión
del Ferrocarril del Sureste por 50 años al Grupo Triturados Basálticos
(Tribasa) por 322 millones de dólares.
Las ventas se dieron bajo el
argumento oficial de que 81 por ciento de las vías estaban deterioradas y el
parque de vehículos operaba a 60 por ciento de su capacidad.
Para agosto
de 1999, Ferrocarriles Nacionales de
México dejó de administrar y operar las vías generales de comunicación
ferroviaria y de prestar el servicio público de transporte ferroviario.
LOS TRES
LÍDERES.
Ferromex y Ferrosur de Grupo México,
así como Kansas City Southern de México (hasta 2005 Transportación Ferroviaria
Mexicana) son las empresas ferroviarias que acaparan el 93.6 por ciento de la
participación en las vías terrestres, de acuerdo con la Agencia Reguladora del
Transporte Ferroviario.
Grupo México, de Germán Larrea Mota
Velasco, se define como la empresa de transporte ferroviario más grande, más
rentable y de mayor cobertura en México al ofrecer servicios de carga general e
intermodal por ferrocarril, así como de transporte de pasajeros. Sus filiales
son Ferromex, Ferrosur e Intermodal México.
De acuerdo
con el Portal de Transparencia, Ferromex
ha recibido 33 concesiones desde la administración de Ernesto Zedillo Ponce de
León, con vigencias de cinco a 50 años, incluyendo el permiso para instalación
de anuncios publicitarios.
La Comisión
Nacional del Agua (Conagua) le ha dado
20, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) le ha
brindado una y de las 12 dadas por la Secretaría de Comunicaciones y
Transportes (SCT) destacan las vías Pacífico-norte, en Ojinaga-Topolobampo y la
Vía Corta Nacozari, que suman 46 por ciento de la participación en el mercado.
De
transporte de pasajeros, Ferromex ofrece
servicios turísticos en la zona de haciendas tequileras en Jalisco, llamado
“Tequila Express” y otro en las Barrancas del Cobre, en la ruta del “Chepe” de
Chihuahua a Los Mochis, Sinaloa.
La filial Ferrosur, que opera 14 por
ciento del total de participación, ha obtenido 12 concesiones desde Ernesto
Zedillo hasta la fecha, con vigencia de 30 a 50 años. Ocho han provenido de la
SCT, entre ellas, para las Vías Cortas Oaxaca y Sur, y las otros cuatro de la
Conagua.
En mayo
pasado, durante el proceso de campañas, Grupo
México emitió una carta a sus empleados, colaboradores y accionistas para
asegurar que las concesiones mineras, ferroviarias y carreteras que opera no
son producto de corrupción como el entonces candidato presidencial
“injustamente” acusó.
“El término
‘concesión’ no es sinónimo de corrupción ni de compadrazgo como se ha insinuado
recientemente”, escribió Germán Larrea, quien en la lista de Forbes está en el
segundo lugar de los hombres más ricos de México, con una fortuna cifrada en 17
mil 300 millones de dólares. “Como empresario creo en un modelo capitalista de
libre mercado con un alto contenido de responsabilidad social”, aseguró. Por lo
que criticó las intenciones de “un gobierno populista” y la “estatización de
empresas”.
López Obrador respondió
desde un mitin que entendía que Larrea Mota Velasco “no quiera el cambio porque
le ha ido muy bien. Él, antes de Salinas [Carlos Salinas de Gortari], no
aparecía en la lista de los hombres del mundo […] Aparece desde que Salinas le
entregó la mina histórica de Cananea, en Sonora”.
Esta semana ambos se reunieron en
Palacio Nacional para hablar sobre las víctimas de la mina Pasta de Conchos.
Respecto a Kansas City Southern de
México, dirigida por José Guillermo Zozaya Delano, el Portal de Transparencia
registra siete concesiones por 50 años dadas por la SCT y Conagua para la vía
ferroviaria del Noreste, que opera el 32.80 por ciento de la participación del
mercado ferroviario.
“Hemos podido contactarnos con
Obrador y todos los equipos de los candidatos y hablar de esto en términos de
concesión; todos ellos nos han expresado directamente su interés en respetar
los términos de la concesión y, por supuesto, el imperio de la ley. Entonces
nos sentimos muy seguros en ese sentido”, manifestó Zozaya en el periodo de elecciones respecto
a la continuación de las concesiones.
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