Por José Gil
Olmos.
En junio del
2015 Silvano Aureoles celebró su triunfo
electoral en Michoacán a pesar de las acusaciones de que había gastado ocho
veces más del tope de 47 millones de pesos establecido por la ley. Entrevistado
por Proceso aseguró en esa ocasión que eso era falso y que procuraría un
gobierno transparente, luchar de manera frontal contra el crimen organizado,
que solventaría una deuda estimada en 32 mil millones de pesos y entregaría un
estado en paz, con tranquilidad y estabilidad.
Cuatro años después, esas promesas
están muy lejos de ser una realidad, del octavo lugar con el que arranco su
gobierno ahora es el quinto estado con el mayor número de homicidios a nivel
nacional, los carteles de la droga siguen controlando una buena parte del
territorio, las autodefensas se mantienen en la costa y, más aún, el perredista
ha sumido a la entidad en una crisis de gobernabilidad que se refleja en el
reciente conflicto magisterial que desdeño pues prefirió viajar a España para
vender el turismo michoacano mientras los maestros tomaban las vías
ferroviarias causando un grave daño económico que ya no se va a poder reparar.
Silvano
Aureoles llegó al gobierno de Michoacán
con una estela de denuncias desde que fue presidente municipal de Zitácuaro
(2002-2003), las cuales lo acusaban de haberse aprovechado del puesto para
hacer negocios en la compra de terrenos, edificios y el desvío de 60 millones
de pesos para la construcción del teatro municipal y que fueron usados para su
campaña.
Las acusaciones rechazadas por el
propio Aureoles en esa ocasión (Proceso 2016) quedaron plasmadas y con el
tiempo forman parte de su biografía política que ahora vuelve a emerger con las
sospechas de desvío de los recursos federales destinados a responder a las
demandas de los maestros que decidieron realizar una serie de manifestaciones y
bloqueos desde el pasado 14 de enero.
En cada una de las crisis que ha
tenido en estos cuatro años de gobierno Aureoles ha resbalado su
responsabilidad. En el caso de la inseguridad a sostenido que le corresponde al
gobierno federal combatir el crimen organizado, sin tomar en cuenta que muchos
de los delitos cometidos son del orden estatal; mientras que de la crisis
generada por las protestas magisteriales sostiene que la tiene que resolver el
gobierno de López Obrador, a quien le pidió usar la fuerza para desalojar a los
maestros acampados en las vías férreas.
Silvano
Aureoles ha destacado más por los
escándalos o por decisiones contradictorias que por un buen gobierno. Habría
que recordar que en aquella visita del Papa Francisco a Michoacán, trajo en
helicóptero como invitada especial a la cantante Belinda y en la pasada campaña
presidencial dio su respaldo y su voto al candidato del PRI, José Antonio
Meade, en lugar de apoyar al panista Ricardo Anaya quien tenía el apoyo del
perredismo.
En algún momento de la pasada
elección Silvano Aureoles quiso ser candidato presidencial pero no recibió el
apoyo de su partido que optó por el panista Anaya. Hoy su carrera política
fenece dejando tras de sí una cauda de pasajes oscuros que habrán de salir una
vez que su gobierno ya se acerca a su final.
Por cierto…Silvano Aureoles celebró que el
exgobernador Jesús Reyna saldrá de la cárcel donde ha estado bajo los cargos de
vínculos con los Caballeros Templarios, organización criminal de la que formó
parte Rodrigo Vallejo, hijo del exgobernador Fausto Vallejo, hoy preso por
colaborar con dicho cartel.
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