martes, 30 de octubre de 2018

A Santa Lucía le falta casi todo.


Georgina Morett.

Santa Lucía fue considerada una opción en los 70 para convertirse en el aeropuerto de la Ciudad de México; sin embargo, actualmente está rodeada de poblados que la convierten en algo parecido al actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

Hasta ahora, los estudios que se han dado a conocer sobre su viabilidad para el transporte aéreo del centro del país definitivamente no han sido concluyentes.

Difícil a quién creerle por lo que platiqué con varios ingenieros en aeronáutica, quienes me explicaron que uno de los graves problemas de Santa Lucía es que está rodeado de poblados como San Sebastián Nextlalpan, San Lucas Xolox, entre otros, además que la única vía de acceso es la carretera federal México-Pachuca.

Para entender las especificaciones que se requieren, aseguraron, se tiene que revisar el Anexo 14 del volumen 1 de aeropuertos de la OACI, en donde se señala cómo construir un aeropuerto civil, que tiene reglas diferentes que las bases militares.

Santa Lucía y el actual aeropuerto internacional están en el mismo espacio aéreo, lo que significa que los aviones pasan por una misma carretera, que es de aproximadamente 8 millas, ya que un avión pesado tarda de 10 a 15 minutos en obtener su altitud de crucero y es ahí donde tendrán que ceder el paso.

Además, consideran muy difícil que reúna todos los requerimientos de un aeropuerto civil, como hangares para un mantenimiento rápido de los aviones.

E incluso consideran difícil que pueda tener tres pistas, ya que cada una mide 40 metros de ancho y requieren de 60 metros de separación y de largo 3 kilómetros 750 metros.

No hay edificio terminal ni instalaciones para surtir combustible a presión, falta el sistema de aterrizaje por instrumentos y la iluminación adecuada que marca la autoridad aeronáutica, solamente cuenta con un VOR (Radio Faro Omnidireccional) que sirve para aterrizaje de precisión.

Pero todo eso ya no importa, la decisión está tomada y los costos económicos y políticos quedarán para la historia.

En Santa Lucía hay casas, un hospital y está el centro de mantenimiento de la Fuerza Aérea para sus cerca de 300 aeronaves, conocido como el Cuarto Escalón.

Participar o no participar.

Entre el derecho constitucional a la manifestación y el de libre tránsito, sin duda siempre se impone el primero, y una de las principales razones es que 50 personas o miles siempre pesan más que miles de ciudadanos desorganizados.

Todo nos hace pensar que en México, a partir del próximo gobierno, habrá que ser participativos o de lo contrario unos cuántos decidirán por nosotros, aunque desconozcan todo sobre el tema, como sucedió con el Nuevo Aeropuerto de la Internacional de México.

La emoción de los organizadores por los resultados de su ejercicio –perdón que no lo llame consulta, pero no cumple con los requisitos legales– era notoria, aseguraron que superaron su meta, pero veamos un poco de números.

Sólo se trata del 1.1 por ciento del padrón electoral, cuando de acuerdo con la legislación se requiere que el 40 por ciento de los ciudadanos voten a favor, y sólo el 3.5 por ciento de los que votaron por Andrés Manuel López Obrador acudieron a la consulta.

Pero lo cierto es que si no queremos ser arrasados en decisiones importantes para el país, tendremos que dejar horas familia para salir a votar, además de las que les quitarán a los trabajadores de confianza del gobierno federal, por hacerlos trabajar los sábados.

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