Gustavo De
la Rosa.
Los partidarios de la construcción
del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México han armado un verdadero escándalo;
han dicho de todo, acusado a los promotores de la consulta popular de cometer
actos ilegales y señalado a sus opositores de ser manipulados e ignorantes. Sin embargo, para los que estamos permanentemente ocupados defendiendo los derechos
de las personas, los promotores de la ilegalidad son otros.
Primero debe quedar claro que los
organizadores de la consulta son ciudadanos; aunque pronto gobernarán, todavía
no lo hacen y por lo tanto están protegidos por el principio de que lo que no
está prohibido expresamente está permitido. Y el mismo derecho tienen los
proNAICM de organizar su consulta (pero como son tacaños no se atreven a gastar
por una respuesta poco favorable).
La consulta
está protegida por la Declaración Universal de los Derechos Humanos y por el
Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, y por el Artículo
primero de la Constitución. El Artículo 19 de la Declaración dice expresamente: toda persona tiene derecho a la
libertad de opinión y de expresión, este derecho incluye la libertad de
mantener opiniones sin interferencia y de buscar, recibir y difundir
información e ideas a través de cualquier medio de comunicación e
independientemente de las fronteras.
John Stuart
Milton, uno de los padres teóricos de
los derechos civiles, escribió un libro para fortalecer nuestra reflexión sobre
las facultades legales de las personas, On Liberty, en donde manifiesta que la
libertad de expresión debe acompañarse de tres derechos más operativos: el
derecho a buscar, a recibir y a impartir información e ideas.
Entonces, si es un derecho
fundamental, ¿por qué tanto brinco? Seguramente la oposición cree que sólo los
expertos pueden hablar sobre construcción, o sobre negocios y el desarrollo de
una ciudad, pero no, está equivocada; la libertad de expresión no es exclusiva
de los conocedores, es una libertad de todos. Y ahora que alguien viene a
preguntarnos hasta se molesta porque contestamos.
Puedo tener muchas razones para oponerme
a la destrucción del actual aeropuerto, y tal vez esté equivocado, pero tengo
el derecho a expresarlo como sea y si es en una consulta ahí lo ejerzo.
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