Javier Risco.
“También han
confirmado: Evo Morales Ayma, Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia;
Nicolás Maduro Moros, Presidente de la República Bolivariana de Bolivia;
Colville Young, Gobernador de Belice y Desiré Delano Bouterse, Presidente de la
República de Surinam. 15 Jefes de Estado”. Este fue el tuit del próximo
secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, que levantó una de las
polémicas más intensas el fin de semana en la conversación pública: la
invitación al presidente venezolano Nicolás Maduro, el próximo sábado 1 de
diciembre a la toma de protesta de Andrés Manuel López Obrador.
Hay que
aceptar que ya es una decisión tomada del nuevo gobierno y que seguramente no
se cumplirá el llamado de miles de mexicanos que participaron en Facebook y Twitter
bajo la consigna #MaduroNoEresBienvenidoAMéxico, el presidente venezolano
estará presente y esto abre la discusión
para distinguir entre un gesto protocolario y política exterior.
Ayer, el
profesor del CIDE Carlos Bravo Regidor hacía un interesante apunte a través de
su cuenta de Twitter, poniendo como ejemplo la relación política entre el
presidente Francés, Emmanuel Macron, y el presiente ruso, Vladimir Putin;
haciendo referencia a la visita en mayo de 2017 de Putin a Francia, donde el
propio Macron exponía sus profundas diferencias por los conflictos en aquel
entonces de Siria y Ucrania y la homofobia en Chechenia. Así lo decía Macron
frente a la prensa rusa y francesa en aquella visita de Estado: “El uso de
armas químicas en Siria será objeto de represalias y de una respuesta
inmediata, al menos por parte de los franceses”.
No invitar a Nicolás Maduro tal vez
era la aduana más sencilla para el nuevo gobierno, hacerse a un lado, creer que
Venezuela no existe en la región. No, habrá que esperar a que el próximo
gobierno en funciones se convierta en una voz que defienda los derechos humanos
y que de frente exija la libertad de los presos políticos y la prensa. Ahí es
donde, desde la sociedad civil, podemos levantar la voz, exigir una postura y
una crítica ante la situación actual en Venezuela.
Que asista o no a una toma de
protesta se convierte en un hecho intrascendente.
Lo que importará será la postura
formal de Andrés Manuel López Obrador y también del próximo canciller, Marcelo
Ebrard, una vez que sean gobierno y tengan la responsabilidad de asumir un lado
de la discusión, sobre todo sabiendo que nuestro país es uno de los que más
solicitudes de asilo ha recibido y admitido de quienes han abandonado Venezuela
por la violación a sus derechos por parte del gobernante, que el 1 de diciembre
pisará las mismas tierras mexicanas que hoy los protegen de él.
No será el
único tema pendiente, con la llegada del
fascista Jair Bolsonaro a la presidencia de Brasil también se empezarán a
acumular las agresiones a minorías, el racismo, la represión a la oposición, y
se apagará lentamente la libertad de prensa en aquel país, la voz de un país
como México también será fundamental.
Ayer el
presidente en funciones, Enrique Peña
Nieto, escribía en su Twitter: “A nombre del pueblo y del Gobierno de México
felicito a @jairbolsonaro por su elección como presidente de la República
Federativa del Brasil, en una ejemplar jornada que refleja la fortaleza
democrática de ese país”. Repito el mismo argumento: una felicitación protocolaria
no marca la política exterior de un país, habrá también que esperar la voz que
llega con el nuevo gobierno.
Por último,
el impredecible Donald Trump pone la relación con Estados Unidos en una eterna
terapia intensiva: le quedan poco más de dos años al republicano en la Casa
Blanca. Hasta el momento el T-MEC y la caravana migrante le han tocado al
gobierno de Peña Nieto; Ebrard y López
Obrador han jugado el papel de invitados de primera fila, pero las comodidades
de la transición los han dejado en el limbo de las relaciones, la cordialidad
con Trump se acaba en dos tuitazos.
La exigencia es después del 1 de
diciembre, México tiene la oportunidad de convertirse en una voz fundamental
del continente, defensora de los derechos humanos, de la libertad de prensa y
alzar la voz contra el abuso de poder y la discriminación, ojalá llegue esa
voz.
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