miércoles, 30 de enero de 2019

Silvano y sus promesas incumplidas.


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Por José Gil Olmos.

En junio del 2015 Silvano Aureoles celebró su triunfo electoral en Michoacán a pesar de las acusaciones de que había gastado ocho veces más del tope de 47 millones de pesos establecido por la ley. Entrevistado por Proceso aseguró en esa ocasión que eso era falso y que procuraría un gobierno transparente, luchar de manera frontal contra el crimen organizado, que solventaría una deuda estimada en 32 mil millones de pesos y entregaría un estado en paz, con tranquilidad y estabilidad.

Cuatro años después, esas promesas están muy lejos de ser una realidad, del octavo lugar con el que arranco su gobierno ahora es el quinto estado con el mayor número de homicidios a nivel nacional, los carteles de la droga siguen controlando una buena parte del territorio, las autodefensas se mantienen en la costa y, más aún, el perredista ha sumido a la entidad en una crisis de gobernabilidad que se refleja en el reciente conflicto magisterial que desdeño pues prefirió viajar a España para vender el turismo michoacano mientras los maestros tomaban las vías ferroviarias causando un grave daño económico que ya no se va a poder reparar.

Silvano Aureoles llegó al gobierno de Michoacán con una estela de denuncias desde que fue presidente municipal de Zitácuaro (2002-2003), las cuales lo acusaban de haberse aprovechado del puesto para hacer negocios en la compra de terrenos, edificios y el desvío de 60 millones de pesos para la construcción del teatro municipal y que fueron usados para su campaña.

Las acusaciones rechazadas por el propio Aureoles en esa ocasión (Proceso 2016) quedaron plasmadas y con el tiempo forman parte de su biografía política que ahora vuelve a emerger con las sospechas de desvío de los recursos federales destinados a responder a las demandas de los maestros que decidieron realizar una serie de manifestaciones y bloqueos desde el pasado 14 de enero.

En cada una de las crisis que ha tenido en estos cuatro años de gobierno Aureoles ha resbalado su responsabilidad. En el caso de la inseguridad a sostenido que le corresponde al gobierno federal combatir el crimen organizado, sin tomar en cuenta que muchos de los delitos cometidos son del orden estatal; mientras que de la crisis generada por las protestas magisteriales sostiene que la tiene que resolver el gobierno de López Obrador, a quien le pidió usar la fuerza para desalojar a los maestros acampados en las vías férreas.

Silvano Aureoles ha destacado más por los escándalos o por decisiones contradictorias que por un buen gobierno. Habría que recordar que en aquella visita del Papa Francisco a Michoacán, trajo en helicóptero como invitada especial a la cantante Belinda y en la pasada campaña presidencial dio su respaldo y su voto al candidato del PRI, José Antonio Meade, en lugar de apoyar al panista Ricardo Anaya quien tenía el apoyo del perredismo.

En algún momento de la pasada elección Silvano Aureoles quiso ser candidato presidencial pero no recibió el apoyo de su partido que optó por el panista Anaya. Hoy su carrera política fenece dejando tras de sí una cauda de pasajes oscuros que habrán de salir una vez que su gobierno ya se acerca a su final.

Por cierto…Silvano Aureoles celebró que el exgobernador Jesús Reyna saldrá de la cárcel donde ha estado bajo los cargos de vínculos con los Caballeros Templarios, organización criminal de la que formó parte Rodrigo Vallejo, hijo del exgobernador Fausto Vallejo, hoy preso por colaborar con dicho cartel.

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