lunes, 15 de abril de 2019

Alfaro y su maquinaria enlodada.


Por Rubén Martín.

Como todos los políticos que ambicionan ascender en la pirámide del poder, Enrique Alfaro Ramírez siempre ha buscado los reflectores que promocionen su imagen. Ahora los reflectores de medios informativos de la Ciudad de México y del resto del país están centrados en la figura del Gobernador de Jalisco, pero no por los motivos que él hubiera querido.

Su plan era aparecer en los medios nacionales como contrapunto del Gobierno de la Cuarta Transformación, una especie de líder opositor a las políticas de Andrés Manuel López Obrador. En lugar de eso, Enrique Alfaro aparece ahora en medios nacionales como un Gobernador bajo sospecha de asignar jugosos contratos a empresarios amigos. Y eso no lo tiene nada contento.

Todo comenzó con una simple foto que circuló en redes sociales la noche del 27 de febrero de este año. En esa foto aparece Enrique Alfaro acompañado de la Diputada local de Movimiento Ciudadano, Mirza Flores, y otros acompañantes, entre ellos el empresario Guillermo Romo Romero, en la primera fila de un partido de basquetbol de los Lakers, en Los Ángeles, California. La legisladora Flores dijo, al regresar a Guadalajara, que los boletos los había pagado “un empresario tequilero”.

La trama fue develada por la gran periodista Sonia Serrano en el diario NTR Guadalajara en un reportaje de tres entregas (29 marzo, 1 y 2 de abril 2019). La foto del Gobernador y acompañantes en ese partido de los Lakers sería intrascendente si apenas quince días antes el Gobierno de Jalisco no hubiera asignado un jugoso contrato al empresario amigo del Gobernador.

En efecto, el martes 12 de febrero el Comité de Adquisiciones del poder Ejecutivo del estado asignó un contrato por 3 mil 634 millones de pesos al Grupo Mega, de Guillermo Romo Romero. El contrato contempla la renta y compra de maquinaria agrícola para el programa “A toda máquina”, mediante el cual el Ejecutivo estatal entregará equipo agrícola a los ayuntamientos a largo del sexenio.

El Gobernador de Jalisco reaccionó molesto y con descalificaciones a los reportajes publicados en el diario NTR Guadalajara. Calificó de mentiras las evidencias develadas en los reportajes y dijo que “ningún periodiquito va a inventarme una historia de corrupción”.

Pero la solidez de las evidencias obligó a la Contraloría del Estado a abrir una investigación a partir de dos denuncias ciudadanas, y a la Fiscalía Anticorrupción del Estado a hacer los propio, luego de una semana de indefinición.

Todavía es pronto para saber si el escándalo de la asignación del contrato de 3 mil 634 mdp al empresario amigo, será equivalente al caso de la Casa Blanca de Peña Nieto, es decir, un gobernante y una administración marcada por la corrupción.  Lo que sí es evidente es que la imagen de Alfaro se ha cuestionado y manchado. Este caso socava su discurso de honestidad y de una trayectoria distinta a la de los políticos tradicionales, pilares del discurso de Enrique Alfaro.

Enrique Alfaro (nacido en Guadalajara en 1973) es un sagas y ambicioso político que en apenas una década pasó de ser Presidente de Tlajomulco y Alcalde de Guadalajara a ocupar la gubernatura del estado, luego de competir por el cargo en dos elecciones.

En cierto sentido, su historia política y la de Andrés Manuel López Obrador  se asemejan: ambos se formaron en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), luego se labraron carrera como opositores en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y enseguida construyeron sus propias maquinarias políticas. López Obrador en Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y Alfaro en Movimiento Ciudadano (MC). Si bien este partido no lo fundó él sino Dante Delgado, la aportación de Alfaro a la votación nacional de MC lo han hecho una especie de co-dueño de ese partido. En Jalisco no se toman decisiones importantes en el movimiento naranja sin el consentimiento de Alfaro.

La llegada de Alfaro a la gubernatura de Jalisco el pasado 6 de diciembre significaba para él y su grupo político el arranque de una carrera por una eventual candidatura presidencial, a pesar de que ha dicho que no buscaría otro cargo público después de ser Gobernador.

Pero el inicio de su Gobierno ha tenido varios tropezones, además del #MaquinariaGate. Primero tuvo desencuentros con el Gobierno de López Obrador por el reparto presupuestal, luego otra controversia por el desabasto de gasolina que hubo en Jalisco y en la zona metropolitana de Guadalajara durante el operativo de combate al huachicol. Uno de los desencuentros más ríspidos lo tuvo con colectivos y personalidades feministas de Jalisco y del país por su decisión de desaparecer el Instituto Jalisciense de las Mujeres; fue tan caldeado el debate que la semana pasada Enrique Alfaro ofreció disculpas a las feministas y organizaciones a quienes descalificó dos meses antes. El actual Gobernador de Jalisco también ha sido cuestionado por representantes de movimientos y luchas sociales en el estado, tanto por megaproyectos como la presa El Zapotillo o el proyecto turístico de Chalacatepec en la costa, como por proyectos de reordenación urbana en Guadalajara.

Uno de los desencuentros que merecen destacarse es el que Alfaro mantiene con la prensa de Jalisco. Además de decir que el reportaje sobre el #MaquinariaGate, Alfaro llamó “periodiquito”  al diario NTR Guadalajara; antes ha dicho de algunos periódicos que son medios “basura” o ha respondido a la pregunta de una reportera diciendo que “no respondo estupideces”. El tono de insulto y la imagen de un Gobernador irritado en sus confrontaciones con los medios provocan que la imagen de Alfaro se afecte ante la opinión pública, mientras hay muestras de solidaridad hacia los medios o colegas insultados.

Internamente el equipo del Gobernador se percibe entre anodino y descoordinado. Los conflictos externos y el desorden interno se juntan con su extraviada capacidad para comunicar su mensaje con claridad y sencillez. Un ejemplo es su apuesta central de la llamada Refundación política del estado, que tiene muchas deficiencias de mensaje: la idea no se comprende en términos sencillos y claros, y no entusiasma a nadie más allá del entorno de Gobierno.

Esto ha mermado la imagen de Enrique Alfaro en el estado y por consiguiente en su estrategia de proyectarse como un líder opositor frente a López Obrador. Su estrategia parece empantanada. El proyecto de la Refundación de Alfaro y de Movimiento Ciudadano está a poco de convertirse para los jaliscienses en otro ensayo fallido de los mismos políticos de siempre. Está a un tris de ser más de lo mismo: igual que el PRI, que el PAN, que el PRD, es decir que toda la partidocracia tradicional que ha traicionado a la sociedad y de la que supuestamente Alfaro se pretende distanciar.

El conjunto de cosas muestra una imagen personal y una maquinaria política dañadas y enlodadas: tanto por el modo turbio en cómo se asignó el contrato de maquinaria agrícola, por cómo su proyecto político no demuestra ser distinto a los que han gobernado Jalisco en el pasado.

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